Zaragoza
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La Ginebrosa es un pequeño pueblo de menos de 200 habitantes ubicado en la provincia de Teruel. Allí todos los vecinos se conocen y forman una gran familia. Su bar, La Vila, es uno de los pilares de esa comunidad, siendo un lugar de reunión y de encuentro.

Sin embargo, hace un mes, Marisa y José Antonio, responsables desde hace 3 años, se vieron obligados a despedirse por motivos de salud y dejaban un gran vacío en la localidad aragonesa. Aunque los vecinos lamentaron su adiós, el bar La Vila ha reabierto sus puertas y así el alma del pueblo se mantiene vivo.

Con el legado presente de Marisa y José Antonio, ahora es otro matrimonio el que toma las riendas. Son Carla y Daniel, dos argentinos que aterrizaron hace 4 años en La Ginebrosa, sin saber que terminaría siendo su hogar.

“Nosotros decimos siempre que La Ginebrosa nos eligió a nosotros. Cuando íbamos a venir de Argentina nos estaba siendo muy difícil conseguir un alquiler. Veníamos con dos niños y dos perros”, relata Carla. “Contactamos con una chica que alquilaba un loft pequeño en Castelcerás. Al final, cuando ya estábamos para volar nos dijo que era demasiado pequeño, pero que tenía una casa más grande en La Ginebrosa. Así fue”, recuerda.

Daniel haciendo una pizza en el bar La Vila.

“El primer año no voy a negar que fue duro, sobre todo para mí, porque veníamos de una gran ciudad como Buenos Aires, pero nos fuimos adaptando y amamos el pueblo”, asegura la argentina.

Desde el momento en el que llegaron a España, tenían en su cabeza la idea de entrar en el mundo hostelero y tener su bar. “Unos amigos nos aconsejaron que al venir de Argentina con una mano delante y otra detrás, coger un bar era una forma de despegar. Ya teníamos ese proyecto en mente y cuando se nos presentó la oportunidad, no dudamos”, reconoce Carla.

Así pues, ahora ha llegado su momento. El 1 de noviembre fue el último día que Marisa y José Antonio estuvieron en La Vila y Carla y Daniel abrieron por primera vez el sábado 15 de noviembre. Su reapertura, sin duda, es una gran noticia para todo el pueblo y el cariño lo han transmitido: “Los vecinos ya nos conocían porque vivimos aquí, pero los veo muy contentos. Nosotros también”.

Además, Carla destaca que La Ginebrosa se ha adaptado “al toque argentino”. En este aspecto, la nueva responsable del establecimiento cuenta que su marido es “especialista en pizzas caseras desde la propia masa”. Más allá de ese toque, quieren potenciar la comida a domicilio.

Carla en el bar La Vila.

“Venimos de Buenos Aires, que es una ciudad caótica. El hecho de poder pedir algo a tu casa o pasarlo a buscar, pero comerlo en pijama en el sofá, nos parecía algo muy útil. Fue algo que desde el primer día que abrimos la gente ha pedido, sentimos que les ha gustado la idea”, añade. En este aspecto, se pueden pedir desde pizzas, empanadas o hamburguesas.

Lugar de encuentro

Aunque los vecinos del municipio turolense pueden decidir pedir para llevar su comida, durante el día está claro que es un punto de encuentro para todos ellos. Carla y Daniel, en sus dos semanas al frente del bar, lo tienen claro.

“A la mañana están los hombres que trabajan, las madres que salen y dejan a los niños en el cole. Por la tarde vienen los abuelos a jugar a sus cartas. Y después, el que sale de trabajar viene y se echa una cerveza, charla un rato con sus amigos. Es el punto de encuentro del pueblo y es donde la gente se sienta, descansa y desconecta”, reflexiona este matrimonio.

En definitiva, con ilusión, cerveza y buena comida, además de una sonrisa siempre en el rostro, Carla y Daniel esperan servir durante mucho tiempo a La Ginebrosa y seguir siendo parte de su historia.