Zaragoza
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Megan Montaner es una actriz versátil y elegante que no teme explorar nuevos medios y registros. Llegó al mundo de la interpretación por una corazonada, y su trayectoria confirma que a veces conviene dejarse guiar por el instinto.

Nació en Huesca en 1987, su salto profesional lo dio en 2010, cuando apareció por primera vez en la televisión nacional interpretando a Gloria en Amar en tiempos revueltos. Aquel papel, en apariencia modesto, fue el trampolín que la convirtió en una de las caras más reconocibles de la ficción española.

Su popularidad creció con personajes tan recordados como Pepa Balmes en El secreto de Puente Viejo, la inquietante Elena Echevarría en 30 monedas o la decidida agente Sara Campos en La caza.

Su último reto es La buena suerte, la nueva película de Gracia Querejeta inspirada en la novela de Rosa Montero. En ella, la aragonesa comparte cartel con intérpretes de primer nivel como Hugo Silva, Álvaro Rico, Eva Ugarte y Miguel Rellán.

Pocos saben que Montaner es oscense. Discreta con su vida privada, en distintas entrevistas ha dejado entrever algunos de sus gustos. Como buena aragonesa, adora el Pirineo.

Embalses de Lanuza y Bubal en el Valle de Tena, Pirineos de Huesca iStock

En una colaboración reciente con Jeep, confesaba que entre sus destinos favoritos para desconectar están los valles altoaragoneses: “Es un buen lugar para encontrar las dos cosas. Tienes lugares increíbles como Ordesa y Monte Perdido, el valle de Tena, Benasque... Quienes busquen aventura, naturaleza y belleza tienen que visitarlo”, decía.

También contaba que disfruta de las rutas de montaña con sus hijos: “Recuerdo ir desde Huesca hasta el refugio de Bujaruelo un día de lluvia torrencial. Las cascadas que vimos fueron impresionantes. Sin el Jeep no habría sido posible llegar”, recordaba.

Montaner tiene dos hijos con su pareja Gorka Ortúzar. En 2017 nació su primogénito, Kael, un nombre de origen celta que significa “guerrero poderoso”. En 2023 llegó Soren, el pequeño, cuyo nombre de raíces danesas se traduce como “dios del trueno”. Y como buena oscense, suele escaparse con ellos al Pirineo.

Benasque es uno de sus pueblos favoritos, y no es de extrañar. Se trata de una villa de montaña rodeada por las cumbres más altas de los Pirineos, bajo la atenta mirada del Aneto, y enmarcada entre dos parques nacionales (Ordesa y Aigüestortes), en pleno corazón del Parque Natural Posets-Maladeta.

El valle de Benasque tiene fama de ser el más hermoso del Pirineo. Durante siglos, su aislamiento lo convirtió en uno de los rincones más recónditos de la Península. Hoy las comunicaciones han mejorado, aunque la entrada principal sigue siendo un túnel excavado a pico y pala hace más de cien años. Desde Madrid se puede llegar en unas cuatro horas combinando AVE y carretera.

El pueblo conserva todo su encanto medieval, con casas de piedra y tejados de pizarra negra. Además de recorrer sus calles, merece la pena acercarse a los miradores del valle o visitar el centro de interpretación del Parque Natural. Los amantes del senderismo tienen rutas como la de los Llanos del Hospital, ideales para todas las edades.

En invierno, la estación de Cerler ofrece una de las mejores experiencias de esquí en España. Y durante todo el año, la gastronomía local: migas, carnes a la brasa o la trucha pirenaica... lo que convierte cualquier visita en una experiencia completa.