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A finales del siglo XV, Leonardo da Vinci diseñó lo que se conoce como el primer robot y una de sus mayores excentricidades: un caballero mecánico capaz de sentarse, levantarse, mover los brazos y la cabeza. Más de 500 años después, el genio florentino da nombre a una de las tecnologías llamadas a revolucionar la sanidad, la cirugía robótica, que es la gran aspiración de hospitales y cirujanos para mejorar la forma de operar.

Los robots comenzaron a llegar al ámbito sanitario a principios de siglo XXI, y en 2022 se instaló el primero en Aragón, en el hospital Viamed Montecanal. Desde entonces, los cirujanos de la Unidad de Cirugía Robótica ya han realizado más de 300 intervenciones con una tecnología mínimamente invasiva para el paciente y que mejora tanto los resultados como la recuperación posterior.

Un equipo de EL ESPAÑOL DE ARAGÓN se ha colado en una de esas operaciones para comprobar in situ cómo funciona esta cirugía robótica. En concreto, el uso del Da Vinci permite preservar una mayor parte del órgano con más eficacia y perfección y reduce los riesgos y probabilidad de errores humanos. Anteriormente, estas cirugías se abordaban de forma abierta o laparoscópica, y la robótica da más seguridad y una mayor tasa de éxito, pudiendo tratar asuntos más complejos.

Una vez que el paciente está totalmente anestesiado y en la camilla, los doctores proceden a hinchar el abdomen con CO2 y colocar los trocares, unos tubos de ocho milímetros de diámetro por cuyo interior pasan los instrumentos. Estos son similares a los que se usan con cirugía laparoscópica, aunque la robótica hace las intervenciones más cómodas y precisas y da una mayor posibilidad de movimiento.

La ‘revolución’ Da Vinci: así es una operación con cirugía robótica EL ESPAÑOL DE ARAGÓN

Completada esta primera parte, el cirujano se traslada a un rincón del quirófano, en el que está colocada la consola con la que controla el Da Vinci y desde donde comienza a intervenir. Es un robot esclavo, es decir, no es autónomo y requiere siempre del manejo del doctor, incluso hasta el punto de que no se mueve si no está correctamente sentado y con la cabeza en el visor. Gracias a dos cámaras de altísima calidad, se dispone de una perfecta visión tridimensional, frente a la imagen en dos dimensiones que únicamente permite la cirugía laparoscópica.

El Da Vinci está compuesto por cuatro brazos, que dirige a través de dos pedales y dos manipuladores, como si fueran una extensión de las manos. Estos, además, no transmiten los posibles temblores del cirujano, y garantizan una mayor ergonomía y capacidad de maniobrar que una operación manual, al ofrecer más grados de movimiento que una muñeca humana.

El doctor Jorge Rioja, durante una operación con el Da Vinci E. E.

Todo ello también da más comodidad al cirujano, que antes, en las operaciones laparoscópicas, tenía que estar de pie, en posiciones más forzadas y que acaban provocando algunas tendinitis, permitiendo también realizar más intervenciones en un solo día.

Para poder manejarlo, es necesaria una importante formación previa y estar acreditado para su uso. “La empresa te pide casos. Si no, no te acreditan. Se quieren asegurar de que esos cirujanos que se acreditan tengan un volumen y así sea seguro, evitando negligencias y dando una mayor seguridad. Tienes que pasar por un examen y hacer algunos ejercicios, como un carnet de conducir”, explica a EL ESPAÑOL DE ARAGÓN el doctor Jorge Rioja, uno de los cuatro cirujanos de Viamed Montecanal acreditados para el uso del Da Vinci.

El robot Da Vinci, antes de entrar en acción E. E.

Junto a los cirujanos, una operación de estas características la completan el resto de personal de una intervención ‘manual’, ya que, en caso de posibles complicaciones con el robot, siempre deben tener el equipo listo para actuar. Su labor es preparar toda la cirugía ya el día anterior y tratar de adelantarse a las necesidades de los cirujanos. “Siempre lo hacemos con el mismo equipo. Tuvimos que hacer un examen y nos dieron una formación. Los que estamos dentro también debemos saber cómo funcionan las máquinas”, cuenta una de las enfermeras.

Con ello, una operación que antes podía alargarse durante seis, ocho o diez horas, ahora puede reducirse a dos o cuatro, así como el tiempo del posoperatorio, la recuperación y la vuelta a la rutina diaria. Las especialidades que más se benefician de esta tecnología son la urología, cirugía general y digestiva, ginecología, otorrinolaringología y torácica, con la esperanza de que, en un futuro, puedan ampliarse a más ámbitos.