¿Quién no ha soñado alguna vez con que le toque la lotería y dejar su trabajo? Vivir sin horarios ni obligaciones, dedicándonos a los caprichos del día a día, siendo jóvenes y con toda la vida por delante.
Como dice el refrán, "el trabajo dignifica", y no es menos cierto. Sin embargo, hay quienes, a base de esfuerzo y una buena estrategia empresarial, han logrado salir de la popular "carrera de la rata", ese bucle infinito en el que te levantas, vas a trabajar y haces planes con el poco tiempo que te queda del día.
Ejemplo de ello es Juan Tamarit, quien ha contado su apasionante historia y sus secretos en el podcast de YouTube "Libertad Inmobiliaria", del zaragozano Carlos Galán. Este inversor inmobiliario consiguió un hito al alcance de muy pocos: alcanzar la libertad financiera antes de los 30 años.
Su camino a la independencia financiera
Desde el principio tuvo claro que el camino sería el sector inmobiliario, controlando todo el proceso el mismo. Compraba, gestionaba y reformaba cada vivienda. El primero de sus pisos fue, como explica en el podcast, "una ganga" de 17.000 euros la cual alquiló por 430 euros al mes. Una operación redonda.
Tras esta primera toma de contacto, apostó por una decisión poco habitual en el sector, comprar sus tres primeros pisos libres de hipotecas o préstamos. Con la idea en mente de que estos pisos dieran un beneficio alto, cercano a un sueldo, desde el primer día.
Eso le obligó a llevar una disciplina extrema con el dinero, hasta el punto de medir cada gasto en términos de rentabilidad. Una cena con amigos podía significar para él una oportunidad perdida de seguir acumulando los ahorros suficientes para invertir en pisos, alejándolo de su objetivo.
"Empecé a contar cada céntimo. Desde ese momento comencé a medirlo todo, si salía a cenar o si iba a algún sitio, calculaba cuánto costaba. Me volví un rata, pero un rata de manual", comenta. Siendo consciente también de que "mucha gente no sería capaz de llegar a esos extremos, pudiendo no hacerlo", añade.
La otra cara del éxito
Esa obsesión le pasó factura en su vida personal. Juan se aisló socialmente, dejó de salir y su relación de pareja terminó resintiéndose hasta romperse. Entre reformas los fines de semana, varios negocios abiertos y jornadas interminables, vivía agotado y saturado. La ansiedad se fue instalando poco a poco, hasta afectar seriamente a su bienestar emocional.
A punto de cumplir los 29 años, Juan alcanzó por fin la libertad financiera. Sus ingresos cubrían de sobra sus gastos y había cumplido el objetivo que tanto le había marcado.
Sin embargo, lejos de sentirse lleno, tuvo una sensación agridulce. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había ganado independencia económica, pero había descuidado algo igual de importante, su propia felicidad.
Cada persona tiene su propia idea de lo que significa la libertad financiera. Para Juan, se alcanza cuando los ingresos cubren con holgura las necesidades, incluso duplicando los gastos, aunque su historia deja una pregunta inevitable ¿hasta qué punto merece la pena sacrificarlo todo para lograrla?
"Conseguí la libertad financiera y no me hizo feliz"
