Pablo Iglesias está muy enfadado con Rivera. Le ha llamado "mascota de Rajoy" en Twitter. Y todo porque el líder de Ciudadanos ha dicho que en Podemos deben de estar "contentos" con los resultados de las elecciones americanas.

Yo no iría tan lejos como Rivera. Pero claro que la victoria de Trump (igual que el brexit) tiene que ser un aliciente para Podemos. También para los independentistas catalanes. Si un fullero con tupé, ignorante, xenófobo, racista y machista puede sentar sus reales en el Despacho Oval y salir a la puerta a despedir al Nobel Obama, ¿cómo ellos, mucho más preparados, no van a poder alcanzar sus objetivos?  

Quizás su sobreactuación, esos relevos por ver quién llama más veces "fascista" a Trump esconden una cierta mala conciencia. Tienen que sacudirse cualquier sombra de sospecha. Desterrar el menor paralelismo. Sin embargo, Trump habla de "la gente" y de "los olvidados", y promete un futuro en el que todos los ciudadanos verán colmadas sus aspiraciones. La música suena igual en Washington, en Caracas y aquí.

Ahora se frotan las manos acariciando la idea de que ellos pueden ser los siguientes en dar la campanada. No lo admiten, pero tienen el gusanillo en el cuerpo. Están emocionados. Es lógico. Pero aún es pronto y toca disimular. Como Rufián.

El celebérrimo diputado de Esquerra Republicana se ha acercado a los micrófonos de la Cope para contar que se alegró de que España ganara el Mundial de fútbol, que no le importaría que la Selección jugara en el Camp Nou, que le encanta que en Cataluña puedan seguirse los partidos con pantallas gigantes en la calle y que a los mítines de su formación acude gente con la camiseta de España. Sólo le ha faltado jurar bandera, vaya.

Claro que una cosa son las palabras y otra los hechos. No me entretendré en examinar -pues es de todos conocido- el amor entusiasta que Esquerra Republicana profesa a España. Creo que será más eficaz recordar que fueron compañeros de Rufián quienes se encadenaron en la puerta de esa Cope que él tanto admira para pedir su cierre. Y también quienes promovieron con éxito el cerrojazo de sus emisoras en Cataluña.

Durante la campaña, Hillary Clinton, también Obama, pidieron a los ciudadanos que se parasen un momento a pensar y respondieran a esta pregunta: ¿Dejaríais en manos de alguien que no puede controlar sus tuits los códigos nucleares?

A sabiendas de que tampoco mi pregunta servirá para nada, te pregunto: ¿Dejarías en manos de alguien como Ramón Espinar el Ministerio de Vivienda?