"La buena convivencia en una comunidad de propietarios, depende en gran medida de profesionales que la equilibran y que hacen que se cumplan las normas".
Nuestro hogar, el refugio que todos buscamos. Todos los días, millones de españoles repiten un gesto cotidiano, sin pensar, llegan a casa, cierran la puerta y respiran. Ese, por fin, ya en casa, es una sensación muy extendida y universal.
No obstante, esa paz íntima dentro del hogar, tiene un pequeño enemigo invisible, los conflictos de convivencia entre propietarios. En España, más del 80% de la población vive en una comunidad de propietarios, bajo el régimen de la propiedad horizontal. Por ello, lo que ocurre en las zonas comunes y detrás de la puerta de cada propietario, afecta en mayor o menor medida a la tranquilidad del resto de propietarios y ocupantes de la vivienda.
Cuando esta convivencia se tensa, porque hay ruido, desconfianza, decisiones mal tomadas, acciones molestas, insalubridad… la armonía del edificio, se quiebra. En este punto, alguien tiene que sostener dicha armonía.
Ese alguien, es el Administrador de Fincas Colegiado.
Más que administradores que administran la comunidad, en muchas ocasiones somos guardianes de la calma.
Por lo general, se nos encasilla como que la figura del administrador es el que lleva las cuentas o quien acude a las juntas para dar fe de los asistentes y acuerdos tomados, pero quienes ejercemos esta profesión sabemos que lo más importante y también más complejo, no aparece en las cuentas ni en las convocatorias.
Escuchar, comprender, calmar y mediar son parte esencial de nuestro trabajo diario. El Administrador de Fincas Colegiado, es, en muchos casos, el primer freno al conflicto. El que recibe la llamada del vecino indignado, el que explica la norma y ordenanza al que no la conoce, el que recuerda que, detrás de cada puerta hay familias, rutinas y sensibilidades distintas.
Un malentendido, un ruido puntual o unas obras sin preaviso, se convierten en tormentas perfectas, no por el mero hecho del problema en sí, porque no son grandes problemas, sino por las emociones y crispaciones previas, que siempre los amplifican.
En este caso, es donde la figura del Administrador de Fincas Colegiado adquiere su dimensión social. La objetividad en cada caso nos hace ser mediadores naturales, porque interpretamos la norma objetivamente y ayudamos a que los propietarios enfrentados recuperen un espacio común donde se pueda volver a dialogar.
No solo resolvemos, sino que evitamos que nazca el conflicto.
La ley de propiedad horizontal, que tantas veces se cita, pero tan pocas veces se comprende, no son leyes de prohibiciones, es el marco legal que permite que las comunidades de propietarios funcionen con seguridad, orden y transparencia.
Al Administrador, se le dedica un artículo de la citada ley, el artículo 20, que enumera las funciones que le corresponden, y empieza con la que entendemos es la más representativa de la convivencia en una comunidad de propietarios:
Velar por el buen régimen de la casa, sus instalaciones y servicios, y hacer a estos efectos las oportunas advertencias y apercibimientos a los titulares. Aquí queda reflejado lo que estamos poniendo en valor en este artículo, que para que una comunidad funcione se tiene que velar porque se cumplan las normas de la finca y el administrador, será el que tiene que conseguir que esto sea así.
Cuidar de comunidades de propietarios es igual a cuidar de las personas que las habitan. La conservación del edificio va más allá del tema técnico, ya que, bajar a cota cero, hacer una rampa accesible, no es solo cumplir con la normativa de accesibilidad, sino independencia para personas mayores o con movilidad reducida.
Las mejoras energéticas, no solo cumplen las exigencias de las instituciones, son ahorro para familias. Si el edificio funciona, la convivencia funciona, la vida en comunidad es mejor.
La buena convivencia en las comunidades no es imposible, es una responsabilidad compartida.
El éxito de las buenas relaciones no depende de las personas directamente, depende de que la información esté clara, que las normas se respeten, que las decisiones estén bien tomadas y que el mantenimiento del edificio esté bien planificado.
Los Administradores de Fincas Colegiados somos ese punto de apoyo para que cada día la convivencia sea posible.
Para que usted, cuando llegue a casa, cierre la puerta… y sienta que todo está bien.
Es nuestra misión, y nuestro compromiso.
