Sánchez y su fracaso

Pedro Sánchez, durante la reunión con asociaciones de Igualdad. Efe

Yo estuve allí. El privilegio de representar a los sevillanos en la Cámara Baja por primera vez me hizo consciente del espectáculo circense que a veces se genera en las gradas de aquel precioso lugar histórico de nuestra democracia.

A veces es mejor contar, y, sobre todo, ubicar los agujeros de bala de aquel histórico día de principios de los 80 que escuchar el teatrillo de Sánchez y su banda presuntamente descompuesta.

Sánchez, al que llamaré “el todopoderoso” en lo sucesivo para su propio regocijo, expuso el primer día un programa de gobierno tan inconcreto como espeso, según él mismo, feminista, ecologista, naturista, multicopista y todo lo que acabe en ista y parezca “mono”. Viviremos en gobierno imposible de la mano y en consonancia con la naturaleza, signifique eso lo que signifique.

Pero no contaba el todopoderoso con que no tenía la mayoría necesaria para constituir gobierno, y no sólo eso, además tampoco la sumaban con su socio preferente Podemos. Socio por decir algo. La batalla de la izquierda por el botín ministerial fue épica.

Sánchez y ,sobre todo, su guardia pretoriana Lastra, atacaron a Iglesias intentando ningunearle con su “novatismo” y su supuesta falta de conocimiento de las competencias del Ejecutivo. Iglesias, por su parte, mostró la falta de voluntad del PSOE en llegar a ningún acuerdo y su intención de provocar elecciones al amparo del CIS.

Demostrado queda que la izquierda, a pesar de obtener un difícil de comprender buen resultado electoral, es incapaz de ponerse de acuerdo, pues las ultra aludidas políticas sociales, el pan para los pobres y la condena sin derecho a tambor de los “poderosos” quedan en segundo plano cuando se trata de repartir las cuotas de poder.

Mientras estos se matan por el poder, en Navarra va a gobernar una socialista con un sospechoso y presunto acuerdo con Bildu. Con Bildu sí, cuya masa social ha protagonizado un homenaje tan cruel como indigno a aquél energúmeno que tuvo casi dos años encerrado en un zulo a Ortega Lara.

La incoherencia elevada a pi. No se engañen, esto es votar a la izquierda, votar inseguridad jurídica, inestabilidad, incoherencia, riesgo económico y un modelo de Estado que danza al son del independentismo radical.

Hay, por suerte, otra opción que identifica los problemas de los ciudadanos y, sobre todo, las amenazas que se ciernen contra nuestra democracia, proponiendo soluciones en la parálisis interesada que Sánchez ha generado. Es Ciudadanos, sin más.