Convertir un viaje normal en uno gastronómico acaba siendo una constante en muchos grupos de amigos y familias españolas. Y es normal, para muchos lo mejor de visitar un sitio nuevo es conocer los mejores sitios para comer y tapear, haciendo del 'turismo de bar' una parte obligada de cada escapada.
Un estudio reciente del CIS (Centro de Investigaciones Sociales) lo avala, considerando que una cuarta parte de los españoles se consideran turistas gastronómicos.
No es para menos. Así como en Galicia tienen las bateas donde uno puede hartarse de mejillones, en Logroño está la mítica calle Laurel y en Zaragoza el Tubo. También en lo más profundo de Aragón hay rincones sin tanta fama, pero que no necesitan alardes ni reclamos para atraer clientes.
Ejemplo de ello es el restaurante Cuatro Vientos, ubicado en el pueblo turolense de Cantavieja (comarca del Maestrazgo). Con casi 1.700 reseñas y un 4,4 de valoración en Google, este establecimiento logra conquistar a centenares de turistas por el paladar, haciendo el mejor marketing que existe, el boca a boca.
"De todos los vientos del mundo, ¡me quedo con Cuatro Vientos!", destaca a modo jocoso Iziar en una reseña del restaurante. "Sin duda, lo recomiendo a cualquiera que pase por aquí", señalaba Iziar, haciendo de este tipo de opiniones una constante.
Carta y menú de Cuatro Vientos, Cantavieja
Hay gran variedad de opciones, pudiendo elegir entre platos míticos de la carta como cabrito al horno o la perdiz en escabeche, además de nada menos que cuatro menús. Son los siguientes: El de fin de semana (26 €), menú chuletón (32 €), menú degustación cuatro vientos (33,50 €) y el infantil (14 euros).
Uno de los más destacados es el de chuletón, acompañado de una ensalada y de virutas de paletilla de Teruel, virutas de queso de Tronchón y polvo de almendras. Aunque también hay diversas opciones de tapas, raciones y almuerzos, algo que fascina a decenas de moteros que pasan cada fin de semana. "Si eres motero este es tu sitio", señala Alfonso en un comentario.
Las opiniones, que no pueden ser más diversas, todas tienen el mismo toque positivo y favorable de los clientes: 'Venimos desde Valencia y no nos han podido recomendar mejor. Estamos encantados, menudo acierto", comenta Cristina.
Eso sí, como pasa en este tipo de locales que se convierten en tendencia, hay que reservar, sobre todo si se va en fin de semana.
Qué ver en Cantavieja
Además del Cuatro Vientos, uno no puede irse de Cantavieja sin recorrer las calles empedradas de su casco histórico. La localidad, que fue declarada como uno de los Pueblos Más Bonitos de España, se alza en lo alto de un impresionante peñón calizo, a más de 1.290 metros de altitud, ofreciendo vistas de postal.
Tiene un claro toque medieval y entre las principales paradas que hacer en la visita destacan: la emblemática plaza porticada de Cristo Rey (una de las más bellas de Aragón), la monumental iglesia de la Asunción, la iglesia de San Miguel, el Ayuntamiento, el Museo de las Guerras Carlistas y, como no, la Plaza de España. Eso sí, siempre haciendo hueco al Cuatro Vientos.
El trayecto desde Zaragoza es largo pero merece la pena. Cantavieja está a casi tres horas de la capital aragonesa en un trayecto de 187 km que circula por la Autovía del Ebro y A-1702. La distancia le juega en contra, ya que muchos zaragozanos se quedan únicamente en pueblos más mediáticos como Valderrobres o Albarracín, sin embargo sus calles empedradas y sus encantos gastronómicos bien merecen una escapada.
