Vox y su verdad plus ultra

El líder de Vox, Santiago Abascal, entre el secretario general del partido, Javier Ortega Smith (d), y el portavoz en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros. Efe

“Sin la verdad no se puede construir nada”. Hermann Tertsch brinda así su faena a un respetable entregado que aplaude en cada lance. La plaza de toros de Vista Alegre, antiguo coso taurino revestido de Palacio en plena corte de Carabanchel, acoge un gran festejo matiné. La misma plaza donde pinchó Podemos y dio la alternativa a Vox, se llena hasta la bandera de unos tendidos que recuerdan a la “Chata” originaria cuyas sombras acogen tardes gloriosas. En mi tendido bajo me parece ver a Luis Miguel Dominguín ejerciendo de picador o a don Santiago Martín, el Viti, cortando rabos en tarde histórica; viendo el debut de “Platanito” entre una nube de maletillas con hambre y gloria, e incluso aquella jornada en que Palomo Linares mataría 13 toros. Todo este recuerdo tan exagerado de lo nunca vivido se resume en la taurina frase de “hora de la verdad” con la que el europarlamentario de Vox, hace el quite a sus compañeros de cartel.

Fue hace un año, como pasa el tiempo. Si la sorpresa de entonces nos daba un vértigo extraño por la inesperada afluencia, dicho shock se queda minúsculo para lo de hoy. “Segundas partes nunca fueron buenas”, repiten el adagio de los que no han visto El Padrino, pero este “Vista Alegre Plus Ultra” es mejor y más importante que el primero por lo que implica la confirmación de alternativa. Las alusiones a la verdad, son sin duda el tono que marcarán las faenas. Término complejo y polémico: uno y trino para los católicos, relativo para los relativistas y bipolar-apasionado en nuestro ruedo ibérico nacional que va más allá del palacio de Carabanchel. La verdad depende del punto de vista y en España siempre hay dos. Es de agradecer que desde un mitin que se cobija en un sistema político creado desde una mentira asumida, como un pecado original reconfortante y acogido por todos – hasta ahora – sea tiempo de paso a gritar verdades.

Pocas veces se ha aludido a la verdad en esta democracia de mentirijillas. Verdad que tiene dos caras honestas y yo la he intuido en apenas tres ocasiones. Verdad fue cuando Blas Piñar hablaba en otras plazas abiertas sobre lo que era y suponía y como se desarrollaría la constitución española, por un lado, como Verdad era el discurso de Pablo Iglesias en plaza Reina Sofía cuando acuñó el término, hoy generalmente aceptado pues no quitamos mérito a nadie, del “régimen del 78” y su origen. Ambas visiones, tan aparentemente lejanas, tienen una lucidez particularmente cierta de un juego que se resquebraja solo. Vox ayer esbozó otra, la suya. La verdad de los “partidos trampa” como es la del partido socialista y su denuncia en una historia que pretende maquillar a su modo en esa memoria que, a su vez, quiere dogmatizar la verdad de la mentira del sistema. O es la del bloque PP – Cs que con su falsa derecha y hablando “de economía hasta que les mates de aburrimiento” pretenden obviar temas y nadar en la ambigüedad.

Esta doble Verdad, nacida de dos cosmovisiones incompatibles se cristaliza dentro y fuera en dos hemisferios: patriotas y globalistas. Este es el gran tema de nuestra época. En el ocaso de las viejas verdades,o sea mentiras de moda, entre duales de “progresistas y conservadores”, “izquierdas y derechas”, “socialdemócratas o liberales”… su caducidad abre obligatoriamente una nueva Verdad en la que hay que tomar partido o seguir disimulando.

Y en ese juego Vox tiene dos cartas importantes: por un lado es un partido en formación cuya voz, siendo muy clara, tiene su cuerpo aún musculando, pero por otro lado es el único partido en España sin competencia directa. No hay en el arco parlamentario ningún partido patriota. Partido que subraye el valor del patriotismo desde la cosmovisión que este implica, es decir: la identidad nacional, la vida, la defensa de las fronteras e independencia soberana para frenar la inmigración ilegal y esté radicalmente en contra de las nuevas religiones ideológicas tan letales como son el género, la memoria histórica y el feminismo radical anti-hombre. Es su Verdad y la de muchos hombres y mujeres de España que ante la intimidación mediática sin referente alguno en el sistema actual.

El éxito o fracaso de Vox en esta larga e intensa faena es el cultivo fiel de estas áreas. Áreas que si bien hoy son calificadas de “extrema derecha”, en muy poco tiempo, va a haber empujones para defenderlas. No habrá más que dejar pasar la mitad de una generación para ver las consecuencias de lo que viene. La verdad, como la realidad, es tozuda porque depende de algo más grande que los hombres y su nefasta ideología de intereses. No es toreo de salón lo que pasa en Vista Alegre ni los “olés” son de fiesta. Es cuestión de supervivencia, resistencia y desengaños. De Reacción y defensa de su Verdad.