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Graffiti: ¿vandalismo o arte? El debate lleva años sobre la mesa, pero para Pablo Zárate, grafitero zaragozano, la respuesta está clara.

Zárate comenzó de adolescente con un rotulador y una libreta. "Cuando era crío lo primero que hacía era coger un rotulador y empezar a dibujar garabatos donde podía", explica en una conversación con El Español.

Con el tiempo, junto a sus amigos, buscaba fábricas abandonadas para practicar lejos de miradas y conflictos. "No había muchos espacios para aprender, así que íbamos a lugares apartados para no molestar", confiesa.

"Vengo del mundo del grafiti, pero al final, como todo, las cosas van evolucionando", quien empezó pintando muros de forma clandestina, hoy trabaja por encargo para ayuntamientos, empresas y asociaciones vecinales.

"Cuando empecé a pintar era por hobby. Luego vi que la gente respondía muy bien y decidí ofrecerlo como servicio. Poco a poco los proyectos fueron creciendo hasta poder vivir de ello", cuenta. De eso hace ya 10 años, y ahora por un mural grande puede cobrar hasta 4.000 euros.

Pablo Zárate haciendo un graffiti. E.E

"Depende mucho de la logística del lugar, del tamaño y del detalle", precisa. Una obra estándar puede oscilar "entre 2.000 y 4.000 euros, incluyendo materiales y todo el montaje".

Zárate trabaja bajo el nombre de su empresa, Entintarte, y combina encargos comerciales con iniciativas sociales.

Una de ellas es una asociación con sede en el barrio zaragozano del Actur, centrada en recuperar espacios urbanos degradados. "Tratamos de darles una vuelta, crear lugares más acogedores o llamar la atención sobre ellos, sin ánimo de lucro", explica.

En estos proyectos, los vecinos son parte fundamental del proceso: "Hablamos con los propietarios, proponemos ideas y hacemos obras colectivas. A veces son murales figurativos, otras, trabajos más libres. Lo importante es implicar a la gente del barrio y dar vida a zonas que están más sucias o feas", aclara.

El valor del color

¿Qué aporta un mural a una pared blanca? "Los muros blancos no comunican nada, te apagan. El arte urbano transforma los espacios", responde rápidamente el grafitero.

En entornos privados o comerciales, su función es transmitir los valores de una empresa o destacar su identidad. En otros contextos, busca algo más profundo: "En centros de salud, por ejemplo, hemos pintado salas de pediatría para hacerlas más acogedoras. El arte puede ayudar a que un niño esté más tranquilo en un entorno que le resulta hostil".

Su trabajo le ha llevado por toda España, desde Madrid o Barcelona hasta pequeñas localidades. Uno de los proyectos que más destaca tuvo lugar en Fustiñana (Navarra), dentro de un festival de arte urbano.

"Era una iniciativa para transformar el municipio mediante murales en fachadas. Hice una pieza con una golondrina alimentando a su cría sobre un fondo abstracto y naturalista. Busco siempre conectar con el entorno y contar algo de la zona".

Los tiempos de ejecución varían, pues "depende del tamaño". Un mural de una fachada de dos plantas "puede llevar unos cinco días"; otros más grandes, hasta una semana con ayuda. Las persianas de comercios, en cambio, "se hacen en una jornada".

Además de los encargos urbanos, Zárate participa en proyectos rurales con un fuerte componente participativo.

Mural 'Herencia', realizado por Pablo Zárate en Ardisa, Cinco Villas. E.E

"En los pueblos solemos hacer murales colaborativos, que dinamizan mucho la vida local. La gente se implica en el diseño y en la ejecución, y sienten la obra como suya. Revitaliza el entorno y el ánimo del pueblo", afirma.

El artista zaragozano también dedica tiempo a formar a nuevos creadores. "He dado talleres de grafiti en casas de juventud y participado en proyectos educativos", comenta.

Aunque estudió Bachillerato de Artes y el Grado Superior de Ilustración en la Escuela de Arte de Zaragoza, cree que lo académico no lo es todo: "Los estudios ayudan a tener disciplina, pero lo importante es practicar mucho. Dibujar, equivocarte, insistir. Estudiar arte no te da un trabajo; lo que te lo da es la constancia", concluye.