Paolo y Andrea son una joven pareja que hace unos meses decidió emprender y montarse su propio negocio en Zaragoza. Hace tres meses abrieron una panadería-pastelería, Harmelys, en el barrio de las Delicias (calle Ramón J. Sender, número, 3). Con cariño, pasión y mucha ilusión, se han ido ganando a los vecinos de la zona y de toda la ciudad.
Paolo y Andrea tenían claro que querían emprender, a pesar de todo lo que ello conlleva. Sin embargo, el hecho de abrir un ‘bakery’, surgió de imprevisto. La prima de Andrea ya tiene una pastelería en Zaragoza, El Coral, y le ofrecieron el local que ahora regenta la pareja. “Surgió la oportunidad, era hora de emprender y nos tiramos a la piscina”, comentan sobre aquel inicio.
Y es que, tal y como cuenta Andrea, en este rincón ya había una panadería con una larga trayectoria en el barrio (en la zona La Bombarda), aunque había cambiado en alguna ocasión de dueños, hasta llegar a sus manos.
No obstante, el actual negocio no tiene nada que ver con lo que había anteriormente, ni el nombre ni la oferta. “Absolutamente todo es distinto. Hemos dado un cambio para intentar llevarlo a lo más moderno”, afirman los propietarios de este acogedor establecimiento.
En busca de esa innovación, Harmelys apuesta por dar cafés, otro tipo de repostería, o la principal novedad, el té matcha, todo para llevar. Desde pan, napolitanas y pasteles tradicionales hasta batidos, cafés, té matcha, tartas, palmeras o focaccias… La oferta en el local es muy variada y exquisita, y llega de diferentes obradores con los que trabaja la pareja.
Matcha.
Modernidad e innovación
Eso sí, todavía con la costumbre del negocio anterior, lo que los clientes más demandan sigue siendo el pan. De hecho, Paolo y Andrea, con ganas de innovar, reconocen que en su sector (panadería y pastelería) “no hay nada parecido” en el barrio y que para la gente ha sido “un poco chocante” ver algunos productos.
En esa línea, aseguran que algunos se resistían a probarlo, pero ya “se van acostumbrando”: “Animaría más a la gente a probar cosas diferentes. Nos hemos dado cuenta de que hay gente muy rutinaria y no experimenta cosas buenas, o cosas ricas, en este caso. Hay varios vecinos que se animaron a probar el matcha o los batidos, y nos dijeron que está bastante bueno, que no se esperaban eso y han vuelto a repetir”.
En general, ambos se muestran muy contentos con la acogida de estos meses y admiten que con el boca a boca y las redes sociales, muchas personas les han empezado a conocer, también fuera del barrio. “Vienen de otras partes de Zaragoza sobre todo a probar el té matcha”, confiesa Paolo.
Así pues, ya tienen en el horizonte nuevos retos, como poder tener una terraza en la que los clientes tomen un café o un matcha con algo de repostería. Sin embargo, van paso a paso y saben que esto es “una prueba piloto” para el futuro.
Por último, su horario de apertura al público es de lunes a viernes de 8.00 a 16.00 y sábados y domingos de 8.30 a 15.00.
