Zaragoza
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Las graves inundaciones de este pasado fin de semana en Cuarte, María de Huerva, Cadrete y Santa Fe no caerán en saco roto. La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) hará un estudio para conocer al detalle lo sucedido en el tramo bajo del Huerva ante la preocupación existente por la recurrencia de estos peligrosísimos episodios y por la “importante” exposición de las personas y los bienes de la zona.

Los dos últimos se han producido con tan solo dos años de diferencia, provocando daños millonarios en infraestructuras públicas, domicilios y negocios particulares.

El análisis incluirá alternativas de actuaciones que se puedan llevar a cabo para disminuir los daños por inundación. El objetivo: proponer líneas de acción que posteriormente deberán ser abordadas por las distintas administraciones en función de sus competencias.

Municipios como Cuarte llevan dos años predicando en el desierto en busca de soluciones, y creen haber dado con la respuesta: la construcción de diques en los barrancos de la zona para frenar la velocidad del agua y restarle peligrosidad.

Fuentes de la CHE confirman que el caudal del Huerva alcanzó su tercer valor más alto de los últimos 30 años; unas lluvias “torrenciales” que pusieron al límite a los barrancos laterales y que a punto estuvieron de provocar, una vez más, la tragedia.

Desde la Confederación reconocen que los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más recurrentes y que requieren cada vez de una gestión más ágil y coordinada por parte de todas las administraciones públicas.

“A las sequías y las inundaciones más clásicas del tramo medio del Ebro y afluentes de entidad se han unido las provocadas por lluvias torrenciales. Estos fenómenos ya se daban en la cuenca del Ebro, y especialmente en sus zonas más meridionales, como son Aragón y Cataluña, pero ahora son más frecuentes”, confirman desde el organismo de cuenca.

Esto es, precisamente, lo que se vio hace dos años en el barranco de la Muerte de Zaragoza, que puso en jaque al Tercer Cinturón y los vecinos de Parque Venecia.

Lo que caracteriza a estos episodios es que existe un menor tiempo de preparación ante la crecida que los que no son consecuencia de lluvias tan torrenciales e intensas. En una avenida extraordinaria del Ebro hay tiempo suficiente para avisar a vecinos, agricultores y ganaderos, pero no con tormentas como las de este domingo.

Aun así, estamos preparándonos ante ellos y trabajando para gestionarlos de la mejor manera posible”, sostienen desde la CHE.

Esta preparación, apuntan, debe comenzar con avisos meteorológicos, aunque ha de tenerse en cuenta que estas alertas no pueden concretar la zona en la lloverá de forma más intensa.

Las crecidas de los barrancos son súbitas y sin apenas tiempo de respuesta. A este respecto, recalcan que no hay que confundir las inundaciones fluviales -cuando se desborda un río-, de las pluviales, consecuencia de lluvias intensas que superan la capacidad de drenaje de un determinado punto.

En los últimos años, los Planes de Gestión de Riesgo de Inundación y sus mapas de peligrosidad han ayudado a las administraciones locales y autonómicas a conocer qué zonas se encuentran construidas en zonas inundables y actuar en consecuencia. Sin embargo, casos como el de Cuarte demuestran que todo esto ya no es suficiente.

Desde la CHE defienden que el área de gestión medioambiental ejecuta actuaciones, como las enmarcadas en el proyecto Ebro Resilience, que buscan recuperar espacio fluvial y mitigar los daños de las crecidas extraordinarias en la llanura de inundación. Para los alcaldes, no obstante, se necesita una mayor celeridad; que las actuaciones no se dilaten y que no se entre en una guerra de competencias que deje la casa sin barrer.

El protocolo

Según explican fuentes de la Confederación,cuando la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) avisa de lluvias torrenciales, el Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) del Ebro avisa a los servicios de Protección Civil de las zonas afectadas de qué puede ocurrir con esos umbrales pronosticados.

“Aquí es muy importante la coordinación que hacen estos servicios de Protección Civil con la información que les llega de la Aemet y del SAIH”, recalcan.

Una vez producidos los daños, toca reparar a cargo de las Administraciones competentes y particulares. “En el caso de la CHE, el área de gestión medioambiental y los agentes medioambientales hacen inspecciones para ver si es necesaria la intervención y adecuación de los cauces. Paralelamente, el área de control del dominio público hidráulico agiliza todas las solicitudes de autorización que se piden en estas zonas”, agregan.