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Fermín, Carlos, Juan Luis, Augusto, Carlos Valledor y Satur forman B Vocal, uno de los grupos más longevos del panorama español. Con su música 'a capella' por bandera y su estilo inconfundible han traspasado las fronteras de Aragón y han actuado ante millones de personas en China, Corea del Sur, Estados Unidos y media Europa, acumulando premios allá donde cantan.

De su primera vez han pasado ya 30 años, tiempo en el que no solo ha cambiado la música, sino que lo han hecho ellos mismos. Augusto y Carlos, miembros fundadores, repasan con EL ESPAÑOL DE ARAGÓN cómo fueron sus inicios y todas las anécdotas de este particular viaje vital, que les ha llevado a actuar ante Rafa Nadal o los mismísimos reyes de España.

Convencidos de que ninguna inteligencia artificial (IA) podrá sustituirles, afrontan el futuro con optimismo con los aranceles y las tensiones políticas de telón de fondo, factores que, como les está ocurriendo al resto de artistas, están dificultando sus conciertos en el extranjero.

La próxima parada de la celebración de sus 30 años será este mismo fin de semana con el Festival Internacional B Vocal A Capella, que encara ya su séptima edición. Y para la segunda mitad del año anuncian grandes sorpresas.

B Vocal cumple 30 años; tres décadas en las que han hecho miles de conciertos, han visitado más de 40 países y hasta han sido pregoneros. ¿Imaginaban que iba a dar tanto de sí?

Carlos Marco: Para nada. Recuerdo que, por aquel entonces, quedábamos en casa de otro compañero para ensayar. Íbamos en autobús y nos costaba cerca de una hora, y ya de camino nos poníamos a cantar. Jamás imaginamos que llegaríamos a cantar con nuestros ídolos, con gente a la que soñábamos parecernos. Tampoco que viajaríamos por todo el mundo y que el grupo tendría el éxito que ha tenido. Teníamos ese punto naïf.

Augusto González: Era un proyecto muy de amigos. Nos conocíamos de proyectos musicales en los que compartíamos habitaciones, pasillos y convivencia. Eran cursos de dirección de música y ahí confluíamos todos en las mismas disciplinas, pero luego, cuando llegaban las tardes y las noches, empezaban a bullir ideas y en las habitaciones ocurrían cosas.

C. M.- En vez de montar fiestas organizábamos ensayos de la música que no podíamos hacer durante el día.

A. G.- La música prohibida [ríe]. Era una cosa muy alternativa, porque aquello era todo muy ortodoxo. Eran cursos de dirección musical en los que se ensayaban partituras clásicas y nosotros queríamos darle un punto diferente a una idea que no sabíamos ni que iba a convertirse en un proyecto.

Teníamos esa inocencia de los inicios, y poco a poco, con los ensayos en las casas de unos y de otros y los aperitivos que sacábamos después empezaron a salir los primeros proyectos. Hicimos un primer concierto en la sala de El Real, en la plaza del Pilar, al que ya vino gente del mundo cultural. Allí conocimos a Carmen París.

¿Cómo fue ese primer concierto?

C. M.- Estuvimos preparándolo durante casi un curso. En el repertorio había todo tipo de música: gospel, canciones de los Beatles… Nos queríamos distanciar del típico coro. Teníamos nuestra vista en otros grupos que habían tenido éxito a nivel internacional y que nos encantaban. Queríamos que el público de Zaragoza conociera ese tipo de repertorio. Me acuerdo de que en ese primer concierto estaba rígido.

Sin embargo, uno de los aspectos que ahora les caracteriza es el dinamismo…

A. G.- Entonces éramos estudiantes y cada uno tenía su historia. Aquel fue un repertorio muy animado que hicimos en nuestros ratos libres. Y ya en ese primer concierto empezaron a surgir cosas diferentes a la música.

