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Las celebraciones de Navidad se asocian a mesas llenas de comida y con abundantes sillas alrededor de ellas. Las familias se reúnen y comparten bonitos momentos. Sin embargo, no todos son tan afortunados de tener comida en su plato o de tener con quien celebrar estas fechas señaladas. Para muchos, la Navidad no es alegría e ilusión, sino un momento en el que la soledad o la pobreza se sienten todavía más.

Aun así, en estas fechas la solidaridad y la empatía brillan más que cualquier luz o árbol navideño. Así pues, son muchas las iniciativas que se impulsan para que las personas con menos recursos tengan, al menos, un día diferente.

Por ejemplo, desde hace unos años ya es una tradición la comida de Nochebuena en el comedor social de la parroquia del Carmen de Zaragoza. Allí, el restaurante Aura da de comer a casi 250 personas un menú especial.

En este comedor, donde colaboran decenas de voluntarios durante, Papá Noel se adelanta unas horas y consigue que el 24 de diciembre sea también especial para ellos.

El comedor social en Nochebuena. E.E.

Tras una mañana de trabajo, preparación y algo de estrés, a las 13.00 todo estaba preparado. La decoración navideña y las mesas estaban listas, también los voluntarios y parte del equipo de Aura para dar de comer a muchos usuarios, recibidos con una sonrisa y con un “feliz Navidad”.

Felicidad por ayudar

Es el noveno año que se celebra esta iniciativa impulsada por Iván Acedo, hostelero zaragozano y propietario del complejo Aura. “Hemos colaborado mucho con eventos benéficos y solidarios. Nos gusta mucho, nos hace felices poder ayudar a la gente que no tiene recursos”, reconocía Acedo preparado para servir a todos los usuarios.

El maître de Aura, Santiago Pastor; la directora Comercial y de Relaciones Institucionales de EL ESPAÑOL DE ARAGÓN, Susana Cano; el propietario de Aura, Iván Acedo; y la coordinadora del comedor social, Gloria Pardos. E.E.

“En esta fecha tan emotiva, en lugar de ir a tomar el vermú y pasarlo bien con los amigos, no nos importa perder la mañana, lo hacemos con mucho agrado y de corazón”, añadía el hostelero. Aun así, daba el mérito a los voluntarios que están “durante todo el año”.

Desde la parroquia, la coordinadora del comedor, Gloria Pardos, señalaba que es un día especial para los voluntarios y para la gente que va a comer. “Les damos un momento de alegría, de entretenimiento y de diferencia al día a día, y eso es suficiente”, explicaba.

En su caso, cuenta que desde que se jubiló está en el comedor y trata de pasar mucho tiempo para preparar las comidas. Normalmente, se ofrecen para unas 350 personas, aunque el día de Nochebuena nunca saben la cantidad que va a ir, pues, según afirmaba Pardos, hay algunos que tienen familia y amigos y se “diversifican”.

Una de las mesas del comedor.

Este año, los platos principales del menú eran un canelón de verduras con bechamel trufada y un ragú de ternera con champiñón, zanahoria y patata. “Intentamos que sea adaptado para todos los asistentes, hay mucho musulmán que no puede comer cerdo por su religión y tratamos de adaptarlo”, explicaba Acedo.

Además, acompañado de algo de picar, pan, fruta y otros dulces de postre como muffins, tartas o algunos más típicos de la Navidad.

En total, en la comida de Nochebuena participaron cuatro personas de Aura y unos 15 voluntarios. Uno de ellos es Jesús, que lleva 4 años colaborando en el comedor social todos los miércoles. Este año ha coincidido con una fecha especial y asegura que es “bonito”, pero también “duro”.

“Estás ayudando, pero ves que podrías ser esa gente, estar al otro lado, porque son personas normales. Estas situaciones te desmoronan y hace que te des cuenta de que otras cosas no son tan importantes. Nuestra labor es sonreirles y hacerles que pasen un rato agradable”, finaliza.