Andrés Ollero, en su despacho del Tribunal Constitucional./

Andrés Ollero, en su despacho del Tribunal Constitucional./ TC

Tribunales

La declaración de "amor a Cataluña" del juez del Constitucional recusado por la Generalitat

El TC rechaza por unanimidad apartar a Andrés Ollero, que proclama su "admiración" y "afecto" por todo lo catalán.

11 febrero, 2020 22:19

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El pleno del Tribunal Constitucional ha rechazado este martes el intento del Gobierno catalán de apartar al magistrado Andrés Ollero de los procesos relacionados con Cataluña por una supuesta "animadversión" hacia la Generalitat y, en general, hacia "los ciudadanos que representa".

Por unanimidad, el TC ha desestimado la recusación promovida por el Govern que preside Quim Torra, que se basaba en el voto particular redactado por Ollero en discrepancia de la sentencia del TC que validó el Código Civil catalán el pasado noviembre. El magistrado afirmó entonces que "a lo que no me presto es a someterme a supremacismos de quienes –a estas alturas–se sienten humillados si se les trata como si fueran iguales a los demás. Galicia y Valencia han debido conformarse con menos".

La recusación ha sido sorpresiva para Ollero, que así lo expresa en el escrito de alegaciones valorado hoy por el TC. Para el magistrado, "solo desde un profundo desconocimiento" de quién es cabe atribuirle "nada menos que, de un golpe, una supuesta 'animadversión' a la Generalitat de Cataluña, su Parlamento y su Gobierno, y contra los ciudadanos que representan'''.

Ollero explica que quizá el problema estribe en "la diversa concepción que se maneje de lo que es un voto particular", que no se dirige "a enviar mensajes a terceros" sino a expresar los argumentos de una discrepancia, especialmente cuando se produce "algo que no ocurre por fortuna todos días: que una exigua mayoría del Tribunal decide romper con una consolidada línea jurisprudencial, sin anunciarlo y sin ofrecer al respecto motivación alguna".

"No existe motivo alguno para que yo pueda almacenar una animadversión a 'los catalanes' o a Cataluña en general", señala el magistrado, que añade que "por el contrario, sí existen muchos que justifican mi admiración y, en algunos casos, el afecto que guardo desde hace años por todo lo catalán", afirma Ollero.

"Me alegra por ello que este desagradable y gratuito trámite me permita resaltarlo", indica el magistrado, que recuerda que una parte de su formación universitaria transcurrió en la Barcelona "en un reconfortante contexto cultural y político reflejado tanto en la nova cançó como en las canciones de protesta. Mentiría si dijera que hablo catalán, ni siquiera en la intimidad, pero lo haría también si afirmara que no canto en catalán, por supuesto en la intimidad".

"Un desvarío"

Explica que, al utilizar en su voto particular el concepto supremacismo, "no se me pasó por la cabeza que todos 'los catalanes' pudieran sentirse molestos, teniendo en cuenta la amplia pluralidad de la sociedad catalana, aunque no falte quien se empeñe en negar la condición de catalán de quien no piense como ellos. En cualquier caso, siempre respetaré la libertad de todos para darse por aludidos cuando les parezca razonable o simplemente les pueda interesar; no en vano el victimismo puede en ciertas circunstancias resultar ventajoso".

El magistrado considera que achacarle una "enemistad manifiesta" con la Generalitat es "simplemente un desvarío" y afirma que "no llega a adivinar" qué "interés directo o indirecto" se le puede atribuir en el pleito sobre el Código Civil catalán, cuya constitucionalidad no sólo fue cuestionada por él sino por casi la mitad del TC (la sentencia favorable a la norma catalana salió adelante por 7 votos frente a 5).

Andrés Ollero invita a comprobar cuál ha sido su actuación en el tribunal como mejor fórmula para salir al paso de la afirmación de que habría exteriorizado una "clara posición contraria a toda controversia competencial que en defensa o reclamación de sus competencias formule el Gobierno de la Generalitat de Cataluña".

A este respecto, indica que ha firmado más de mil resoluciones del TC, de las cuales un centenar tuvieron que ver con Cataluña. Ha redactado un total de 60 votos particulares, y únicamente siete de ellos tenían alguna relación con Cataluña.

"Podría deberse a la benevolencia de los recusantes que hayan debido esperar hasta al último de los votos particulares para lograr diagnosticar una 'animadversión manifiesta' en mis resoluciones; pero quizá sea más razonable admitir que es mi amor a Cataluña lo que les ha hecho tan laborioso llegar a imaginarla", concluye.