POLÍTICAS ECONÓMICAS

La cláusula suelo

Manifestación contra las clausulas suelo en Madrid Efe

Creo que existen muchas practicas bancarias de dudosa moralidad, por no decir ilegalidad; el cobro usurero de tipos de interés superiores al 20% en los créditos con tarjeta, la inclusión de seguros y comisiones exageradas para la concesión de préstamos, los diferenciales aplicados junto con las comisiones en el cambio de moneda extranjera o las comisiones desproporcionadas por obtener efectivo en cajeros de otra red. Por citar algunos de los que ahora me vienen al pensamiento. O que decir de esos créditos hipotecarios fraudulentos que se otorgaron con tasaciones de la vivienda que superaban en mucho su valor racional, concedidas a cuarenta años y que además se hacía por encima del 100% de su valor. Práctica esta que debería haber supuesto la intervención de la fiscalía por un presunto delito de estafa continuado, donde se engañó a gente trabajadora y humilde cuya ilusión de tener una vivienda en propiedad cegaba su capacidad de análisis.

Pero justo, el politizado y judicializado interés mínimo en la concesión de hipotecas a tipo variable, conocido como cláusula suelo, me parece que es algo, lógico, normal y de razón comercial. Me han parecido una aberración jurídica las sentencias que han llevado a la decisión de que las entidades devuelvan el interés cobrado por aplicación de esos mínimos. Mínimos que estaban situados en tipos entre el 2% y 3% que no parece sean unos intereses desproporcionados, aunque hayamos vivido, o sigamos viviendo, esa irracionalidad de que el dinero no tiene coste, propiciado por los principales bancos centrales del mundo, desde Japón a EE.UU., pasando por Europa. Y que ha llevado a una inundación de billetes a las diferentes economías con objeto de reequilibrar la masa monetaria y hacer frente a la virtualidad del dinero creado al amparo de la burbuja financiera e inmobiliaria de los primeros años del siglo XXI. Todo ello con una deuda mundial que supera ya el 320% del PIB.

Y es que la economía financiera sí se ha convertido en un monstruo capaz de devorar a la economía más solvente del mundo.