No queremos su sangre, Doctor Sánchez

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Me gustaría saber quién autorizó la donación de sangre del Dr. Sánchez Castejón. Porque ya sabemos de su afición al postureo, a esa solidaridad con pólvora ajena. Pero, ¿quién sintió la obligación de obedecer órdenes más allá de su obligación de preservar la salud de los pacientes, dado que sus viajes le excluían como donante?

No quiero ser corporativista, quizá no deba defender a los colegas que se prestaron al teatro, pero a lo mejor no hay ninguna autorización médica y es todo más postureo aún de lo que se manifiesta con esas fotos que algunos han hecho meme por su semejanza con otros líderes políticos, no precisamente dignos de admiración. 

¡Qué gran Presidente! Que hasta su sangre, literalmente, da por su pueblo.

¡Qué gran Presidente! Convencido de su capacidad de cambiar la que considera una España pazguata que remolonea aún con el franquismo, en una ex-España moderna feminazista y con todos igual de pobres sumisos babeando ante su gran imagen televisiva.

Empiezo a sentir la claustrofobia que me empujaba, en mi niñez franquista, al silencio por miedo a pensar diferente.

Claustrofobia hoy de barrotes lingüísticos, impuestos abusivos para “empoderar” políticos sobrevolando los problemas de los ciudadanos, ideas que bloquean la creatividad y el emprendimiento, que convierten en monolítico el pensamiento y todas sus expresiones públicas.

Sé que somos muchos los españoles que no estamos dispuestos a  comernos esta manzana envenenada para que Don Pedro luzca sus mejores pectorales. Somos muchos pero ¿Seremos suficientes en unas elecciones generales con nuestro sistema electoral? Creo que la situación es tan grave y complicada que los líderes constitucionalistas, PP, Ciudadanos y Vox tendrán que guardar sus diferencias y plantearse una candidatura común de la característica que sean capaces de negociar, pero no pueden arriesgar el bien común por su propio bien. Ahora no toca. Ahora toca ir al meollo de los problemas que comparten en sus visiones generales. Ya se definirán los detalles.

Pero si dejamos legitimar por las urnas al monclovita actual, con todos los que quieren llevarnos de nuevo a las cenizas, acabaremos siendo de los primeros de la que ya empieza a verse como la próxima civilización perdida.