Fumata blanca en Roma, y el mundo se detiene y pone la televisión. Católicos y no católicos pendientes del balcón del Vaticano. Allí, en la plaza de San Pedro, sorprende —o no tanto— a una pareja de aragoneses. Isabel y César acudieron a esperar el humo del color que anunciara el resultado de la votación del cónclave.
“Estábamos cerca y pendientes de la fumata, la verdad”, explica Isabel Casanova a El Español. Ya estuvieron toda la tarde del día anterior en la plaza, cuando la fumata tardó en salir —finalmente negra—, aunque nada inesperado.
“Nuestros hijos nos regalaron los billetes en enero por nuestro aniversario”, relata Isabel, quien no se esperaba que un viaje de turismo acabara convirtiéndose en toda una experiencia histórica.
César e Isabel en la plaza de San Pedro durante la fumata blanca.
La pareja nos atiende a la vez, y se van complementando, terminando las frases y añadiendo matices a lo que cuenta cada uno. “Es el Papa de la paz”, dice César. “Nada más salir, nos ha dicho que tenemos que llevar la paz a todo el mundo y abrir los brazos, porque en la Iglesia caben todos”, añade Isabel.
En una plaza abarrotada, no se atrevían a dar cifras, “Pero seguro que miles de personas”. A las 17:00 ya había un grupo de fieles esperando la fumata, pero tras salir el humo blanco, en cuestión de minutos se llenó la plaza de San Pedro.
“Estábamos rodeados de gente de todo el mundo: filipinos, colombianos, argentinos y coreanos”, comenta la aragonesa. “Y brasileños”, añade César, quien nos cuenta que su mujer se ha abrazado emocionada a una brasileña. “Es la segunda vez que llora en la plaza de San Pedro”. Isabel le mira de reojo, sin saber muy bien qué va a contar. “La primera fue en 1994”, continúa su marido con una memoria prodigiosa. “Fue cuando vinimos a la Jornada Mundial de la Familia, convocada por San Juan Pablo II, y al llegar a la plaza y verla tan bonita, con tanta gente y tantas familias, se emocionó”. Los gritos, las lágrimas y los abrazos han sido muestra común de la alegría de los católicos reunidos este 8 de mayo al ver esa fumata blanca y escuchar el esperado ¡Habemus Papam!
La pareja se mostraba divertida por la coincidencia del día, "es la fiesta de la Virgen de nuestro pueblo y sabíamos que saldría hoy", el 8 de mayo es la fiesta de la Virgen del Castellar, patrona de Torres de Berrellén, un pequeño pueblo a las afueras de Zaragoza.
Los aragoneses, en esta ocasión, iban preparados, pues llevaban la cena encima por si se hacía tarde, ya que el primer día se alargó más de lo esperado. “Hay mucha gente y llevamos bastante rato esperando al autobús para volver al hotel, pero hoy estamos preparados”, cuenta César con una sonrisa de satisfacción. “Llevamos la cena encima, así que ahora tomaremos los bocadillos”, explica su mujer.
Isabel y César —César e Isabel— se muestran contentos, emocionados y agradecidos. “Veníamos a Roma porque es año jubilar, y nos encontramos con el cónclave y el nuevo Papa”, continúa Isabel. “¡Quién nos iba a decir que viviríamos una fumata blanca en Roma, eh?”, le dice, divertido, su marido. Y a nosotros nos añade: “¡Y un Papa americano! Como uno de nuestros yernos. Y obispo de Chiclayo, como el cura que nos casó”. Ahora todo son coincidencias y se busca alguna relación con el nuevo pontífice, pues es vicario de Cristo, cabeza de la Iglesia, pero también pastor cercano a sus ovejas.
El cardenal estadounidense Robert Francis Prevost Martínez ha elegido el nombre de León XIV para su pontificado, un nombre que deja intuir un magisterio centrado en la paz y la justicia social, continuando el legado de Francisco. “La Iglesia es abierta, y caben todos”, sentencia Isabel, y concluye su marido: “Este Papa nos ha recordado que los católicos tenemos que construir puentes”. Con el amor que se profesan esta pareja, si es común entre los fieles, no habrá muro que se le resista a la Iglesia.