De Ida y Vuelta, es el nombre de su negocio, pero también podría ser el título de su vida. Adela ha ido y venido, subido y bajado muchas veces, va y vuelve y no se detiene. A los 55 años, con dos hijos ya mayores, podría uno empezar a pensar en la jubilación, pero ante la idea Adela suelta una carcajada y comenta divertida que eso no va con ella.
Estamos en la trastienda, un pequeño office detrás del mostrador oculto tras una cortina. Llego un poco tarde, y la persiana está bajada. Mensaje y enseguida me abre y me recibe con los brazos abiertos. Adela es así: acogedora. No hemos comido ninguna de las dos, pero no supone ningún impedimento para empezar a charlar de la vida y de los negocios.
Vive a las afueras, pero un día a la semana se queda al medio día para avanzar con los pedidos y ordenar el correo, "esto de la trastienda es lo que más me cuesta; a mi me gusta atender a la gente, pero claro, en un negocio hay de todo" se justifica con una sonrisa y un brillo especial en la mirada.
Adela en su tienda De Ida y Vuelta.
Es emprendedora, no, mejor: es tendera. Ama lo que hace y eso se nota. Su aventura con De Ida y Vuelta comenzó al recibir de herencia el piso de su padre, "Eso me permitió tener independencia económica para poder montar un negocio, porque si no es realmente muy difícil”, explica. Trabajaba de dependienta, pero con el COVID la despidieron y, con 54 años, vio su momento: “Dije, bueno, pues esta es la mía, voy a intentarlo”.
Tras varios cursos de formación con el Ayuntamiento de Zaragoza y el IAFF, y una ardua búsqueda de local, montó su tienda de productos a granel en el corazón del distrito Universidad en calle Tomas Bretón. "Estoy muy contenta con la ubicación, es un barrio estupendo. Cuando estaba limpiando el local y lijando las mesas, me entraba muchísima gente a preguntar"; en Zaragoza somos curiosos, pero sin maldad; sencillos y sinceros y eso Adela lo agradece "Muchísima gente al abrir empezó a comprarme. Gente que ahora ya no compra porque entiendo que han vuelto a sus costumbres, pero hicieron un gran esfuerzo por apoyar a alguien que se pone en el barrio y que tiene un proyecto bueno" reflexiona.
Adela en su tienda De Ida y Vuelta.
Adela es tendera por vocación, emprendedora por necesidad y buena por naturaleza. Su proyecto no es vender, es cuidar la naturaleza: "Llevo muchos años intentando consumir sin hacer basura, sin envases y sin plástico. Creo que es un grave problema, pero bueno, aparte de lo que se hace a nivel global o institucional o político, creo que las personas individualmente tenemos un gran poder. Y lo que cada uno hace, suma. Se pueden cambiar muchas cosas", sentencia optimista.
En De Ida y Vuelta puedes encontrar una gran variedad de productos a granel, desde legumbres, cereales y pastas hasta frutos secos, especias y café. También ofrece productos de limpieza y de higiene personal sostenibles, como jabones sólidos, detergentes biodegradables y champús sin plástico.
Pero lo que realmente hace especial a la tienda de Adela es su apuesta por el producto de proximidad. Siempre que puede, elige proveedores locales y pequeños productores. Sus harinas y pastas vienen de molinos cercanos, los frutos secos y legumbres de cooperativas aragonesas, y muchos de sus jabones y cosmética natural son elaborados artesanalmente en la región. “Me gusta saber a quién le compro y a quién apoyo con mi negocio”, dice Adela con una sonrisa de satisfacción, convencida de que cada compra es un acto de responsabilidad, y que con los pequeños gestos cambiamos de verdad, el mundo.