La temida sequía vuelve a azotar la cuenca del Ebro. La falta de lluvias durante los últimos tres meses, especialmente en octubre, ha hecho que aproximadamente la mitad esté, de nuevo, en una situación comprometida.
El escenario actual es parecido al de 2019, 2021 y 2022, pero peor que el de 2020. Con los embalses al 52,3% de su capacidad, por debajo de la media de 2024 y del promedio del último lustro, toca estar vigilantes y confiar en que no se llegue a los niveles de 2023, cuando se vivió uno de los episodios más intensos de los últimos años.
La situación afectó, sobre todo, a la margen derecha, con apenas un 39% del agua embalsada (265 hectómetros cúbicos), el mínimo de los últimos cinco años.
En su conjunto, la cuenca se encuentra actualmente en un estado "medio" en cuanto a reservas, según apuntan desde la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). El año pasado por estas mismas fechas, los embalses estaban al 71% de su capacidad como consecuencia de las lluvias de finales de agosto y los meses de septiembre y octubre, incluida la trágica dana que afectó a la Comunidad Valenciana y a varios municipios de las provincias de Zaragoza y Teruel.
Pero este año, la situación es radicalmente distinta. Apenas ha llovido en el último trimestre, sobre todo al norte y el oeste de la cuenca, y el nivel de los embalses ha ido cayendo semana a semana hasta los 4.083 hectómetros cúbicos que almacenan en la actualidad.
Si se atiende a los indicadores de sequía y escasez hay unidades que vuelven a estar en sequía prolongada debido a que, a pesar de los fenómenos adversos, los meses de septiembre y octubre no han resultado suficientemente húmedos. Y hay algunas unidades territoriales, agregan desde la Confederación, que se encuentran en algún estadio de "no normalidad" en cuanto a los índices de escasez.
En la cuenca del río Aragón, las entradas al embalse de Yesa han sido especialmente bajas en los últimos tres meses. Tanto que resultan ser el mínimo del registro histórico desde 1960. Debido a esto y a las demandas de regadío frente a la capacidad de regulación del embalse de Yesa, aún sin recrecer, la situación "ha alcanzado el nivel de emergencia" de acuerdo con los índices del Plan de Sequía.
Las cuencas de los ríos Gállego y Cinca se encuentran algo mejor, aunque también están en alerta según estos mismos índices.
Las cuencas pirenaicas son las más afectadas por la escasez, lo que redunda en la cuenca del Bajo Ebro, que se encuentra también en alerta, ya que los ríos pirenaicos son los que más caudales aportan al río Ebro.
La primavera como esperanza
La principal esperanza está puesta ahora en las precipitaciones que puedan caer en los próximos meses. La finalización de la campaña de riego este pasado mes de octubre y el hecho de que se esté al inicio el nuevo año hidrológico y todavía queden los meses de otoño, invierno y primavera para que puedan llenarse los embalses hace que la situación, en palabras de la CHE, no sea por ahora preocupante, pero sí invita a estar vigilantes, especialmente si las habituales precipitaciones de otoño no se manifiestan.
Las previsiones a corto plazo no auguran grandes cambios. En las próximas 48 horas no se esperan episodios de relevancia en Aragón, aunque las lluvias podrían volver hacia el final de la semana.
A tres meses vista (noviembre-diciembre-enero), los pronósticos son equiprobables. Es decir, arrojan las mismas probabilidades de que las lluvias sean inferiores, superiores o iguales a la media. En cuanto a temperaturas, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) estima entre el 50% y el 70% la probabilidad de que las temperaturas sean significativamente más altas.