La respuesta del público nos indicó el camino que ha sido una constante en el grupo y en su evolución artística; nos mostró por dónde podían ir los tiros para llegar a más gente con una disciplina que, a priori, es minoritaria y no tiene unos circuitos excesivamente extensos como puede ocurrir con el jazz, el rock o el indie.

No hay prácticamente circuitos 'a capella'. Lo que hay son festivales muy concretos en Europa y en el mundo. De hecho, nosotros hemos creado nuestro propio festival en Zaragoza.

C. M.- Si hubiéramos montado el grupo en otro país habría sido diferente. De alguna manera, el público te moldea cuando ves su reacción a determinadas cosas. Si el humor no hubiera tenido el éxito que ha tenido podríamos haber hecho algo más serio o más impactante. Pero el público en España es diferente. En Alemania, por ejemplo, sí hay grupos de música de humor, pero están más relacionados con el texto.

Nosotros también lo hacemos, pero ese punto más de show no lo sueles ver en los grupos 'a capella'. Es bastante único, la verdad.

¿Cómo han cambiado la propia música 'a capella' en estos 30 años?

C. M.- Ha habido momentos que han marcado la historia de la música de los grupos 'a capella'. Hubo una época en la que salieron series como ‘Glee’ o grupos como Pentatonix. Eso fue un antes y un después.

Ahora, los grupos 'a capella' que surgen son más modernos, tienen un punto más de 'beatbox', buscan impactar. Nosotros hemos absorbido parte de eso, pero tenemos nuestra propia identidad.

Cuando vas a los festivales de Austria o Taiwán ves que nuestro producto sigue siendo único en el mundo. Podemos hacer un heavy metal y a la siguiente canción, un flamenco, una música polifónica o una ópera.

A. G.- En estos años no solamente hemos ido adaptándonos, sino que a la vez, a nivel nacional e internacional, hemos marcado tendencia. Eso lo descubres cuando vas a los concursos o a festivales de cualquier tipo y ves que todo el mundo reconoce a B Vocal y su marca diferencial.

Eso también nos ha posicionado a la hora de ser auténticos, de no tener una influencia concreta ni ceñirnos a nada, pero sin negarnos a nada. ¿Hemos adaptado el 'beatbox' y tendencias modernas antes de que estuviera Pentatonix? Sí. Porque nosotros ya éramos referencia. Lo que pasa es que hay un producto de marketing que dio un pelotazo en internet y transformó un poquito la sonoridad y la estética con un par de vídeos que captaron la atención del público.

Pero nosotros ya teníamos ese recorrido hecho. Para nosotros, todo lo que sea hacer crecer nuestro producto es genial.

C. M.- De hecho, ayuda a que te sitúen de una manera más clara. Hace 30 años costaba.

¿Y cómo han cambiado Carlos y Augusto en estos 30 años?

A. G.- A mejor, claramente [ríe]. Cuando empezamos teníamos 20 añitos. Tenías todo por delante, todo por hacer, pero con mucha ilusión. A veces, la inexperiencia te hacía ir por derroteros de los que tenías que volver y desandar el camino para volver a andar. Ahora vamos bastante sobre seguro.

Todo el mundo reconoce la marca B Vocal y eso también nos da a nosotros una seguridad. Ahora tenemos 4.000 conciertos encima de nuestros cuerpos y espíritus. Eso se nota. Es decir, da igual al escenario que salgas. Nosotros hemos actuado ante 100.000 personas aquí o en China, hemos ganado premios en Estados Unidos, cuna de la música ‘a capella’... Da igual ya donde actúes, tienes un pozo de experiencia y un savoir-faire que te da seguridad encima del escenario. En eso hemos cambiado básicamente, en la experiencia y el poso escénico y artístico.

C. M.- También en esa versatilidad de si pasa algo o hay alguien enfermo, saber improvisar. Eso lo hemos llevado a límites en los que cualquier otro grupo no lo podría hacer. Al fin y al cabo, montamos un repertorio todos los años para el Pilar. Este va a ser el decimosexto año. Eso, ya no en el mundo ‘a capella’, sino en general, es muy raro de ver.

