Zaragoza
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La historia de los Escolapios en Zaragoza es, en el fondo, la historia de muchas familias de la ciudad. Generación tras generación, miles de alumnos han pasado por sus aulas, hasta el punto de que cuesta encontrar a un zaragozano que no tenga un familiar que haya estudiado en alguno de sus colegios.

La red escolapia en Zaragoza está formada por tres centros que se complementan: Escuelas Pías, Calasancio y Cristo Rey. Cada colegio tiene su carácter y su forma de hacer, pero todos comparten una misma idea: acompañar a cada alumno en su crecimiento personal, académico y humano.

En Escuelas Pías se apuesta fuerte por una educación integral, sensible a la diversidad y abierta al mundo, donde el bilingüismo, el trabajo cooperativo y el uso inteligente de la tecnología forman parte del día a día.

Mientras que Calasancio pone el foco en la persona, con un acompañamiento muy cercano y una gran atención a los valores y al compromiso social. Cristo Rey se ha ganado fama por su manera innovadora de enseñar: proyectos, trabajo en equipo, gamificación y evaluación por competencias, todo ello reconocido en diferentes foros educativos.

Un bachillerato que suma y une

El puente que une esta experiencia educativa es el Bachillerato Escuelas Pías Montal‑Calasanz, nacido hace 25 años como proyecto conjunto de escolapios y escolapias.

Cada curso reúne a unos 400 jóvenes de los distintos colegios escolapios, de centros de escolapias y de otros institutos de Zaragoza, convirtiéndose en un auténtico punto de encuentro para estudiantes con trayectorias muy diversas.

En este cuarto de siglo, el bachillerato ha crecido en líneas, en itinerarios y también en prestigio. Sus resultados en la prueba de acceso a la universidad lo sitúan entre los mejores de Aragón, con un porcentaje muy alto de alumnos que supera las notas de 12 y 13 puntos.

Detrás de todo estoy hay algo muy importante: exigencia académica unida al acompañamiento personal y a una formación que no se queda sólo en los libros.

Mucho más que aulas y exámenes

La vida escolapia en Zaragoza no termina al sonar el timbre. En el corazón del campus de Escuelas Pías se encuentra la iglesia de Santo Tomás de Aquino, un templo del siglo XVIII que sigue siendo hoy un lugar muy vivo. Cada domingo, familias, alumnos, profesores y antiguos estudiantes se reúnen para celebrar la eucaristía, pero también para encontrarse, conversar y mantener ese vínculo que tantas veces continúa mucho más allá de la etapa escolar.

Este espacio, además, acoge conciertos, actividades culturales y encuentros que abren el colegio a la ciudad. Es un buen ejemplo de lo que los Escolapios entienden por educación: no sólo aprobar exámenes, sino crear comunidad, cuidar la dimensión espiritual y alimentar también la vida cultural de Zaragoza.

Una huella que se nota en la ciudad

En muchas casas hay historias compartidas de abuelos, padres y nietos que han llevado el mismo uniforme, han jugado en el mismo patio o han pasado por las mismas aulas. Esa continuidad genera un cariño especial y un reconocimiento casi unánime.

A esto se suma el peso de antiguos alumnos ilustres. Francisco de Goya, el general Palafox o Ángel Sanz Briz son sólo tres ejemplos de figuras que han marcado la historia del arte, de la ciudad y de la defensa de los derechos humanos, con raíces en el entorno escolapio. Y, por encima de todos, la figura de San José de Calasanz, nacido en 1557 en Peralta de la Sal (Huesca), que revolucionó la educación al impulsar una escuela popular, gratuita y abierta a los más pobres.

Un legado que mira hacia adelante

Hoy, con tres colegios en crecimiento, un bachillerato compartido muy valorado y una comunidad cristiana activa, los Escolapios de Zaragoza siguen fieles a tres grandes ideas: educar con calidad, acoger la diversidad y acompañar a cada alumno en todas sus dimensiones.

Lejos de quedarse en la nostalgia, la red escolapia se mueve en clave de futuro, apostando por nuevas metodologías y por una educación que prepare a los jóvenes para un mundo cambiante sin perder de vista los valores que la han sostenido durante siglos.

Combinar tradición y renovación, raíces profundas e innovación pedagógica es, tal vez, lo que hace que tantas familias sigan confiando en ellos.