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Muchos habrán oído hablar del K-Pop por la nueva película de Netflix que está 'petándolo'. Las guerreras K-POP ha sido un éxito rotundo, alcanzando el número 1 y popularizando sus canciones incluso entre los más pequeños.

Pero la ola surcoreana no acaba de llegar y su incursión no solo está en el baile o la música. La gastronomía, la cosmética, la moda, el cine y las series llevan años fascinando a los jóvenes.

"Yo descubrí el K-Pop hace 11 o 12 años creo", relata Cristina a El Español. Cristina, una joven que aún no ha cumplido los 30 años, tiene más de una década de experiencia en grupos de baile K-pop.

Antes nos llamaban friquis. Pero creo que han cambiado mucho las cosas, ahora se ha aceptado más

Sin saber qué era exactamente el K-pop, Cristina (@nekowii en redes sociales) buscaba un grupo para bailar y encontró un anuncio en el Cipaj: "Voy a ver qué es esto". Lo que comenzó como una curiosidad se transformó en una pasión.

"El K-pop me encantó y me gusta muchísimo, me gusta más que cualquier otra cosa, la verdad". Su primer grupo fue Monsta X, aunque el "típico grupo con el que entras al K-Pop hace unos años era BTS". Hoy, Blackpink, Stray Kids, Enhypen o Seventeen son de los más famosos.

Ahora, canciones como Golden y Soda Pop, de la película de Netflix, se escuchan en bucle en Spotify, cuentan con miles de vídeos con los bailes en redes sociales y están nominadas a la categoría de Mejor Banda Sonora Original (B.S.O.) de los K-World Dream Awards.

Además, ambas canciones también están causando sensación en la lista Billboard Hot 100. Según Billboard, este julio Golden alcanzó el segundo puesto, superando el récord anterior de Let It Go, de la película de Disney Frozen (2013), que llegó al quinto lugar.

Música, letra, pero sobre todo coreografía. Para Cristina, el baile es el principal atractivo. La coreografía es tan crucial que considera que puede representar "hasta un 60% de la importancia de una canción". "Es muy importante que la canción sea buena, pero si el baile es malo, no va a tener la misma fama", sentencia la zaragozana.

Antes ser fan del K-pop o el anime era algo minoritario y podía hacerte sentir "rarita". No obstante, Cristina percibe un cambio: "Antes nos llamaban friquis. Pero creo que han cambiado mucho las cosas, ahora se ha aceptado más", gracias en parte a las redes sociales, a las series coreanas y a la nueva superproducción de Netflix.

La diversidad musical es inmensa, con "probablemente 100 grupos o más" entre activos y nuevos. Más allá de las canciones "muy melódicas", la estética general es un motor clave de la ola surcoreana, pero no el único.

El K-pop es un género musical dentro de esta marea que engloba también la gastronomía, la moda, la cosmética, las series… en fin, una manera de vivir que no está exenta de críticas. Cristina es sincera sobre los valores que transmite: "No te voy a mentir. Los valores que da el K-Pop, los K-dramas y todo eso no son... los mejores. Al fin y al cabo se centran solo en estética". Para ella, podrían considerarse "superficiales".

Yendo un poco más lejos, la industria del K-Pop impone una presión extrema a los idols, quienes deben ser personas perfectas, a las que admirar, con cada detalle de su apariencia medido, en su sitio, impoluto.

Las coreografías sincronizadas hasta el milímetro requieren muchas horas de trabajo y preparación. Pertenecer a una banda es todo un compromiso que exige una dedicación plena y total. Una presión que puede llegar a ser desmedida por cumplir las expectativas y que ya ha tenido consecuencias trágicas en la industria musical.

Suicidios como los de los cantantes y bailarines de K-Pop Sulli (ex-f(x)) en 2019 y Moonbin (Astro) en 2023 conmocionaron a la sociedad y pusieron de relieve la dura realidad de la industria.

A pesar de sus desafíos, el K-Pop ha demostrado ser una auténtica ola con mucho ritmo que parece que ha llegado para quedarse, y a la que es importante no quitarle el ojo para aprender a surfearla y disfrutarla, y que no nos arrolle.