Dos son las Ofrendas que la ciudad de Zaragoza brinda a su virgen del Pilar: la de Flores y la de Frutos. Una es más conocida que la otra, aunque ambas dos brillan en los días grandes de la ciudad. La primera congrega a muchos más oferentes. No obstante, la segunda, pese a ser más corta y menos popular, tiene también muchas semanas (o más bien meses) de minucioso trabajo por detrás.
Lo sabe bien Lola Sebastián, presidenta de la Federación de Casas Regionales y Provinciales en Aragón, entidad que organiza la ofrenda desde hace ya medio siglo. Al menos así lo asegura a este diario, y añade que todo el esfuerzo y trabajo "se hace por amor al arte y a la Virgen"
La cita de este año lleva preparándose desde abril. "Hay días que estamos hasta las dos de la mañana con correos y mensajes, porque son muchos detalles", cuenta Sebastián con una sonrisa entre el cansancio y el orgullo. Su equipo coordina 85 grupos de oferentes -entre casas regionales, distritos y asociaciones vecinales-, lo que supone varios miles de participantes.
Cada grupo se inscribe durante el verano y, antes del 8 de septiembre, debe confirmar su participación. Desde entonces, todo se planifica al milímetro: horarios de salida, ubicación en el recorrido y puntos de encuentro.
"Nosotros controlamos las cuatro salidas desde la plaza de Santa Engracia", explica la presidenta. "Allí tenemos a nuestros 32 voluntarios, cada uno con su puesto y su responsabilidad. Todos están conectados por un grupo de WhatsApp para resolver cualquier imprevisto al momento", añade.
La Ofrenda de Frutos, en imágenes de archivo.
El objetivo es que todo fluya con naturalidad, aunque detrás haya una coreografía precisa. "Este año lo tenemos todo muy organizado para que no haya problemas: cada salida, cada grupo, cada esquina tiene su persona responsable", señala.
76 años de historia
La Ofrenda de Frutos nació en 1949 y fue impulsada por las casas regionales de otras comunidades asentadas en Zaragoza. "Querían donar a la Virgen los productos de sus tierras: frutas, verduras, alimentos que aquí no se conocían", recuerda Sebastián. Con el tiempo, ese gesto simbólico se transformó en una tradición arraigada, que mantiene vivo el espíritu de unión entre regiones.
Los alimentos ofrecidos se entregan al Cabildo Metropolitano, que los destina posteriormente a entidades sociales. "Tiene un significado mucho más solidario que se percibe menos desde fuera, pero que llega a mucha gente que lo necesita", apunta la presidenta.
Si algo caracteriza a la Ofrenda de Frutos es su belleza. No tiene tanta afluencia como la Ofrenda de Flores, pero cuenta con una emoción más íntima. "La nuestra es más recogida, más humana, con mucho carisma", define Sebastián. "Cada casa regional sale con sus trajes típicos, sus productos y sus canciones. Es un orgullo ver tanta diversidad unida por una misma devoción", asegura.
La Ofrenda de Frutos en Zaragoza, en imágenes de archivo.
La Federación cumple este año 50 años, y lo celebrará "por todo lo alto", como asegura su presidenta, recordando que aquella unión fue precisamente lo que permitió profesionalizar una tradición que antes se organizaba "entre amigos y presidentes de casas, como buenamente podían".
Orgullo aragonés
Para Lola Sebastián, que lleva años en la federación y ahora vive su primera ofrenda como presidenta, el esfuerzo merece la pena. "Soy aragonesa, y poder organizar la Ofrenda de Frutos es lo más bonito que me ha pasado. Estoy muy orgullosa de mi equipo, trabajan sin descanso, y aunque a veces me digan ‘no puedo más’, todos seguimos adelante", dice entre risas.
Su voz mezcla emoción y agotamiento, pero también la certeza de estar sosteniendo una de las joyas más auténticas de las fiestas del Pilar. "Es muchísimo trabajo, una barbaridad, pero cuando ves a la gente ofrecer sus productos, sus trajes, su ilusión... todo cobra sentido", asegura.
