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El rastro de Zaragoza es uno de los mercadillos más frecuentados de la ciudad. Su popularidad, según señalan los trabajadores, se deja notar "sobre todo los domingos". Una fama que ha traído consecuencias. Tal y como lo denuncian, una oleada de vendedores ilegales se reúne todas las semanas en los alrededores de la explanada del parking sur de la Expo (donde está ubicado).

Nada más entrar, cuentan que la zona de césped se llena de mantas con productos ilegales. También buscan sitio en el interior del rastro, donde la marea de clientes también es alta. Y, este es un "problema" que, según denuncian los vendedores, con los años se ha ido haciendo, poco a poco, "más grande". Hasta el punto de afectar "muchísimo" el día a día de los vendedores habituales del rastro.

Tal y como lo explican a este diario los trabajadores, con el crecimiento del 'top manta' las ventas han descendido "una barbaridad". El motivo, según señala Arantxa Forcadas, una de las detallistas habituales, es que en estos puestos fuera de la ley “venden desde fruta, verdura y miel hasta alcohol ilegal, incluso productos robados de supermercados". De hecho, asegura que ella misma pudo ver que regatean incluso "lonchas de jamón a dos euros”.

"Se llevan lo que pueden"

A ello se suma una preocupación creciente por la seguridad. “Nos han robado bolsos, carteras… te abren el camión por detrás y se llevan lo que pueden", continúa la mujer. "Hay muchísimos robos y la policía no está cuando se la necesita, la delincuencia aquí es brutal”, insiste, y en primera persona, puesto que ella misma fue víctima hace unos meses cuando le quitaron el bolso de su vehículo. "Apareció vacío en el baño. Como muchos otros, cogen el dinero y los dejan ahí", denuncia.

Una situación que se repite "cada dos por tres" y no solo entre los trabajadores, ya que "muchos clientes se quejan también de haber sido víctimas de hurtos". Ya son varios los clientes que atiende en su puesto que, a la hora de sacar la cartera para pagar, "se dan cuenta de que se la han quitado".

Unos puestos más allá, justo en el epicentro del mercado, Juan Jiménez, comparte una experiencia similar. Relata que hace "uno o dos meses", a su suegro se le olvidó poner el pestillo en la parte trasera de su furgoneta. "Entraron, cogieron la cartera y le quitaron como 200 euros. Luego la encontraron en el baño, pero vacía", denuncia.

Según cuenta, hay zonas del mercado especialmente vulnerables. Especialmente los puestos que "no tienen otro colindando y eso hace que tengan la parte de atrás sin nada que les proteja", explica.

Pero, no solo son objetos personales. Según lo expone Arantxa, los robos en el rastro también son hacia los productos que exponen en cada puesto. "Pasan como si nada, estiran la mano y se llevan las frutas que quieren", asegura. Y, es por eso, por lo que tanto ella como su marido han decidido poner un plástico por los laterales de su caseta y evitar así las tentaciones de los posibles ladrones.

Más allá de los robos, Juan también describe el ambiente de tensión que se vive cuando aparece la policía. “Se ponen en el medio de las calles, entre los puestos, donde es más difícil acceder con los coches. Cualquier día se monta una trifulca porque, cuando llega la policía, hay avalanchas", señala.

"Esto es una locura"

También advierte que, debido a los "macutos enormes" que cargan a sus espaldas estas personas, llegan incluso a "tirar las mesas de los puestos o chocan con la gente" en su huida de los agentes. "Ha habido accidentes. Esto es una locura", asegura.

Además, denuncia que las ventas se resienten ante la competencia desleal de productos falsificados. “Lo que ellos venden, al ser imitaciones, es más caro y, en vez de comprar ropa aquí, prefieren la falsa, aunque sea peor", expone.

Aunque no todos ven tan grande el problema. También en el meollo del Rastro, Abraham Hernández asegura que la situación no es "tan molesta". Tal y como el lo ve, "son personas que no tienen recursos" y, "mientras no hagan daño a nadie", asegura que a él le da "un poco igual".

Eso sí, coincide en que, cuando la policía interviene, se pueden generar situaciones "peligrosas" porque "salen corriendo sin mirar y, a veces, tiran a la gente". En cuanto a los robos, asegura que en su zona no ha visto incidentes, aunque sí confirma que "por megafonía se escucha bastante que se han encontrado bolsos vacíos en los baños".

“Cada año va a peor”, asegura Arantxa. “Aquí hace falta que la policía controle más y actúe", reclama la mujer, quien añade que "si el Ayuntamiento busca dinamizar el Rastro, primero hay que garantizar condiciones dignas y seguridad".

"Se están tomando medidas"

La marea ilegal que parece estar inundando el rastro es un hecho que aseguran conocer en el Consistorio. Carlos Gimeno, concejal de Economía del Ayuntamiento de Zaragoza, reconoce la existencia del problema y asegura a este diario que "se están tomando medidas para atajarlo".

El concejal señala que, en los últimos meses, ha firmado más de 50 sanciones propuestas por el Servicio de Mercados a vendedores sin licencia. Personas que "directamente se colocan en las esquinas sin ningún tipo de autorización, que venden productos robados o de segunda mano, o que con una licencia para un tipo de producto intentan vender comida”, detalla.

Según explica, la venta de productos ilegales, así como la venta de textiles o artículos de segunda mano sin licencia, está expresamente prohibida y la Policía Local ha intensificado su actuación en los últimos meses. “Los agentes están actuando con más frecuencia y se están imponiendo sanciones, aunque no podemos decomisar la mercancía", explica.

"El problema es que muchas de estas personas no tienen recursos y, pese a que les pongas una multa de 30 o 40 euros, no pagan y vuelven al día siguiente”, señala Gimeno, aunque asegura que "se trata de un fenómeno muy reducido si lo comparamos con hace años". Eso sí, insiste en que desde el Ayuntamiento son conscientes de que "sigue ocurriendo”, y se está trabajando en ello.