Cuatro letras, tres mentiras

Spain's Prime Minister Pedro Sanchez listens to a question during a news conference at the Moncloa Palace in Madrid SUSANA VERA Thomson Reuters

Tengo un par de amigos afiliados al Partido Socialista Obrero Español. Diferenciamos nuestro vínculo respecto de la ideología para estructurar este hermoso país llamado España. Ellos se mostraron contentos cuando Pedro Sánchez Pérez-Castejón llegó a la Presidencia del Gobierno:

—¡Verás qué cambios!

Brindaban, reían, aplaudían la llegada del líder de su partido. Era costumbre, al menos hasta la fecha, que el Poder Ejecutivo aterrizara con un plan para gobernar, una idea de manejar las cuentas del estado y, en el caso de España, cómo luchar por mantener unido el Estado.

Ellos, mis amigos, confiaban en la palabra de Pedro, ahora Presidente del Gobierno. En cambio, por mi parte, me parecía más un vendehumo que alguien formado, preparado y con un par de güevos para llevarnos por la senda de lealtad a la Ley.

La primera en la frente. Su promesa de convocar elecciones se retrasaba un tiempo, al menos hasta estabilizar España. Varios huidos de la Justicia por el Golpe de Estado en Cataluña; comisiona al líder de otro partido para negociar Presupuestos dentro de las prisiones con ellos y el PNV; la Abogacía del Estado rebaja los delitos perseguidos. ¿Cómo va a buscar ese formato este Presidente si no confía ni en su propio partido?

Sus afirmaciones eran más típicas de anuncios publicitarios. Quizá años atrás, cuando la hemeroteca se basaba en la búsqueda entre montones de periódicos, hubiera podido escaquearse como un mal estudiante, que recibe las respuestas de las preguntas por un pinganillo. Ahora se tarda mucho menos: simplemente extraemos el mini ordenador con cámara de fotos y teclado -otrora teléfono- para buscar cuándo fue la penúltima vez que mintió el Presidente.

El Consejo de Ministros debería de estar formado por los mejores miembros del partido. Sucumbiré momentáneamente al término “miembras”, dado que ellas también forman parte de esa formación política. Esa selección comenzó a fallar desde el minuto inicial. Pese a las circunstancias personales de cada criatura, algunos diputados se consideraban “independientes” y no se afiliaron, pero sí fueron en las listas a las elecciones. Otros, incluidas las féminas, permanecían en sus empleos, destinos en la administración o vida privada, a esperas de ser llamados para sentarse a la izquierda y siniestra del Presidente del Gobierno.

Resulta inexplicable de toda una señora Fiscal de la Audiencia Nacional dejara de investigar presuntos delitos de proxenetismo, teniendo conocimiento de ello. Es más, las pruebas donde felicitaba por ello a un miserable tipejo perteneciente al Cuerpo Nacional de Policía resultan más asquerosas cuando, sin ninguna duda, se oye su voz. Al salir las grabaciones comenzó a decir que no tenía ninguna relación con él, luego admitir algún contacto y a echar la culpa a los mensajeros de todo finalmente. Ahí se ve que ella estaba imbuida de la llamada estrategia de su Presidente: mentir.

El empleo de Fiscal dentro de la Administración de Justicia es un cargo de los más importantes. Es una figura encargada de cumplir y hacer cumplir la ley, persiguiendo hechos delictivos e infracciones penales, defendiendo a las víctimas de los autores. ¿Qué se perdió en la finalidad de esa señora? Quizá la amistad, estrecha más que cercana, con un juez expulsado de la carrera judicial por haber incumplido la ley de reserva entre acusados y sus representantes legales.

En la actualidad comparte mesa en el Consejo de Ministros con un juez destinado en aquellos tiempos en la Audiencia Nacional, como ella; quien no dudó en manifestar que era “maricón”, respecto de sus preferencias sexuales, cuando él todavía se guardaba esa intimidad del resto de la sociedad. Risas, produjo risas entre los asistentes a aquella comida, mientras su voz era seria, muy seria. Su explicación quedó clara, al afirmar la inexistencia de ese calificativo como insulto. Entonces, ¿cuál fue el motivo de esa revelación con los policías? ¡Ojo, pidió permiso al juez que asistía a la comida! ¿Seguirá esa relación de sumisión?

Un gobierno sustentado por el PSOE, autoidentificado como “feminista” y progresista, ¿puede permitir que una de las ministras sea dudosa en cuanto a sus afirmaciones? ¿Eso es lo mejor que tienen en el partido? El Presidente ha tenido que buscar fuera de sus filas a alguien valiosa -en un principio- para conducir el Ministerio de Justicia. Tras revelarse parte de las conversaciones mantenidas por esa señora, si no se producen movimientos internos para provocar la salida de ella, entenderemos que están de acuerdo. Ello debería producir una deserción en masa de los votantes de dicha formación, porque el gobierno que sustenta miente a los españoles, al conjunto de ciudadanos residentes en España y, además, a los afiliados al partido.

—España necesita un gobierno que no mienta -dijo Alfredo Pérez-Rubalcaba.

Mis amigos han cambiado: ni confían en el Presidente ni el anterior Pedro ni en el PSOE:

—Cuatro letras, tres mentiras -afirman.