Zaragoza
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Existen profesiones para todos los gustos, pero no todas lo son para todo el mundo. Erica Villena nunca pensó que terminaría en un "oficio de riesgo". De pequeña quería ser fisioterapeuta, pero no le gustaba demasiado estudiar, así que empezó a ayudar en el campo a su abuelo.

A partir de ahí trabajó de camionera, en la obra e incluso de escayolista. Con el paso del tiempo el azar le llevó a trabajar en un sector todavía menos común: técnica en control de plagas, oficio en el que está ahora.

Erica, a sus 34 años, afirma que para ella no es una "profesión". "Aunque tenga otro trabajo este lo seguiré haciendo porque me gusta", confiesa con convicción.

Como dice, haría falta más de un día para saber en todo lo que consiste su trabajo, aunque lo principal que hacen es el control del agua y la desinfección, pero también el control de chinches, roedores y, sobre todo, exterminio de cucarachas.

Erica "disfruta con lo que hace", siempre de un lado para otro, aunque hace meses que Zaragoza ocupa la mayor parte de su trabajo, sobre todo desde la Dana del año pasado y por el aumento de ratas.

En lo relacionado con la Dana en Zaragoza, cuenta que aún están con el tratamiento de las aguas. Un trabajo que consiste en desinfectar las instalaciones y la red para llegar a todos los puntos y matar a las bacterias.

En concreto la legionella, una bacteria que vive en las aguas estancadas. "Siguen saliendo cosas después de un año", confiesa.

En cuanto a las ratas, explica que "hay muchísimas". No solo eso sino que "es reincidente y no se sabe de dónde vienen". Según ella, puede ser por la subida del río Ebro, el aumento de pueblos abandonados, las basuras o las obras. "Hay muchas por las gasolineras", explica.

La manera de "acabar con ellas" es siempre la misma: "Ponemos portacebos, ingieren el químico y mueren al cabo de unos días", cuenta Erica.

Pero no todo el mundo entiende su profesión, aunque siempre le han gustado los animales, este trabajo también ha cambiado su manera de tratarlos. "Yo veo la rata y hasta la tocaría, es un decir", confiesa.

También hay a muchas personas a las que les resulta "extraño" su trabajo por todo lo que puede implicar: "Nos metemos a sitios llenos de cucarachas, pero yo digo que me hacen cosquillitas", dice.

Además, Erica se ha enfrentado a críticas dentro de su propio oficio. En un trabajo donde la mayoría de personas son hombres, ha tenido que abrirse hueco. "Tengo más coraje que lo que puede tener un hombre en ciertas circunstancias", cuenta.

Según Erica, al ser un sector de hombres, existe "un cierto remordimiento". "La gente dice ¿cómo te enfrentas a esto? Tienes más... que un hombre, y a veces sí que les molesta un poco", añade.

Y, a pesar de lo que le gusta su trabajo, confiesa que su salario es "bajo". "Unos 1200 euros, que no es suficiente", señala.

Erica Villena trabajando en el control de aguas. Imagen cedida.

No cobran ningún "plus por tóxicos". "Tendríamos que recibir más ya que estamos en riesgo todo el día en carretera, con tóxicos...", cuenta.

Y continúa con más ejemplos: "Puedes quedarte ciego o tener quemaduras en la piel, y son cosas que no se contabilizan", dice.

Aunque en estos momentos su sector está luchando para intentar que la situación salarial mejore, Erica no lo tiene nada claro. Pese a ello, asegura que, al menos, con este trabajo, sabe que ha encontrado su vocación.