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Tres municipios, tres realidades y una misma conclusión: la formación debe extenderse más allá de Zaragoza, Huesca y Teruel para vertebrar “de verdad” el territorio. Calatayud, La Almunia de Doña Godina y Grañén reflexionan con EL ESPAÑOL DE ARAGÓN sobre la importancia de la educación y la necesidad de tomar medidas concretas que ayuden a que los alumnos se queden ‘en casa’ y no tengan que salir en busca de oportunidades.

Calatayud cuenta con una amplia oferta educativa en la que destacan el nuevo bachillerato de Artes o la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), pero todavía lo será más si se confirma la implantación de la Universidad Niccolò Cusano -en el limbo a la espera del decreto ley del Gobierno de Pedro Sánchez, que podría obstaculizar la implantación de los campus privados en España-, y se logra un conservatorio oficial de música, una meta que su alcalde, José Manuel Aranda, lleva años persiguiendo.

Los alcaldes, contundentes con la formación: "Tenemos derecho a tener una educación de calidad más allá del instituto"

“Nuestra ciudad tiene una larga tradición musical, pero en estos momentos, las enseñanzas no son oficiales. Le hemos propuesto a la Consejería de Educación implantar el conservatorio para el curso 2026-2027. Así se evitará que la gente tenga que desplazarse a Zaragoza”, explica.

A La Almunia, de 8.000 habitantes, lo que le diferencia del resto es su Escuela Universitaria Politécnica (Eupla), que lleva alrededor de medio siglo funcionando. “Tenerla te pone en el mapa. Ha habido temporadas en las que ha sido el segundo campus más grande de Aragón. Llegó a los 3.500 alumnos. Hoy en día son unos 800 repartidos en cinco grados de ingeniería. Este mismo año ha empezado a salir la primera promoción de Ingeniería de Datos”, subraya su alcalde, Noé Latorre.

El éxito es tal que “casi antes que acabar”, los estudiantes de Mecatrónica e Ingeniería Civil ya tienen trabajo, dado que desde las empresas “se está demandando mucho este tipo de perfil”. “Tenemos muchos ingenieros que han estudiado allí y hablan bien de ella. Salen muy bien preparados”, afirma.

Grañén, mucho menor en tamaño -unos 1.700 habitantes, según los últimos censos-, estrenará el próximo curso una FP de Farmacia y Parafarmacia. Su caso representa “el del 99% de la educación rural” existente en Aragón, con una escuela infantil que gestiona la comarca y Colegios Rurales Agrupados (CRA) que permiten dar servicio a sus cinco núcleos y generan sinergias educativas “muy interesantes” con niños de diferentes edades, según cuenta su alcalde, Carlos Sampériz.

La escasez de plazas de Farmacia y Parafarmacia en el territorio hace que sea una FP especialmente atractiva, pudiendo convertirse incluso en un polo de atracción de empresas. “Tenemos altas expectativas de que se llene y de que la gente se coloque en cuanto termine el grado”, expone el primer edil.

Los tres alcaldes coinciden en que la oferta educativa por sí sola es capaz de “generar riqueza y vertebrar el territorio”. Estudiar fuera de las capitales de provincia suele garantizar un trato “más cercano”. Existen, no obstante, una serie de hándicaps como el precio, el transporte o la falta de vivienda, común a todo el territorio. Pese a todo, recalcan que, más allá de Zaragoza, Huesca y Teruel, el resto de poblaciones “también pueden dar ese buen servicio” y garantizar una buena educación. “Tenemos derecho a contar con una educación de calidad no solamente hasta el instituto. Si los que estudian tienen que irse a los 16 años es mucho más difícil que quieran quedarse en la zona”, dice Latorre.

En La Almunia aspiran a tener “algún grado más” que les permita ampliar su oferta. Pero tan importante como las carreras es tener un tejido industrial que permita a los alumnos hacer sus prácticas; relacionar el mundo de la empresa con la universidad.

En Calatayud, la implantación del bachillerato de Artes ha permitido demostrar que acercar la oferta a la población hace que se multiplique la demanda existente, despertando vocaciones y creando alianzas en beneficio del municipio.

Las inversiones milmillonarias anunciadas por el Gobierno de Aragón, la mayoría en centros de datos, marcarán las necesidades formativas del territorio en los próximos años. “La oferta tecnológica obliga a multiplicar los recursos existentes en Ingeniería de Datos u otro tipo de ingenierías para dar soluciones a las necesidades que se van a crear. También van a ser necesarios unos profesores adecuados”, razonan los regidores.

Según destaca el de La Almunia, “se necesitará desde el fontanero que arreglará la tubería de refrigeración hasta electricistas, pasando por guardias de seguridad e ingenieros”. “No hacemos nada si tenemos todo ingenieros y no hay nadie que vaya a cambiarte el enchufe”, señala.

Para los tres, esta es una cuestión que requeriría de acuerdos y de un debate sosegado sobre el modelo que se quiere a 10 años vista. En este sentido, reclaman una “fiscalidad diferente” que haga más atractivos sus municipios frente a las capitales de provincia.

“La gente tiende a ir a las cabeceras de comarca y de las cabeceras de comarca acaban yéndose a las capitales de provincia, mientras que los que estamos por abajo vamos perdiendo poco a poco población. Al final, si el ladrillo cuesta lo mismo aquí que en una gran ciudad y los impuestos son los mismos...”, lamenta el alcalde de Grañén, que insta a analizar las pérdidas de población de la última década y a establecer una fiscalidad diferencial para que estas zonas “no sigan desangrándose”.

Hoy en día, completa Aranda, existen suficientes argumentos para no pensar en provincias o en delimitaciones autonómicas. “Hay que pensar en territorios comarcales o de otro tipo que obliguen a ser sensibles y a que nadie quede atrás”, remarca. Como ejemplo pone el “desmesurado” crecimiento del área metropolitana de Zaragoza frente al resto de municipios de la provincia. “No debe formarse por formar. Hay que hacerlo para que la gente se quede”, opina.