Zaragoza
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Todo el mundo sabe que Aragón cuenta con un gran número de pueblos reconocidos como los más bonitos de España; pero lo que muchos desconocen es que hay un pequeño pueblecito que parece que te has ido hasta Japón (o eso dicen algunos).

El municipio oscense cuenta con su propio "monte Fuji", y por eso muchos visitantes lo comparan con el país nipón. No hablamos ni de Aínsa, ni de Valderrobres, ambos llenos de encanto y dignos de visitar, pero si buscas algo más desconocido, Sarvisé es tu plan perfecto para este otoño.

Sarvisé es una localidad oscense de la comarca del Sobrarbe situada en pleno Pirineo Aragonés. Se asienta en el Valle de Broto, en la margen izquierda del río Ara y junto al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, por tanto los paisajes increíbles están asegurados.

Un pequeño pueblo en pleno Pirineo

En el corazón del Valle de Broto, a orillas del río Ara, un diminuto pueblo del Pirineo aragonés ha conquistado las redes y el corazón de los viajeros: Sarvisé.

Algunos dicen que tiene el “Monte Fuji español”. Otros, como los youtubers Aleix y Sergi, lo describen como un “territorio de ensueño” con una “belleza indescriptible”. Incluso afirman que uno duda si uno sigue en España o ha despertado en Japón.

La comparación con Japón de este pequeño pueblo, es considerada por algunos como "desproporcionada". Parecido o no con el país nipón, es un pequeño pueblo que merece la pena visitar.

Situado a 863 metros de altitud, este rincón del Prepirineo combina calma, paisaje y autenticidad. Sarvisé no es solo un destino: es una pausa. Quien llega, lo nota enseguida. Los visitantes hablan de un silencio absoluto, de una paz que se escucha.

La vida aquí transcurre despacio. Sus habitantes cuidan el entorno con mimo y mantienen viva la tradición ganadera, sobre todo de vacas, símbolo de su identidad rural. También ofrecen excursiones a caballo, una de las experiencias más buscadas por quienes desean conectar con la naturaleza.

Aunque pequeño, Sarvisé está muy preparado para recibir a los viajeros. Su oferta turística es sorprendente: hoteles, hostales, apartamentos y casas rurales que invitan a quedarse más de una noche. Y su ubicación, a pocos kilómetros del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, lo convierte en el punto de partida perfecto para los amantes del senderismo y la aventura.

Pero Sarvisé no solo guarda paisajes; también historia. Su nombre aparece documentado por primera vez en 1050 como Sarbisse. Fue sede del marqués de Sarvisé, que habitó un torreón defensivo del que hoy solo quedan los muros.

El capítulo más trágico llegó durante la Guerra Civil. La iglesia del pueblo se derrumbó y, con ella, ardieron las casas vecinas. Años después, los vecinos la reconstruyeron piedra a piedra, como símbolo de su resistencia.