Zaragoza
Publicada

Hay pueblos que parecen tener un pacto especial con el invierno. Lugares donde la nieve no molesta, sino que acaricia. Donde el frío se disfruta desde el otro lado del cristal, con una taza caliente entre las manos. Bielsa, en el Pirineo de Huesca, es uno de ellos.

Este pequeño rincón aragonés, de tan solo 400 habitantes es perfecto para una escapada navideña sin necesidad de coger un avión. Suiza es un destino muy atractivo, pero en Aragón no tenemos nada que envidiar.

Bielsa se esconde entre montañas, en uno de los valles más altos del Sobrarbe. Quien llega hasta aquí, se enamora. National Geographic lo ha llamado "el pueblo suizo de Aragón", y basta una mirada para entenderlo.

Las casas del pueblo oscense son de piedra y tienen los tejados de pizarra. El sonido del río que hay que cruzar para entrar en el pueblo acompaña cada paso. Todo respira calma y autenticidad. La vida avanza despacio, a su ritmo, lejos del ruido y cerca de lo esencial.

En verano el pueblo se llena de turistas por la gran oferta de montaña que hay en la zona. Además el río Cinca supone todo un desafío, para calmar el calor los valientes se atreven a bañarse en sus aguas. No obstante, durante el invierno, Bielsa también tiene mucho que ofrecer.

Bielsa

La belleza de Bielsa también tiene un trasfondo de fuerza e historia. Durante la Guerra Civil, en la llamada Bolsa de Bielsa, el pueblo quedó destruido. Más de 4.000 vecinos cruzaron a Francia para salvar su vida.

A su regreso, lo reconstruyeron piedra a piedra, casa a casa, manteniendo su esencia montañesa. Ese espíritu se siente hoy en cada calle empedrada y en cada balcón lleno de flores, incluso en pleno invierno.

Cuando llega diciembre, Bielsa parece sacado de un cuento. El humo de las chimeneas perfuma el aire y el silencio de la nieve lo envuelve todo. Aquí la Navidad se vive sin prisas. Paseos tranquilos, charlas frente al fuego y noches bajo un cielo estrellado que parece más grande que en ninguna otra parte.

Bielsa es perfecta para los amantes de la nieve. Desde aquí es fácil llegar a estaciones de esquí tan conocidas como Cerler, Panticosa, Formigal, Astún o Candanchú.

También se puede cruzar la frontera y disfrutar de las francesas Piau-Engaly, Peyragudes o Saint-Lary, a menos de media hora en coche. Es importante llevar cadenas o neumáticos de invierno.

Para los que prefieren un ritmo más pausado, el valle de Pineta ofrece pistas de esquí de fondo rodeadas de paisajes espectaculares. Y los más aventureros pueden probar el esquí de travesía en cimas como Barrosa, Comodoto o Chinipro. Hay rutas para todos los niveles.

Estación de Cerler Aramon

Bielsa es ese destino que transforma el frío en belleza. Un lugar donde la nieve cubre el paisaje y lo llena de vida, memoria y tradición. Aquí, el blanco hace que todo cobre color.

Si buscas un destino de montaña con encanto, y una escapada navideña, Bielsa te espera. En el Pirineo aragonés, el invierno no se sufre, se disfruta.