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La etapa universitaria está llena de aventuras. Es un momento en el que la persona empieza a ser adulta sin tener aún cargas familiares ni responsabilidades importantes, por lo que supone un tiempo perfecto para salir y conocer el mundo.

Claudia y Bea, no se lo pensaron dos veces, y cuando descubrieron la oportunidad de hacer prácticas fuera de España, solicitaron la beca entusiasmadas.

Las aragonesas terminaron la carrera de veterinaria en la Universidad de Zaragoza, y ahora durante el máster han aprovechado para ir a trabajar a Costa Rica.

En mitad de la selva del Caribe costarricense, rodeadas de monos, tucanes y perezosos, las dos estudiantes llegaron en septiembre y viven una experiencia que, según ellas, "no se olvida jamás".

Claudia, de Teruel, y Bea, de Zaragoza, están haciendo prácticas de veterinaria en el Jaguar Rescue Center, un centro de rescate y rehabilitación de fauna salvaje ubicado entre Playa Chiquita y Punta Cocles (en la provincia de Limón, en la costa sur del Caribe).

Dos perezosos en Jaguar Rescue Center.

Ambas consiguieron una beca de la Universidad de Zaragoza, que les otorga 1.080 euros mensuales para sufragar los gastos durante su estancia. Llegaron el pasado 26 de septiembre y terminan el 28 de diciembre, pero estirarán su estancia hasta el 13 de enero "para hacer un poco de turismo".

"La beca de 1.080 euros al mes es una ayuda, pero no cubrimos gastos, el coste de vida aquí es altísimo", explica Bea. "Costa Rica es un país caro y, aunque no cubre todo, la beca nos permite vivir y aprovechar esta oportunidad", añade Claudia.

Entre la selva y la humedad

Las dos jóvenes viven en una cabaña de madera en mitad de la selva, un alojamiento que buscaron por su cuenta. "Nos sale más económico y no compartimos habitación con desconocidos", cuenta Claudia.

El entorno es tan idílico como exigente: "El calor y la humedad son brutales. Todo se llena de moho, hasta la ropa", confiesan entre risas.

"Hay que estar bebiendo agua todo el rato porque te deshidratas, si no estás pendiente te mareas", comenta con total normalidad la zaragozana.

Antes de viajar, se vacunaron contra la rabia y la fiebre amarilla. "No son obligatorias, pero sí recomendables, porque trabajamos con animales salvajes y nos movemos por zonas tropicales", explican.

El Jaguar Rescue Center, donde están las aragonesas de prácticas, es un centro que nació en 2008 de la iniciativa de una bióloga española y un naturalista herpetólogo (experto en reptiles) italiano que decidieron quedarse a vivir en Costa Rica.

"La gente empezó a llevarles animales heridos y, con el tiempo, aquello se convirtió en un centro enorme", relata Bea. Hoy el lugar se divide en tres áreas principales: el santuario, la clínica hospital y la zona de rehabilitación, donde las dos aragonesas desarrollan la mayor parte de sus prácticas.

Jaguar Rescue Center libera una tortuga. E.E

"En el hospital llegan animales rescatados: perezosos, monos, loros, tortugas, iguanas... incluso serpientes y armadillos", cuentan. "A veces llaman porque una boa ha entrado en una casa, la revisamos y la liberamos en otro lugar", explican entusiasmadas.

En la zona de rehabilitación, los animales se preparan para volver a la naturaleza, allí "intentan recrear su entorno natural, con las mismas ramas y frutas que encontrarán fuera", y cuando el animal está recuperado, lo sueltan.

La vida en Costa Rica

Su día a día combina la práctica veterinaria con la realidad rural de Costa Rica. "Vivimos en una zona sin núcleo urbano, solo una carretera con casas dispersas", explica Claudia.

"El pueblo más cercano es Puerto Viejo, a unos 20 minutos en bicicleta. Vamos allí a comprar lo básico, aunque los precios son el doble o el triple que en España: una barra de pan puede costar tres euros y la leche, dos", afirman.

"En el súper, un paquetito de jamón te puede costar 10 euros".

El jamón serrano o el fuet "ni lo huelen", porque está "carísimo": "En el súper, un paquetito de jamón te puede costar 10 euros", aseguran indignadas.

También observan con ojos críticos la situación local. "La gente vive con muy poco. Muchos trabajan en puestos callejeros o en turismo, pero los salarios no dan para cubrir los gastos; vamos, yo no sé cómo lo hacen", comenta Bea.

Puerto Viejo, Costa Rica. Wikipedia

A pesar del cuidado hacia los animales y el medio ambiente, denuncian carencias en infraestructuras básicas: "A veces cortan el agua durante horas, no hay buena gestión porque tienen lluvias torrenciales, deberían tener embalses o algo más de infraestructura", reflexionan.

La gestión de las basuras también llama la atención a las aragonesas pues "no se recicla nada, pero hay una gran conciencia ecológica", pues tanto el cuidado de la naturaleza como el de los animales es algo en lo que "se involucra toda la sociedad".

Retos y oportunidades

Los retos van más allá del clima o los precios. "Realmente trabajar aquí implica riesgos reales, pues estás con serpientes venenosas, mosquitos que pueden transmitir enfermedades…", reflexiona Claudia.

Además, aunque lo habitual es salir puntuales al medio día, les ha ocurrido en alguna ocasión "empezar a las ocho de la mañana y no parar hasta la noche si, por ejemplo, llega un animal atropellado".

Playa cercana a la cabaña de Claudia y Bea. E.E

Aun así, ambas valoran la experiencia como una oportunidad para aprender de su profesión, y también de la vida: "Estar aquí, tan lejos, te obliga a adaptarte, a buscarte la vida, a resolver problemas en un entorno completamente distinto", reconoce Bea.

El trabajo es totalmente voluntario. Solo los veterinarios contratados por el centro cobran un salario. "Nosotras tenemos la suerte de contar con la beca de 1.000 euros, pero muchos compañeros vienen con sus ahorros", comenta Claudia.

A pesar de las dificultades, las aragonesas recomiendan la experiencia a cualquier estudiante: "Es el momento ideal para hacerlo, justo al acabar la carrera", asegura Bea. "Aprendes muchísimo, incluso si no te vas a dedicar a animales exóticos", concluye Claudia.