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En un sector donde el peso del ladrillo ha sostenido durante años buena parte de la economía, el relevo generacional en la construcción se enfrenta a un reto silencioso: la falta de jóvenes dispuestos a tomar el testigo. Los veteranos, que aún cargan sobre sus espaldas el recuerdo de jornadas interminables, sueldos ajustados y una seguridad laboral frágil, denuncian que las condiciones apenas han cambiado.

Manolo Grande es albañil, tiene 62 años, y representa las sensaciones de unos trabajadores que, tal y como denuncian, llegan a estas edades “destrozados” y prácticamente sin estímulos para seguir ligados a la construcción.

“Cobramos lo mismo, o mucho menos, que en el 2000. Yo cobro lo mismo que cuando entré hace 30 años. En los 2000 había gente joven porque se ganaba algo de dinero, pero, tras el petardazo de 2008, los oficiales se fueron y ya no volvieron, y la gente joven ya no entró”, subraya Manolo, que también es responsable de la federación de Construcción de UGT en Aragón.

En este sentido, la crisis económica marcó un antes y un después para la construcción y, como explica Grande, muchos trabajadores abandonaron el sector y, pese a los ofrecimientos, ya nunca han regresado. “Me llaman las empresas pidiendo gente, y como no los clone... Me dicen que ya se han hecho a otra vida más cómoda, sin pasar frío ni calor”, destaca.

No en vano, según critican, los salarios eran una de las grandes ventajas sobre otros empleos como la industria, que ahora han cogido la ventaja. “Nosotros decíamos siempre que la hipoteca del piso la pagabas con la diferencia de salario con la industria del metal. Merecía la pena”, incide.

De hecho, uno de los grandes choques culturales que este grupo de trabajadores observa con los más jóvenes es la aceptación de las condiciones de trabajo. Un rechazo que, en el fondo, reconocen que tienen razón.

"Ahora la gente lo primero que pregunta es por las condiciones de horarios que van a tener, y lo veo bien. Si piensas tener familia e hijos, habrá que tener un horario para conciliar. Muchas veces no lo entendía, pero es que tiene que ser así", resalta Manolo.

Y, al final, termina teniendo consecuencias en las construcciones. “Con respecto a hace diez años, las empresas están dando un plazo de terminación de obras de, como mínimo ocho meses. Antes, todas las obras te decían que estaban en 24 meses, y hoy van por 32”, afirma.

La jubilación

Una posible solución que reclaman los trabajadores de la construcción es la aplicación de los coeficientes reductores de la edad de jubilación. Se trata de unos descuentos aplicados a la pensión en casos de jubilación anticipada voluntaria, que disminuyen el importe de la prestación en función de los trimestres que se adelante la edad legal.

Actualmente, los trabajadores de la construcción que tengan 38 años cotizados se pueden jubilar a partir de los 63, aunque con penalización, pero hay muchos que no llegan al tiempo marcado por cuestiones físicas. “Si a todos los problemas que tenemos, no llegas a la edad mínima para jubilarte con el 100%, es una de las injusticias más grandes del sistema laboral de este país”, expone Manolo Grande, trabajador de la construcción y responsable de la federación de Construcción de UGT en Aragón.

Esta petición la han trasladado ya directamente al Ministerio, que antes del verano aprobó el procedimiento que establece coeficientes reductores para anticipar la jubilación en actividades penosas y peligrosas. “Yo sería partidario incluso de que, una parte de mis salarios, los metan en una caja para jubilarnos antes”, comenta Grande.