Leer o no leer

Emma Watson leyendo en una fotografía publicada en su propio perfil de Instagram. | Foto: @emmawatson.

Según la última encuesta del CIS sobre hábitos lectores en la población española, el 62,2 % de los encuestados no ha leído un libro. Las razones alegadas son bien porque dicha actividad no les gusta, no les interesa o simplemente no tienen tiempo. No resultará extraño por tanto que el 70,9 % de los encuestados no hay visitado una biblioteca, frente a las cuatro horas diarias que dedicamos a sentarnos frente a la caja tonta, llegando a ser denominada por Ernesto Sábato como el opio del pueblo.

De esta mañanera no resulta sorprendente que el Partido Popular, asestándole un golpe mortal a las Humanidades, haya hecho desaparecer la asignatura de Literatura Universal, al dejar de ser optativa en Bachillerato y en selectividad o como quiera ser denominada. Nuestros alumnos no podrán aprender que fue Aristóteles quien ya definió la corrupción como un "estancamiento" que pudre las aguas de la democracia, degenerando en ciénaga de demagogos que abonan el terreno para la irrupción del tirano. Tampoco podrán leer Pluto de Aristófanes, comedia que con un humor ácido ataca a la riqueza de los gobernantes y a su falta de virtuosidad. Erasmo de Rotterdam, Tomás Moro y Nicolás Maquiavelo serán unos desconocidos pese a que elaboraron lo más parecido a un tratamiento sistematizado de la corrupción, con su obra literaria, ¿qué será de nuestro Lazarillo o don Pablos? Quienes después de una vida pícara reflexionan sobre el daño cometido y muestran un propósito de enmienda, bien por el temor a la la Inquisición o a la sociedad.

No aprender de Crimen y Castigo de Dostoievski quedará algunos hombres la justificación moral que puedan tener sus acciones es creerse superiores a los demás e incluso que la sociedad actual y el mundo de 1984 de George Orwell es demasiado parecido, en donde la manipulación de la información, la vigilancia masiva y la represión política y social es la moneda de de cambio. Podríamos seguir enumerando obras y autores ad libitum, quienes al final nos serán más desconocidos que los protagonistas de los "casos puntuales" de corrupción con los que la caja tonta a diario nos adormece, resultando de tal magnitud la exposición a los mismos que nos está ocurriendo como a la rana que depositaron en una olla de agua fría y tras calentarla lentamente no fue capaz de reaccionar al irse acomodando a la temperatura hasta que al final murió achicharrada.

A la vista de la magnitud de las dimensiones de la corrupción, presumiblemente nos ocurrirá a los ciudadanos de a pie al igual que a Quevedo en su soneto Miré los muros de la patria mía... Ojalá los que no fomentan la Literatura, leyeran al menos el Código Penal y la Ley de Enjuiciamiento Criminal, así sabrían que hacer cuando conocieran de la comisión de un delito...