Cuando me desperté seguía yo soñando con Melania Trump, con el Tío Sam, con George, con Lincoln y con toda esa gente; con todos así, en interioridades de lycra, y con un fondo de barras y de estrellas, y hasta en mi duermevela cachondón y geopolítico. Incluso soñé con Cuenca como estado federado. Y no sé si esto de soñar sujetos presidenciables al margen del Capitolio es bueno, si es malo, si es fruto de un despertar con la hora cambiada de otoño o si es patología chunga. O si es que la foto de Melania Trump se me ha agarrado a las meninges del recuerdo: del dormir y del amanecer.

Despertar, me desperté... y miré internet; tragué otro orfidal y soñé con un mundo mejor, tan mejor como daba la pastilla. Se quedó corta la pirula...

Pasó que el mundo cambió, cambió a pesar de Iceta y de sus querencias de reyezuelo demócrata en un rincón de Europa, Cataluña, donde el Dios de USA perdió el mechero. Lo que sí vi es que amanecía el miércoles como un funeral en España. Amaneció triste en esa España que es provincia de México, vista a las entendederas de Trump.

Los sociólogos de baratillo de guardia cantaban el desastre, la entente con Putin y cosas así. Cosas que son ciertas, sí, pero previsibles. Y pasó que todo opinador de tertulia había estado en Disneylandia como quien cruza el Cabo de Hornos.

Mas uno piensa en Melania Trump, primera dama, musa pajillera de los becarios contestatarios que quisieran en Washintong al Coletas. Y piensa uno en el mensaje institucional de Rajoy; todo un Churchill en 140 caracteres.

El nuevo orden mundial va de un señor bien rodeado de siliconas en un jacussi. Este reyezuelo lleva un gato rubio acostado en la cabeza, como David Crockett (Johnn Wayne): pero pasa que uno defendió El Álamo y el otro defiende una América entendida como extensión de sí, de sus queridas y de su ego de ladrillo.

Y ahora los españoles de España somos espaldas mojadas; ahora España es ese descampado tex-mex que va de Rota a Torrejón. La democracia en América ha evolucionado a eso, a tanto: al triunfo del playboy y su conquista del poder.

Occidente se quiebra en el midwest norteamericano. La herencia internacional de Jesús Gil vive, a pesar de todo. El mundo de hoy es Donald Trump: es la cruzada relativa contra el moro, es el disparate, y son las mamachicho animando en América el Telediario...