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Luka Doncic volvió a cuajar una gran actuación ante el Zalgiris. VALDA KALNINA EFE

El Khimki de Bartzokas acabó con la racha de victorias madridistas en Europa. Los bases blancos no tuvieron una actuación muy lucida. Luka Doncic, mermado por la gripe, no nos hizo disfrutar con otra portentosa actuación impropia de su edad. Tampoco Facundo Campazzo estuvo en sus registros habituales. Pero mientras el esloveno, hombre de asombrosos recursos, terminó como máximo anotador y segundo mejor reboteador de su equipo, el argentino añadió a cinco pérdidas de balón un retraimiento en el tiro; algo no insólito en su vuelta al Real Madrid. Demasiados balones doblados en posiciones claras de lanzamiento para un jugador que demostró en Murcia liderazgo anotador.

Doncic bajó sensiblemente su porcentaje de canastas y se empecinó una y otra vez en abusar de su bote, demasiado alto, ante una defensa rival muy bien formada y que contó con un Charles Jenkins que tiene por brazos las hélices de un avión. El resultado fueron pérdidas de posesión y mala selección de los pases. La perla madridista, mejor jugador de la Euroliga del mes de octubre, abrió noviembre conmemorando a los Fieles Difuntos, como marcaba ese día el calendario.

La serenidad es la clave para leer un partido. Los buenos directores de juego saben en que momento deben asistir a sus compañeros y cuando hay dar un paso hacia delante y ser la referencia en ataque. Conocen las habilidades de los suyos y captan enseguida dónde están los defectos y dónde las virtudes de sus rivales. La regla de oro es arriesgar poco para conseguir mucho. Sin embargo, el baloncesto actual está cada vez más escorado al abultamiento de las estadísticas individuales. El duelo Westbrook-Harden la temporada pasada amenazó con convertir un deporte colectivo en una serie de gestas particulares.

Bob Ryan, periodista del Boston Globe y biógrafo de Larry Bird, afirmó en un reciente documental sobre la estrella de los Celtics que vio hacer a Bird algo que también Magic Johnson podía hacer, pero que Michael Jordan no: dominar un partido sin encestar. Como Larry Bird no era ni muy alto ni muy fuerte si quería triunfar en exigente NBA tenía que conocer muy bien el juego. Y a eso se dedicó desde su etapa colegial. También sabía que por muy bueno que llegase a ser no podía ganar por sí solo. Si Magic fue en su época el base por antonomasia, Bird fue la base, el soporte para que su equipo siempre jugara a un alto nivel.

Un jugador atento y humilde aprende más de la derrota que de la victoria. A Doncic le queda mucha vida deportiva por delante. Aún está en periodo de instrucción y cada partido le pondrá ante nuevos retos que tendrá que asumir y corregir. Durante cuarenta minutos hay tiempo para jugar sobre seguro y tiempo para la virguería. Y si necesita apoyo puede llamar a Laso, para que llame a Florentino, para que llame a Aznar, que a su vez, si todavía conserva su teléfono, llame a una persona que conoce muy bien y que dicen que atesora un manejo magistral de los tiempos.