Zaragoza
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Después de alcanzar máximos históricos revalorizándose hasta superar los 4.000 dólares la onza, el oro está en boca de todos.

Ahora las famosas tiendas de compro oro son las nuevas minas del Antiguo Oeste pero en pleno siglo XXI con esta nueva 'fiebre del oro'.

No obstante, Iván Sebastián, dueño de la Joyería Goldstein de Zaragoza, explica a El Español que "el negocio no está más de moda ahora", pues siempre hay gente que "hereda joyas o que encuentra la cadena de la comunión y quiere venderlo".

Aunque sí que reconoce que actualmente se ha dado "la tormenta perfecta" por la inflación, la guerra de aranceles y las dos guerras que hay de Ucrania e Israel, lo que ha hecho que el oro esté de moda.

"Esos factores hacen que la incertidumbre aumente y que los bancos centrales compren oro a mansalva, por lo que se ha vuelto muy atractivo", afirma el experto.

El cambio más significativo ha sido la revalorización del metal. "Este año el oro ha subido más del 50%, y la plata un 60%", explica, destacando un encarecimiento que ha sorprendido incluso a los profesionales del sector.

"Piezas que antes valían 20.000 euros ahora rondan los 40.000"

El incremento tiene consecuencias directas en las tasaciones. "Piezas que antes valían 20.000 euros ahora rondan los 40.000", señala, subrayando cómo la subida favorece a quienes venden sus joyas.

Para su negocio, este contexto resulta positivo. "Cuanto más dinero puedo ofrecer, más fácil es que el cliente decida vender", comenta, haciendo hincapié en la relación entre precio y disposición a desprenderse de objetos con carga emocional.

Joyeria Goldstein de Zaragoza.

No todas las joyerías se benefician de esta situación. "Para las que solo venden joyas nuevas es un problema: una cadena que costaba 600 euros ahora vale 900 solo por el material", señala, poniendo de relieve la dificultad de mantener márgenes comerciales en un escenario de encarecimiento generalizado.

La compraventa de oro implica una operativa estricta. "Todas las joyas deben guardarse 15 días y enviarse a la Policía Nacional con fotografías, DNI y grabaciones", explica describiendo un protocolo diseñado para evitar la circulación de piezas robadas.

Este procedimiento obliga a disponer de recursos financieros permanentes. "Hay que tener una gran cantidad de dinero inmovilizado porque no puedes fundir lo comprado hasta que la Policía dé el visto bueno", subraya, evidenciando una de las mayores barreras de entrada del sector.

El volumen mensual de compras, además, es imprevisible. "Un mes puedo comprar dos kilos de oro, otro veinte kilos de plata… Es imposible saber lo que va a entrar", comenta, destacando la naturaleza fluctuante del negocio.

El auge actual no es nuevo, "Entre 2010 y 2013 el oro subió mucho; pero en mayo de 2013 bajó casi un 30% en pocos días", relata, evocando un desplome que provocó el cierre de más de la mitad de los establecimientos del sector.

El repunte del precio ha generado un fenómeno peligroso y desde la joyería Goldstein advierten que "está habiendo más robos: más tirones de cadenas y más hurtos en domicilios".