A cien años de Compiègne

Angela Merkel y Emmanuel Macron en la inauguración del Foro por la Paz de París. Efe

11 de Noviembre de 1918. Cien años desde el armisticio de Compiègne. En el claro de Rethondes, en el Bosque de Compiègne, se firmaba la paz que dio fin a la Primera Guerra Mundial en el frente occidental. El mariscal Folch, general en jefe de los aliados, asumía el protagonismo del acuerdo tomado en un vagón de tren. La Europa de las trincheras detenía la maquinaria de sangre. La guerra total había terminado, de momento. Francia y el imperio alemán, enemigos acérrimos, en disputa permanente por el control del centro de Europa, llegan a un convenio, basado en el de la derrota sobre los vencidos. Durísimas condiciones se estipularían para los derrotados en el Tratado de Versalles, para una Alemania que se consideraría humillada, albergando el caldo de cultivo para el nazismo en los años veinte.

Las consecuencias de la Gran Guerra, como se denominó desde entonces, fueron devastadoras para toda Europa. Las bajas, tanto civiles como militares, se contabilizaban en cifras inexactas en más de 20 millones. La guerra dejó aún muchos más heridos, como las "gueules cassées" (o crismas rotas), que sufrieron amputaciones y heridas horribles, así como todos aquellos que padecieron neurosis de guerra, los "shell shocked", y que quedaron traumatizados de por vida. Para otros europeos el final de este período dio lugar a la creación de sus propios Estados nacionales. La Primera Guerra Mundial dejó su huella en casi todas las familias. Cambios en la moralidad y en el estilo de vida. La vida se consideraba efímera y arriesgada. La "República de Weimar", que como democracia alemana quería formar parte de la Sociedad de Naciones, fracasó finalmente en 1933.

Este fracaso conllevó el inicio del nacionalsocialismo y de su réplica por toda Europa: paro, inflación, pobreza, las describió humana y personalmente vividas el célebre escritor Zweig en "El Mundo de Ayer". Zweig no pudo resistir el caos moral y el auge de los fascismos. Se suicidó en 1942. La Segunda Guerra Mundial fue consecuencia del escenario irresuelto de la Primera. Tuvimos que esperar varias décadas para que llegara la Europa de la paz. En los años 50, con líderes de prestigio: Robert Schuman, Jean Monnet o De Gaspieri. Fue Schuman el que acuñó el término “solidaridad de hecho”.

Que Francia y Alemania pasaran del enfrentamiento bélico a la cooperación comercial. El primer salto cualitativo fue el económico. Después vendría el político. La naciente Unión Europea trajo no sólo la paz sino la estabilidad económica, unida a la política. Macron y Merkel reafirman su necesidad hoy. Más cooperación. Más solidaridad será la única forma de contener desde el Continente de la democracia el auge de los neopopulismos, reconversión de los nacional-autoritarismos. Defendamos todos la Europa que nos legó la Paz. Aprendamos la lección de la Historia.