A. G.- Además, nuestros conciertos no solamente son conciertos, tienes que construir un espectáculo. Lo que nos marca diferencialmente es eso.

¿Cómo se lleva ese estrés adicional por reinventarse continuamente?

C. M.- Es un estímulo, porque si todos los años no tuviéramos que montar un nuevo espectáculo, a lo mejor no lo montábamos. Esto nos ha obligado a hacer todos los años de 13 a 15 temas nuevos con sus respectivas escenas. Tenemos un gran acúmulo. Ahora, de hecho, estamos grabando un nuevo disco para presentarlo de cara a las Fiestas del Pilar y no sabemos qué temas elegir.

A. G.- Todo esto te proporciona también un producto con el que girar. Presentamos en octubre y eso ya te da pie para ir a Madrid, moverte por toda España y hacer gira internacional. Puedes ofrecer un producto nuevo cada año, y eso es fundamental. Porque un grupo como el nuestro necesita frescura y renovación continua y, además, la gente lo agradece. Sabe que si viene al año siguiente no van a ver lo mismo que el anterior, que les vamos a sorprender.

Ahora llevan ya miles de conciertos a las espaldas, pero ¿cómo es la primera vez que uno se sube a un escenario en China o en Corea del Sur?

A. G.- Es exigente y lo es por todo: el idioma, la diferencia cultural… Hemos cantado en inglés, en chino, en francés, en alemán…

C. M.- El primer año estuvimos en Taiwán en uno de los festivales más potentes de Asia después de haber ganado en Austria. Fuimos tan atrevidos que cantamos en taiwanés. Elegimos una canción súper conocida como puede ser aquí ‘Mi gran noche’ de Raphael. Creíamos que les haría gracia y la verdad es que fue un éxito alucinante. Entonces vimos que ahí había un filón.

¿En cuántos idiomas han podido llegar a cantar en estos 30 años?

A. G.- Serán más de diez idiomas y repertorios, exóticos a más no poder.

C. M.- Por ejemplo, cuando íbamos a Corea, todos los años montábamos un mix coreano. Y también lo tenemos en chino, taiwanés, japonés, ruso, alemán, italiano, francés...

¿Y cómo hacían para aprenderse el texto?

C. M.- Al principio era muy complicado, la verdad. Yo, de hecho, empecé a aprender chino por eso. Estudié cuatro años. También porque llegabas allí y la gente no hablaba inglés.

¿Se sienten más queridos fuera que en Aragón?

A. G.- En los últimos años hemos visto que el público de Aragón nos quiere mucho, muchísimo. Lo notas cuando viene el Pilar, en la calle… Desde 2010 empezamos a programar de forma continua en los grandes escenarios de Zaragoza: el Auditorio, Teatro Principal y el Palacio de Congresos, y no hemos dejado de llenar ningún año. Es una pasada.

C. M.- Tenemos también clubs de fans en Japón, en China... Allí también nos quieren mucho, y vas a Madrid y también llenas los teatros. La gente te sigue, te admira…

A. G.- Además, el tipo de público que genera B Vocal es tan diverso... Cronológicamente y en cuanto a gustos. A veces tenemos hasta cuatro generaciones de una misma familia. Ejemplos de bisabuela, abuela, padre e hijos tenemos unos cuantos.

¿Es muy distinto el público de China que el de Estados Unidos o Corea del Sur?

C. M.- En China, tú sales, dices ‘ni hao’, que es hola en chino, y ya se vuelven locos. Es increíble. Les encanta el español y es gente a la que le gusta mucho la música ‘a capella’.

A. G.- Entran a todas las bromas… Allí las hacemos más visuales, hay más ‘clown’. También hacemos juegos de palabras en su idioma… Al final descubres que el mundo es bien pequeño.

