Armando Zerolo (Madrid, 1978) filósofo, ensayista, profesor titular en la Universidad San Pablo-CEU y colaborador de El Español, ha visitado Zaragoza para un coloquio sobre su último libro 'Contra la tercera España. Una defensa de la polaridad'.
En él, Zerolo defiende que, frente a la tentación autoritaria, la democracia sigue siendo la mejor herramienta para gestionar una sociedad atravesada por conflictos y diferencias.
Lejos de lamentar la polarización como un mal absoluto, reivindica la 'polaridad' como una tensión fecunda que obliga a discutir, entender al otro y evitar el cortocircuito de una falsa unanimidad.
"Contra la tercera España. Una defensa de la polaridad" nace de una pregunta incómoda: ¿la democracia sigue siendo eficaz en tiempos de crispación, brechas sociales y desconfianza hacia las élites? Zerolo defiende que se está extiendiedo la idea de que la democracia es lenta, ineficiente e incapaz de responder a retos como la amenaza china, el desafío tecnológico o la inestabilidad geopolítica. Frente a esa tentación de "dar por amortizada" la democracia, sostiene que no es la causa del problema, sino parte imprescindible de la solución.
El profesor de Filosofía Política y del Derecho subraya que la democracia contemporánea nunca ha sido literalmente 'el poder del pueblo', sino un modo oligárquico de organizar el poder a través de una "triarquía de élites económicas, políticas y culturales".
"Nuestra democracia hoy es solo un proceso de gestión de tensiones a través del Estado de Derecho, la separación de poderes y la prensa", apunta. Y precisamente en esa gestión, sostiene, radica su superioridad frente al autoritarismo.
Libro de Armando Zerolo. Contra la Tercera España.
Una de las claves del libro es la distinción entre polarización y polaridad, concepto que Zerolo toma del campo de la física. La polaridad, explica, es la diferencia de potencial entre dos polos que genera corriente y movimiento. Trasladada a la vida social, esa tensión entre posiciones distintas puede producir amistad, creatividad y un pensamiento político más rico. La polarización, en cambio, aparece cuando uno de los polos desea que el otro desaparezca; cuando la diferencia se vive como algo que neutralizar y no como un motor de energía común.
Al llevar esta distinción a la política española, Zerolo denuncia una cultura pública que tiende a deslegitimar al adversario en lugar de discutir con él, y propone recuperar la polaridad como condición de una democracia viva.
Zerolo sitúa el corazón de la crisis democrática española en tres fracturas: la generacional, la social y la territorial. Advierte de que, "si la democracia no demuestra capacidad para abordar el encarecimiento de la vivienda, la precariedad juvenil, el aumento de la desigualdad o la llamada España vaciada, la ciudadanía dejará de creer que el sistema sirve para resolver sus problemas más graves".
A su juicio, el descrédito no nace de los casos de corrupción, sino que nace en 2008 con la percepción de que las élites económicas fueron rescatadas tras la crisis financiera con los ahorros de muchos contribuyentes que perdieron sus casas, "cuando en realidad no fue así".
"La gente lo que percibe es que no sólo no van a la cárcel sino que son rescatados con el dinero de los ahorradores, no es así y no se podía dejar caer el sistema financiero porque si no caíamos todos, pero la gente percibe otro tipo de corrupción que es distinta porque es una corrupción sistémica. La gente lo que percibe es que ya son las oligarquías y ahí surge el populismo. Ellos, la casta, son todos los mismos; venimos nosotros, que somos los del pueblo (que es el mismo discurso de Trump), a defenderos frente a las oligarquías", explica.
El libro también cuestiona la idea, extendida desde el 15M, de que el bipartidismo era el origen de todos los males. Zerolo recuerda que "el sistema electoral español se diseñó para favorecer gobiernos estables frente al caos parlamentario de la Segunda República" y que el bipartidismo del 78 no fue una "dictadura bicéfala", sino un modelo con alternancia real y cierto equilibrio de poder.
El pluripartidismo posterior, advierte, ha traído gobiernos frágiles y "pactos que a menudo no son constructivos, lo que alimenta la sensación de inestabilidad permanente".
Desde esa perspectiva, el problema no sería tanto la existencia de dos grandes bloques como "la incapacidad del sistema actual para evitar gobiernos Frankenstein" y para cumplir la función básica que, según cita de Hobbes, tiene toda política: prevenir la guerra civil.
Publicado en febrero, 'Contra la tercera España. Una defensa de la polaridad' ha tenido, según su autor, más recorrido del esperado, con presencia en prensa escrita, radio y televisión, y críticas "muy duras" que interpreta como signo de que el libro se ha leído más allá del círculo cercano.
Lo que más le sorprende, confiesa, es que "muchos lectores hayan recibido como ideas novedosas" lo que, en su opinión, "podría ser casi un manual de primero de Derecho y Políticas".
Para Zerolo, que conceptos tan básicos sobre democracia, poderes y conflictos suenen hoy a 'descubrimiento' es síntoma de algo inquietante: "que a lo mejor estamos perdiendo el sentido común".
Y es precisamente esa pérdida de consensos elementales, esos "lugares comunes borrados por años de crispación", lo que le lleva a defender una polaridad bien entendida como "antídoto contra la deriva autoritaria y como última oportunidad para recomponer la fe en la democracia".
