El histórico apagón del lunes ha disparado el interés por los grupos electrógenos. Hasta ahora, su uso se restringía prácticamente a empresas, hospitales o personas que necesitaban tener garantizado el suministro por cuestiones de salud. Esto, no obstante, podría empezar a cambiar tras el corte de más de seis horas vivido en toda España por motivos que aún se desconocen.
Dagartech, una empresa aragonesa especializada en este tipo de equipos, confirma una mayor demanda e interés en estas últimas horas. “La gente y las empresas se están interesando por ellos ante los eventuales cortes que pueda haber en el futuro”, afirma su directora de Marketing & Comunicación, Isabel Royo.
Las llamadas han venido, sobre todo, de empresas, pero también de particulares que tienen necesidades especiales. La propia empresa ha donado esta semana un equipo a una persona que se encontraba en unas circunstancias complicadas.
La compañía cuenta con dos grandes líneas de negocio. Una de ellas, centrada en los grupos electrógenos para situaciones de emergencia. Estos aparatos se pueden encontrar en grandes industrias, negocios más pequeños, hospitales, espacios públicos… También los hay que dan servicio en áreas más remotas o donde no existe acceso a la red eléctrica en ningún caso. En España no es habitual que un particular eche mano de estos equipos, pero en otros países del continente americano sí existe una mayor inquietud. Especialmente en aquellos en los que los cortes se produce con mayor asiduidad o están más acostumbrados a hacer frente a fenómenos meteorológicos que puedan afectar a sus infraestructuras.
Aquí, hasta ahora, costaba hacerse a la idea de que algo así pudiera suceder. A muchos, de hecho, el apagón les cogió sin pilas o sin un transistor, un aviso a navegantes del que parte de la población podría sacar una lección. “La gente no está habituada. Estamos hablando de circunstancias que, al menos hasta ahora, habían sido extraordinarias”, expone Royo.
Ante la detección de un corte o de inestabilidad en el suministro, estos equipos se ponen en funcionamiento de forma automática en el momento en que se va la luz, y hasta que dure el eventual corte en el suministro. Su autonomía dependerá de la capacidad del depósito de combustible, existiendo distintas opciones en cuanto a tipo de motor. Asimismo, el precio de estos equipos es variable, dependiendo del equipamiento, de la potencia, de si es diésel o gasolina...
“Tenemos, por ejemplo, los llamados inverters; grupos a gasolina, que, aunque se utilizan sobre todo en un ámbito más profesional, también ha llegado a comprar algún particular para este tipo de eventualidades. Un equipo de baja potencia de 2.300 o 5.000 vatios se puede tener para un uso particular, ya sea para poder cargar el móvil, para poner en marcha pequeños electrodomésticos... Hay gente que tiene uno, pero hablamos de algo muy minoritario, no es habitual. Hasta ahora, el uso estaba más orientado al profesional”, remarca.
Episodios como el del lunes hacen que objetos como estos se conviertan en un bien preciado. La pregunta, por tanto, es: ¿hay disponibilidad? “En nuestro caso, tenemos cierto ‘stock’ de equipos de emergencia, pero trabajamos, sobre todo, con soluciones a medida. Cada industria tiene unas singularidades y unas necesidades. Con los equipos de baja potencia es más fácil dar una respuesta, son de muy alta rotación”, comenta.
En el caso concreto de esta empresa, el 70% de la actividad es internacional, con clientes por toda España y en 40 países. “Por proximidad, tenemos una penetración importante en Aragón, pero también, por poner un ejemplo, en Cataluña, Galicia o Andalucía”, indica la directora de Marketing.