Osama Bin Laden y Sami A., que fue su guardaespaldas.

Osama Bin Laden y Sami A., que fue su guardaespaldas.

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Alemania expulsa al guardaespaldas de Bin Laden en contra de su propio tribunal

Sami A., un tunecino afincado en Alemania que fue guardaespaldas del líder de Al-Qaeda, Osama Bin Laden, fue expulsado hace unos días de suelo germano con destino Túnez, su país. La expulsión se produjo con la oposición de un tribunal alemán que ve riesgos de tortura para el islamista radical en el país mediterráneo.

20 julio, 2018 02:13

A Sami se le conoce en Alemania como “Sami A.”. Llegó en 1997 a suelo alemán para estudiar. No debía ser muy buen alumno. Eligió formaciones de carácter práctico. En dos años cursó producción textil antes de cambiar y dedicarse a estudios para ser técnico informático. También los dejó y acabó probando con un curso para ser técnico de electrónica. No consiguió ningún título.

De lo que Sami demostró tener madera fue de yihadista. Entre 1999 y 2000, según ha trascendido en los medios de comunicación alemanes, Sami se formó en un campo de entrenamiento en Afganistán de la red terrorista Al-Qaeda. Allí debió destacar, pues acabaría siendo guardaespaldas del líder de la organización responsable del 11-S, Osama Bin Laden.

En 2005, con las guerras de Afganistán e Irak ya en marcha, Sami volvió a Alemania. Se empadronó en Bochum. Con 42 años vivía hasta hace unos días en esa ciudad del oeste alemán e incluso recibía ayudas sociales del Estado germano pese a ser considerado un hombre potencialmente peligroso. En prestaciones sociales, según ha publicado el diario amarillista Bild, Sami y su familia percibían algo más de 1.100 euros mensuales para pagar alojamiento y necesidades básicas.

Todo ello, muy a pesar de que su perfil de islamista radical y su supuesta proximidad con Osama Bin Laden le habían valido la etiqueta de “amenaza” por parte de la Oficina Federal de Investigación Criminal de Alemania (BKA, por sus siglas en alemán). En virtud de ese estatus, las autoridades germanas terminaron expulsándolo del país el pasado viernes. Fue acompañado por agentes de policía hasta un avión que lo llevó a Túnez, dejando en Bochum a su mujer y cuatro hijos. Actualmente Sami está en prisión preventiva en una cárcel tunecina.

La operación policial no contó con respaldo del tribunal responsable de su caso, que veía riesgo de que el yihadista reconocido por las autoridades alemanas fuera torturado en su país de origen. La expulsión tuvo lugar incluso antes de que se tuviera constancia de la decisión del tribunal de no enviar a Sami a su país. La notificación pertinente del juez llegó cuando el yihadista ya estaba volando hacia Túnez.

Esta situación no ha dejado indiferentes en un país donde las políticas de inmigración y asilo se han convertido en el principal asunto de discusión en el debate público. En este contexto, Horst Seehofer, el ministro del Interior y líder de la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), vuelve a ser protagonista. Él, que vive enfrentado a la canciller Angela Merkel, lleva defendiendo desde mayo que a Sami tenía que ser expulsado de Alemania.

Esta semana, Seehofer salía el miércoles a la palestra para defender dicha expulsión. Para él, Alemania había actuado siguiendo “la justicia y la ley”. El tribunal del caso no lo ve así, por eso anda enfrentado a Seehofer y a otros políticos que han salido en defensa de la expulsión. El liberal Joachim Stamp, responsable del Ministerio para la Integración y Refugiados de Renania del Norte-Westfalia, es uno de ellos. En su Land, gobernado por la Unión Cristiano Demócrata (CDU) y los liberales del FDP, estaba afincado Sami.

Pidió sin éxito asilo político

En 2006, el tunecino pidió asilo político. No sólo no se le concedió, sino que las autoridades se quedaron con su pasaporte. Desde entonces, estaba obligado a acudir a la comisaria regularmente. Sami venía aprovechándose de que las autoridades alemanas preferían mantenerlo en suelo germano a expulsarlo a un país donde podría ser víctima de torturas. De esto parece seguir convencido el tribunal responsable del caso, que ha considerado que la decisión de expulsar Sami ha sido “groseramente ilegal” y un “atentado contra los derechos constitucionales fundamentales”.

El experto en política antiterrorista alemán Joachim Krause, director de Instituto de Políticas de Seguridad de la Universidad de Kiel, entiende que la expulsión “fue correcta”. Para él, si en la polémica suscitada por este caso hay algo que no es correcto, eso fue la tentativa del juez responsable de prevenir la deportación.

“Los jueces tienen que valorar con cuidado los hechos en cada caso. En éste, estaba la posibilidad teórica de que Sami A. fuera torturado en Túnez, por un lado, y, por otro, la relativamente alta probabilidad de que cometiera un ataque en Alemania o de que estuviera envuelto en su preparación”, dice Krause a EL ESPAÑOL.

“Después del ataque de diciembre de 2016 en Berlín, una decisión así [en contra de la deportación, ndlr.] me parece irresponsable”, añade. Alude este experto al atentado reivindicado por el Estado Islámico que dejó doce muertos y 56 heridos en un atropello masivo con un camión de gran tonelaje en un mercado navideño del centro de la capital germana.

“Muchos olvidan que los atentados del 11-S fueron preparados en Alemania”

En cualquier caso, la oposición en Renania del Norte-Westfalia, a saber, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) y Los Verdes, quieren que “todos los hechos se pongan sobre la mesa”. Esto podría dejar a los políticos de ese populoso Land sin vacaciones.

Lo cierto es que el caso del ex guardaespaldas de Bin Laden ha generado muchos interrogantes por resolver. El diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitungplanteaba algunos de ellos en un editorial del jueves: “¿Por qué no estaba informado el tribunal del vuelo de repatriación? ¿Qué se sabía en la Oficina Federal de Alemania de Inmigración y Asilo? ¿De qué estaba informado exactamente Horst Seehofer?”.

Para Krause, sin embargo, todas esas preguntas esconden una aún más importante. “Ahora hay disputas sobre grandes principios y formalidades legales, pero el problema central no se va a resolver y es: ¿Cómo lidiar con los islamistas extranjeros que están buscando un lugar para retirarse aquí en Alemania?”, platea el director del Instituto de Políticas de Seguridad de la Universidad de Kiel.

“Este caso muestra como los islamistas radicales ven a este país como una zona de refugio, porque aquí siempre pueden contar con jueces y abogados que pueden impedir que sean detenidos”, abunda Krause. “Muchos olvidan que los atentados del 11 de Septiembre de Nueva York y Washington fueron preparados en Alemania”, recuerda.

Se estima que en Alemania hay 760 “personas peligrosas del espectro islamista”, según la denominación de la BKA. Dos tercios son alemanes o ciudadanos de otro país europeo.