Zaragoza
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Cuando los negocios funcionan es porque hay personas con entusiasmo y entrega que lo hacen posible. En muchas ocasiones, aquellas que no se ven son las más esenciales. Es el caso de Eloísa Artal, una hostelera que forma parte de algunos de los establecimientos más emblemáticos de Zaragoza. Junto a su marido, Iván Acedo, gestiona Bunkerbar, Selvatik, Kentya y La Embajada con un papel fundamental en cada proyecto.

Está claro que para trabajar en la hostelería hace falta ilusión, pasión y ganas de hacer las cosas bien. De eso va sobrada Eloísa Artal, a quien siempre le llamó la atención este mundo y a quien le emociona poder hacer disfrutar a los clientes. “La gente dice que la hostelería es muy dura, porque no vas al ritmo del resto de la sociedad, yo la disfruto”, defiende.

Así pues, el camino de Eloísa Artal estaba destinado a encontrarse con la restauración. “Empecé a estudiar en la Escuela de Hostelería de Zaragoza. Inicialmente entré en cocina, pero me di cuenta de que necesitaba estar en contacto con los clientes. Hice el Grado Medio de Cocina, pero en el Superior me cambié a Sala. Estudié la carrera de Turismo y trabajé en muchos sitios, pero la historia empieza cuando mi marido creó Aura. Me dijo que necesitaba tener a alguien a su lado y le ayudé a comenzar con el proyecto”, cuenta sobre esos inicios.

Con Aura empezó todo y aunque su apertura no fue fácil, fue el inicio de una gran expansión. Seis años después, Acedo decidió montar el restaurante Bunkerbar, del que Artal es socia junto a Carol Lasmarías, con quien estudió hostelería.

Esto les supo a poco y el crecimiento continuó para Acedo y su mujer con la apertura, un año y medio después, de Selvatik. Posteriormente, nacieron Kentya, La Embajada y Kentya en Madrid, abierto el pasado abril, compartidos con otros socios.

Una esencia especial

Sin duda, todos sus locales son un éxito y cuentan con el reconocimiento de los zaragozanos, cada uno con su esencia, pero siempre con el cliente como protagonista. “Creo que todos son especiales y diferentes. Eso tiene su encanto y son un lugar referente en Zaragoza”, considera la emprendedora.

Además, destaca la ubicación “muy pensada y planificada” de todos y la importancia de la decoración y el servicio. “Aura está en la orilla del río con unas vistas espectaculares al Pilar y a la zona de la Expo y La Embajada es la más especial. Es un palacio precioso de 1800 y la terraza es espectacular”, detalla sobre el emplazamiento.

También pone en valor el buen servicio y la atención del personal en cada establecimiento. Para lograrlo, la hostelera defiende que es importante estar cerca de los trabajadores para ayudarles y dirigirlos y en eso, esta hostelera se lleva la Matrícula de Honor: “Me gusta mucho hacer equipo y que todos sepan lo importante que es el trabajo del otro. Tenemos un equipo de limpieza y si el local no está limpio, da igual que sirvas bien o que la comida esté rica. Y lo mismo al revés”.

En su caso, donde más tiempo pasa es en Selvatik, un restaurante con zona de juegos infantiles al que se refiere como su “campamento base”. “No me importa meterme en la barra y quitar el lavavajillas, contestar correos, llamadas, atender a los clientes, o estar en el parque viendo a los niños con las monitoras”, asegura Artal, dispuesta a cualquier cosa para que todo funcione.

Además, la gerente muestra su compromiso con la plantilla y subraya que le gusta que “aprendan de todo”, desde el funcionamiento de un cuadro de luces hasta a resolver peleas entre niños.

Inicios con inconvenientes

A día de hoy, Selvatik es un espacio de ocio y restauración consolidado en Zaragoza, como lo son el resto de los establecimientos en manos de este matrimonio. Sin embargo, al principio no faltaron los obstáculos.

“En Aura hemos sufrido mucho. Mucha gente lo criticaba, pero al final en Zaragoza se ha valorado lo que es y la posibilidad de celebrar ahí grandes eventos”, rememora Artal.

Terraza de La Embajada. La Embajada Zaragoza

Según reconoce la zaragozana, los demás también han tenido “sus tropezones”, como Selvatik, que iba a abrir en marzo de 2020, pero la pandemia retrasó la apertura casi un año, o Kentya en Madrid, donde han tenido que ir haciéndose hueco poco a poco: “Los primeros meses han sido duros, pero ahora el balance de septiembre es espectacular”.

Sin duda, todas las complicaciones se superan con el entusiasmo de hacer lo que te gusta. Y esa pasión, para Eloísa Artal, la mantienen viva los clientes. “Cuando veo que vienen cada día y que confían en mí, te da fuerza para seguir. También los equipos humanos”, se sincera.

Llenos de ambición y de pasión, este imperio Acedo-Artal seguirá creciendo hasta donde quieran. Eso sí, de momento prefieren no embarcarse en nuevos rumbos, aunque por oportunidades no será.

Interior de Selvatik. @selvatikzaragoza

“Iván ha conseguido que lo que ha hecho funcione. Desde fuera piensan que todo lo que toca lo convierte en oro y todo el mundo quiere traspasarle su local o montar algo con él. Todas las semanas le ofrecen locales. En principio decimos a todo que no, pero hay cosas tan interesantes que cuesta renunciar. Espero que no haya nada más, pero no pongo la mano en el fuego”, explica Eloísa Artal.

En definitiva, este capítulo apunta a que continuará pronto con novedades y siempre con el corazón de la mujer que le da sentido a todo con apoyo y trabajo.