C. M.- Con internet, culturalmente al menos, la gente conoce todo. Entonces cantas un tema X y lo conocen y dices ‘wow, qué pasada’. Los primeros años que estuvimos en China sí que te dabas cuenta de que no conocían muchas cosas. Muchísimas. No sabían quién era Tina Turner o Taylor Swift.

B Vocal es uno de los grupos más longevos de España. ¿Cómo se llega a esos 30 años?

A. G.- Bien, porque si no, no los habríamos cumplido.

C. M.- Es una de las cosas que más nos preguntan y la respuesta es que sigue habiendo ilusión, nos llevamos bien y ya nos conocemos mucho. Sabemos de qué pie cojea cada uno y nos aceptamos. Al final, queremos que siga esto. A mí todavía me apetece montar repertorio nuevo y hacer cosas. Cuando eso se acabe y no haya bolos… Pero como sigue habiéndolos, podríamos estar así hasta que nos jubilemos.

A. G.- Nuestro trabajo es muy agradecido. Subir al escenario y ver la felicidad de la gente con lo que estás haciendo también engancha. Necesitas volver a hacerlo. Porque eso genera una energía muy positiva para seguir mostrando al público tu trabajo para hacerlo feliz y tú sentirte a la vez feliz.

C. M.- Hay gente que necesita hacer ejercicio. A nosotros nos pasa lo mismo subiendo al escenario.

Pero el proyecto va mucho más allá de subirse al escenario. De hecho, como decían, tienen un festival propio…

C. M.- Esta va a ser ya la séptima edición. Hay grandes referentes, como Viena, donde el festival dura un mes y se canta al público desde el balcón de edificios emblemáticos como el Casino. Allí vimos que el público era muy entendido y estaba encantado. Entonces quisimos montar algo parecido aquí, y de ahí surgió la idea.

El festival es un motor para que otros grupos vengan aquí y nosotros vayamos allí, estamos muy contentos. Además, cada vez gana en público y notoriedad. Cada vez es más conocido. Es un proyecto de futuro.

A. G.- Y en general, supone proyección de la ciudad y de la región. Hace que Zaragoza se convierta en el eje, en el corazón de la voz y de la música vocal durante esos tres días, y eso llama la atención. Vienen a vernos desde otros puntos de España y se genera una sinergia súper potente para que Zaragoza también sea conocida en nuestro ámbito. Cuando traemos a los grupos que traemos, al público le encanta.

Tenemos muchas solicitudes de todo el mundo, de grupos de Iberoamérica, de Asia, de Norteamérica… El festival, de momento, es reducido, pero queremos que vaya creciendo con el tiempo.

¿Hay intención entonces de tirar para adelante?

C. M.- Nos gustaría traer aquí la idea de los balcones, hacer talleres, dar masterclases y que el festival dure cada vez más fines de semana.

¿Cómo va a ser el calendario del 30 cumpleaños?

A. G.- El calendario de actuaciones en España va a pasar por una nueva gira nacional. Además, estamos cerrando todavía los compromisos internacionales. Habrá tres o cuatro momentos importantes entre noviembre y diciembre.

Vamos a estar en tres de los grandes espacios escénicos en Zaragoza en momentos cruciales del año. Primero será el festival, que hacemos ahora en el Teatro Principal, luego el Pilar, que será cuando presentaremos el espectáculo del 30 aniversario en el Auditorio, y ya, para Navidad, estaremos en el Teatro de Las Esquinas. Además, por el Palacio de Congresos hemos pasado también con nuestros espectáculos pedagógicos.

Y como adelantaba Carlos, estamos preparando un formato que, tal y como van los tiempos, tendrá mucho que ver con lo digital, pero también con lo físico, de cara a la presentación del 30 aniversario para revivir la historia de B Vocal.

¿Qué grandes hits dejan estos 30 años? ¿Cuál ha sido el momento cumbre para Carlos y Augusto?

C. M.- Ha habido muchos. Cuando estuvimos en la Expo de Shanghái actuamos en un barco con forma de dragón por el río. Parecía que estabas en ‘Titanic’. Te sentías el rey del mundo, fue muy impactante, la verdad.

