Zaragoza
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Ir a trabajar con miedo. Este es el sentimiento que durante meses sufrió Álvaro (nombre ficticio para mantener su anonimato). Ahora parece que se ha comenzado a diluir, pero le costó esfuerzo poder acudir con normalidad a su puesto de trabajo como educador social en el Centro de Menores de Juslibol.

No es baladí su situación ya que este hombre con más de 18 años de experiencia estuvo ocho meses de baja el pasado 2023 por una agresión a manos de un menor: "Simplemente me estaba contando una historia de su vida y de repente me hizo un mataleón", recuerda este educador social a EL ESPAÑOL DE ARAGÓN. De la nada, este hombre terminó inconsciente en el suelo ya que fue incapaz de respirar ante la fuerza que estaba ejerciendo el menor en su garganta.

De lo que recuerda de la agresión es sobre todo la rapidez con la que pasó ya que no estaba solo y nadie se dio cuenta de lo ocurrido: "Fue todo muy rápido. En el momento en el que recuperé la consciencia lo aparté del grupo para sancionarlo", cuenta. A pesar de que Álvaro no tuvo que necesitar ingreso hospitalario, la fuerza generada por el menor en su tráquea le dejó secuelas durante cuatro días en la garganta: "Él mismo me soltó. Me podía haber matado", confiesa.

"Salía a la calle e iba vigilando mis espaldas"

Con todo ello, el educador reconoce que en un primer momento no se le pasó por la cabeza coger la baja ya que "tienes tan asumidas las agresiones que ni lo piensas". Sin embargo, su familia fue un apoyo para él y la que le abrió los ojos ante la gravedad de lo sucedido.

Esto también fue un impulso para decidirse por denunciar la agresión ya que recalca "tiene que ser consecuente con sus acciones": "Tengo que decir que me pidió perdón", reconoce.

Álvaro volvió a trabajar ocho meses después, no sin gran esfuerzo porque el tiempo que estuvo fuera fue duro psicológicamente: "El suceso se me repetía muchas veces en la cabeza. Salía a la calle e iba vigilando mis espaldas", confiesa. A lo que añade que una vez que estuvo fuera de esa "especie de normalidad" tras tantos años ejerciendo se dio cuenta de que "no quería volver" al centro e incluso pensó en cambiarse de trabajo.

Finalmente no sucedió, pero sí es cierto que su dinámica cambió: "Terminas no involucrándote al 100% con los menores", indica. Eso no quita que se generen lazos, pero en menor medida para preservar su seguridad y bienestar emocional.

Víctima de otras dos agresiones

Este suceso no fue el único al que ha tenido que hacer frente Álvaro. Sino que en sus más de 18 años en el centro ha sido víctima de hasta dos agresiones a manos de menores que estaban a su cargo. Sobre ellos, no quiere ahondar en demasía porque "fue hace unos años" lo que sí cuenta es lo que sucedió: "Iba acompañando a un menor por la calle y de repente me atacó con un machete", relata.

"Tenemos la sensación de que la administración se ha olvidado de nosotros"

Pudo salvarse sin heridas, pero el daño psicológico estaba hecho y estuvo una semana de baja. La segunda fue del estilo: "El chaval intentó agredirme con un cuchillo de plástico lo que me llevó a tres semanas de baja porque aún arrastraba las secuelas de la anterior", cuenta apesadumbrado.

No son unas agresiones aisladas: "Siempre ha habido, pero desde hace unos años se están viendo más", reconoce el educador que lo vive desde dentro. Admite que la falta de relevo generacional está causando que los más veteranos sufran las agresiones. Tan solo en el Centro de Menores de Juslibol que se encuentra en competencias del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS) tienen 11 miembros de la plantilla de baja, lo que supone un 28% de los trabajadores.

"Tenemos la sensación de que la administración se ha olvidado de nosotros. Seguimos cobrando lo mismo desde hace 20 años, no tenemos subidas de IPC, trabajamos 1772 horas", enumera. Estas mismas razones son las que presentaron el pasado martes los representantes sindicales.

La falta de consenso entre patronal, DGA y trabajadores han llevado a estos últimos a huelga el próximo 23 de octubre. Entre lo que reclaman también es un convenio autonómico propio para regular todos factores en consecuencia con la realidad social de Aragón.