¿Quo vadis, Ciudadanos?

Albert Rivera, en rueda de prensa tras reunirse con Sánchez. Pedro Ruiz Cs

¿Se imaginan ustedes que el Partido Demócrata de Estados Unidos cambiara su ideario o que su principal contrincante en la política de EEUU, el Republicano, modificará sus prioridades?, evidentemente no. 

Lo que es la excepción dentro de las reglas habituales, es que un partido político, con tan solo trece años desde su constitución, como es el caso de Ciudadanos, vire en su diario desde la socialdemocracia, dentro de la cuál se identificaban desde su origen, también sujeto a los adjetivos de laico y no monárquico, para pasar a definirse en febrero de 2017 como un “partido liberal, demócrata y constitucionalista”, incorporándose a la internacional liberal, formando grupo en el Parlamento Europeo con otras formaciones españolas con el PNV y el PDECat.

Pero más allá de la filiación de su ideario, desde la formación naranja, se ha repetido hasta la saciedad, su identificación con el centro político entre lo que podrían ser las ideas de derecha y las de izquierda, lo cual supondría ser capaz de ejercer de opción bisagra, para constituir mayorías, según los intereses sociales del momento y de cada territorio, a un lado y al otro, lo cual representaría una interesante oportunidad para otra de las bases que prometió defender desde su fundación: la regeneración.

Las elecciones del 28-A (generales) y del 26-M (europeas, municipales, autonómicas) le asignaron un papel relevante, aún sufriendo una pérdida de votos, entre las primeras y las segundas, de -2.259.694, pero su política de pactos tras ellas, al menos en municipios y comunidades autónomas, ha estado lejos de jugar el papel de un partido de centro político y bisagra, pues sus acuerdos han priorizado los apoyos casi exclusivos al PP, en muchos de ellos con la presencia expresa de Vox; con la única excepción de Castilla-La Mancha y su apoyo a García-Page, aunque éste obtuvo la mayoría absoluta.

Albert Rivera y Cs parecen continuar en su viraje, desde la socialdemocracia que hizo depositar en ellos muchos votos de socialistas moderados, percibiéndose, en su camino, que el centro, político y social, también puede quedar atrás, en la disputa con el PP y Vox por liderar la derecha, y es evidente que votos ganará en ese espectro de votantes, pero también existirá un coste, y no baladí, por su flanco izquierdo o, simplemente, más centrado.

En julio de 2006 se celebró el congreso fundacional de Cs, cuyo germen primigenio procedió de una plataforma cívica creada un año antes bajo el nombre de Ciutadans de Catalunya, entre cuyos integrantes estaba un grupo de quince intelectuales del que formaban parte, entre otros, Albert Boadella o Francesc de Carreras, para que éste último, profesor de derecho constitucional, apenas trece años después de aquello, llegue a firmar un articulo en prensa en el que responsabiliza a Albert Rivera de anteponer intereses de parte por encima de los intereses de todos, dirigiéndole la cita expresa de: "No entiendo que ahora nos falles, Albert, que nos falle Ciudadanos, que el joven maduro y responsable se haya convertido en un adolescente caprichoso que da un giro estratégico de 180 grados y prioriza los supuestos intereses de partido a los intereses de España”.

Pero más allá del aparente gesto pétreo de quienes rodean a Rivera en la dirección de C’s, sin rechistar ante la linea estratégica elegida por su líder, parece que algo se está moviendo en el interior de su militancia y sus bases, e incluso el portavoz, y concejal, de la formación naranja en Pozuelo de Alarcón (Madrid), Miguel Ángel Berzal, ha presentado su dimisión como miembro del Consejo General del partido, afirmando que: “en muy poco tiempo Ciudadanos se ha convertido en una agencia de colocación de familiares y amigos”, “me voy con viento fresco”. “Ciudadanos es un timo político”.

Incluso desde Europa llegan reproches a las recientes formas de hacer de quien, no hace demasiado tiempo, blandía como máxima bandera la regeneración política y la construcción de nuevas mayorías desde el centro político, es el caso del presidente francés, Emmanuel Macron, afirmando: “Estamos vigilando de cerca qué hace Ciudadanos a nivel nacional y local, y esperamos que las noticias que nos están llegando no se transformen en realidad”.

El cierre de filas de quienes forman los cuadros dirigentes de Ciudadanos con el giro político forzado por Albert Rivera en su formación, recuerda el cuento, escrito por Hans Christian Andersen, de “El rey desnudo”, sin alegorías sobre el primer cartel electoral que protagonizó el aludido, quien engañado para ser vestido con unas prendas mágicas que cualquier estúpido no podría ver, andaba como su madre le trajo al mundo, hasta que la inocencia de un niño le hizo afirmar: ”¡Pero si va desnudo!”, haciendo ver lo evidente a todo el reino… y al propio rey.

La pregunta que se impone ante este viraje político, y tal como aparece en el titulo de este artículo, es “¿Quo vadis, Ciudadanos?”, aunque quizás fuera más oportuna la de “¿Quo vadis, Albert?”.