A. G.- Yo me quedaría con dos o tres momentos. El premio de Nueva York fue muy importante e impactante porque, al fin y al cabo, estás en la cuna de muchas cosas. Estamos hablando del festival vocal más importante de América. Nosotros ganamos en Nueva York el premio del público y del jurado, y luego representamos a Nueva York en San Francisco. Fueron dos momentos potentísimos en los que el grupo estaba como en el cénit. Parecía una escena de ‘La ciudad no es para mí’, cuando Paco Martínez Soria va a Madrid con la cesta de las gallinas. Eso, que fue un momento icónico para nosotros, también nos abrió muchas puertas. Y luego, hemos tenido actuaciones ante la Casa Real, tanto ante los reyes actuales como ante los eméritos.

C. M.- También tuvimos la suerte de conocer a Rafa Nadal en una gala de deporte que hizo As por su 50 aniversario.

A. G.- Otro momento fue el de salir al balcón del Ayuntamiento el día del pregón con cien mil personas ahí, un hervidero de gente.

Para ustedes eso tiene que ser lo normal...

A. G.- Sí, pero en un concierto, no en un pregón [ríe]. Haber sido elegidos pregoneros de las Fiestas del Pilar y haber podido mostrar a toda nuestra ciudad y a toda la Comunidad, a toda España, nuestro cariño por ellos y lo que significa para nosotros sentirnos de aquí y representar algo como B Vocal… Fue muy emotivo.

En los últimos días se está volviendo a hablar mucho de los aranceles. ¿Afectan a la hora de planificar una gira internacional?

A. G.- Afectan los aranceles y la propia situación mundial. Nosotros hemos dejado de ir a Rusia, donde obtuvimos varios premios, teníamos muchísimos amigos y nos esperaban con los brazos abiertos en cada una de las ediciones del Festival Spring Acapella de Moscú, donde éramos uno de los grupos estrella.

Hemos dejado de ir y uno de los premios que tenía dotación económica lo donamos a las víctimas ucranianas. Porque también nos comprometemos con lo que creemos que es justo y sabemos reconocer lo que es injusto y actuar en consecuencia.

A nuestro negocio también le afecta cualquier volatilidad que se produzca a nivel internacional, ya sea económica, política... También influye, por ejemplo, la situación que tiene China respecto a su lucha con Estados Unidos.

Con las tensiones bélicas de Corea del Sur con Corea del Norte ocurre lo mismo, siempre está la amenaza nuclear.

C. M.- La última vez que estuvimos, el año pasado, había globos aerostáticos con basura. Te llegaban mensajes al móvil.

A. G.- Pero bueno, nosotros subsistimos a pesar de todo eso y simplemente nos fiamos de nuestros promotores, que son empresas muy serias y en cuanto ven la posibilidad de que B Vocal esté, es en lo primero que piensan. A ellos también les gusta tenernos allí y que nuestros fans disfruten.

Después de estos primeros 30 años, ¿hay B Vocal para rato? ¿Hacia dónde se dirige el grupo?

C. M.- Seguiremos evolucionando hacia otras cosas y nos sabremos mover.

A. G.- En un mundo marcado por la inteligencia artificial todo se puede replicar tecnológicamente, pero nuestro trabajo es tan emocional, tan presencial, tan físico, tan de sentir las cosas… No es fácil sustituirnos por cualquier inteligencia artificial. Y en ese sentido, nuestra creatividad también está teniendo en este momento un valor adicional, porque son cosas a las que la gente yo creo que va a volver.

Todo aquello que no parezca falso, que no se pueda replicar de cualquier manera con una imagen creada por IA, sino ir, sentir una butaca en un teatro, sentir la emoción del que tienes al lado que está llorando, riendo y sentir cómo el artista te está transmitiendo las emociones va a ser un gran valor. Hacia ahí vamos a ir.