"Soy una persona más fuerte, mucho más empática, cualquier cosa me produce alegría porque disfruto de la vida". Así se define María José Méndez dieciséis años después de que le diagnosticaran un cáncer de mama triple negativo, uno de los menos comunes y letales. A día de hoy, esta mujer puede decir que se le considera una "superviviente".
Fue en 2009 cuando María José vio que se le pausaba su ritmo de vida normal para internarse en la vorágine del cáncer. Aunque como ella reconoce esta enfermedad no le resultaba desconocida porque muchos de sus familiares la habían padecido "y muchos han fallecido por ella, incluido mi padre".
A María José le detectaron el cáncer en una revisión al realizarse la mamografía rutinaria a los 50 años. En esa primera prueba pudieron observar un bulto que derivó en muchas más y en una incertidumbre difícil de manejar: "Para mí fue casi lo peor porque yo intuía que era cáncer, me despertaba por las noches porque había soñado que lo tenía, pero nadie me terminaba de decir nada".
Hasta que así fue: "Tuve una doctora que se sentó a mi lado, sin mesa de por medio, y me contó lo que me pasaba y los pasos que íbamos a dar", cuenta.
Además de tocarle asimilar lo que vendría por delante, esta mujer reconoce que uno de los peores momentos que vivió fue pensar en cómo decírselo a su hija que se encontraba acabando una carrera universitaria: "Me preocupaba mucho cómo se lo tomaría". Sin ir más lejos su marido, su hija y su núcleo de amigos terminaron convirtiéndose en el ancla en el que agarrarse.
Desde ese momento, tras la confirmación de que era un cáncer de mama triple negativo para el que en ese momento "prácticamente no había tratamiento" se internó en un tratamiento nuevo que estaban probando a lo largo de dos años que se aplicaba por vía intravenosa.
"Mucha gente estamos saliendo adelante gracias a este tratamiento y es gracias a la investigación", reafirma. Echando la vista atrás admite que fueron meses "duros" en los que tuvo que enfrentarse a que su médico le dijera: "Mira, María José, no sé si está funcionando esto. Si tienes algo que hacer, hazlo".
"Ahora disfruto cada segundo y lo aprovecho al máximo"
Encararse a esa "situación extrema" admite que le hizo "perder muchos miedos" por lo que recalca que todo este periplo le resultó "una lección de vida impresionante": "Valoras cosas que antes no te dabas ni cuenta", admite.
Entre ello, el sentirse autónoma ya que llegó un momento en que la extenuación que le causaba el tratamiento apenas le permitía comer ante las llagas que tenía que le obligaban a comer con una mini cuchara: "El hecho cada día de despertarme, ser independiente. Para mí poder hacer eso todos los días es dar las gracias".
La enfermedad también le supuso un cambio en su forma de ver la vida y de cómo vivirla: "Era una persona muy rígida y organizada. Te das cuenta de que todo eso es una tontería. Ahora disfruto cada segundo y lo aprovecho al máximo, intento estar en todos los planes que me apetecen", reflexiona.
Aunque entre todo ello, esta mujer no quita que todo el camino es duro, que se sufre tanto a nivel físico como psicológico.
Así, tras más de dos años de pasar por lo bueno y por lo malo del camino del cáncer, llegó un momento en el que su oncólogo sacó en la conversación la palabra curación. No fue una consulta cualquiera porque además iba de su mano su hija con la cual se compartió la alegría de poder decir que se ha conseguido superar.
"No pierdas la esperanza porque se puede salir"
"Salimos a la sala de espera y nos pusimos a saltar. Fue una sensación indescriptible", recuerda contenta. A esos saltos le acompañaron una merecida comida madre e hija en un restaurante "porque había que celebrar".
En las estadísticas a María José ya se le considera una superviviente de cáncer de mama aunque aún le quedan algunas secuelas ya que tiene que volver a pasar por quirófano a causa de la prótesis mamaria y sufre un linfedema en una mano. Sin embargo, esta mujer de 66 años afirma estar "muy bien".
Desde hace años es voluntaria en la Asociación Española contra el Cáncer y participa con ellos en eventos y charlas. Como paciente valora el gran trabajo que hacen desde la entidad ya no solo por los enfermos sino también por las familias ya que dan apoyo multidisciplinar a todos los afectados. "Se ocupan de mejorar la calidad de vida de pacientes de cáncer y familiares. Con mucha lucha, se van consiguiendo muchas cosas y puedo decir que me siento parte de todo lo que consiguen", afirma.
Por ello, tiene dos mensajes muy claros: "No pierdas la esperanza porque se puede salir".
Y uno de los más importantes: "Por favor, que la gente haga sus revisiones y que aprendan incluso a palparse cada uno a sí mismo porque puede marcar la diferencia. Confía en tu médico porque tenemos personal extraordinario".
