Odio

Efe

Un catalán y un madrileño… parece que ahora la gran promesa política es conseguir que nos odiemos entre Comunidades, que nos odiemos en el metro, en la calle, en la carretera, en otra ciudad. Parece que el nivel de nuestros políticos actuales es tan sumamente desastroso que una de las técnicas más fáciles y penosas que hay en la palestra es que nos lleguemos a odiar entre nosotros. Perdonen si les parece un discurso cualquiera apoyando o dirigiendo la mirada, en el fondo, a un partido en concreto.

No es así, perdonen por el vocabulario que voy a usar ahora y que resume nuestro panorama político: “Todos la tienen muy larga, pero se disputa el puesto de récord Guinness a la que sobrepase los treinta centímetros”. A buen entendedor, pocas palabras bastan. Eso es lo que dicen, pero en la política no es así, el grado de manipulación es tan alto que hacen que fijemos nuestras miradas en la tensión e inestabilidad que supuestamente otros provocan y que ellos no tienen la culpa, por supuesto.

Cosas que, lamentablemente, no han podido controlar, según se justifican, pero el control que tienen en ocuparse en manejar el grado de rechazo hacia el que tenemos enfrente es insuperable, y por supuesto, que le rechacemos y movilicemos nosotros, no ellos, los que sufren las consecuencias de la violencia somos nosotros, los que estamos fuera del Congreso, la gente de a pie, comentarios de no aceptación, tensión y hartazón, hasta gente que se pone violenta, amigos que dejan de hablarse, ¿por quién? Por ellos, todos y en todas las direcciones. 

¿Por qué quieren que nos odiemos? Puede que así estemos tan ocupados en no prestar atención al desempleo y el gran problema que se nos viene en la sanidad pública, entre otros muchos problemas que se avecinan… puede que porque al poner una situación tan al límite por un mal hacer de unos y otros, el independentismo se vuelva violento, la gente lo paga con otra gente, porque la mayoría no tendrán enfrente a Pablo Casado o Pedro Sánchez … a ninguno, ¿con quién se desata la ira? Con el de al lado que opina distinto, el respeto ya no existe, la libertad de expresión y opinión se ve rota en mil pedazos, ya no la hay y cada vez hay menos...

Puede que también sea un momento decisivo pata los extremos políticos, como en la ola que arrasa Europa, es un gran momento para que extremos de todas direcciones tengan representación y así poder poner lazos amarillos, azules, quitar unos u otros o quitarlos todos, ese es el juego, algunos quitan y ponen lazos y otros sufren las consecuencias del rechazo y la inexistente libertad que hay. 

Puede que sea para que cada vez que salga otra corrupción política nos resignemos a pensar que sólo es otra de las millones de veces que nos han estafado. Un máster dudoso, un doctorado cogido con hilos… Mientras los estudiantes pagan miles de euros y se esfuerzan en poder sacarse un máster o un doctorado, ha costado tanto esfuerzo para que a otros les salga muy fácil.

Pero lo importante es el odio, odio todo y a todos, el mensaje subliminal: odia a este partido, odia a esta persona, odia a esta postura, odia, odia y odia. El voto, con odio, es muy peligroso, porque a nadie le quepa ninguna duda de que sus políticas tendrán fundamentalmente odio y muy poca razón.