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El Cultural

Regreso a casa

27 mayo, 2019 05:01

¡Buenos días!
Estuvieron a punto de ganar los siguientes poemas:

186, de Juanjo Maíllo
Agitaron sus alas arcángeles de humo
quedó el campo baldío a sus espaldas
un abismo de sombra los abraza

Hay belleza plástica en esos elegantes “arcángeles de humo” con su reminiscencia
posterior a la tierra baldía que también pisó Eliot, frente a ese “abismo de sombra” que
al final nos abraza. Muy buen poema, con su eco de Rilke y su exactitud metafórica.

124, de Floky
Todos tenéis ya una voz.
Ahora os faltan las palabras
para no seguir siendo títeres.

En su tono de poesía directa interpelativa a la colectividad de sujetos, el comienzo es
vibrante y magnético. También el reproche o la advertencia, porque sin “palabras” todos
seguiremos “siendo títeres”. Tensión verbal y compromiso si alarde en un buen poema.

3, de María José Viz Blanco
Un millón de zapatos vacíos,
en aquella orilla amarga,
reclaman aliento.

La desolación de vivir, la ausencia, la orfandad, la pérdida infinita, está contenida en ese
desasosegante “millón de zapatos vacíos” que pueden alcanzar miles de interpretaciones, aunque siempre desazonan. El “aliento” final es el poema. Muy bueno.

Pero el ganador es

176, de Tres pasos
Preludio del balbuceo
del tímido despertar de la palabra
en el lecho donde se gesta el lenguaje.

Antes del primer sonido, antes incluso de que cualquiera de nosotros tengamos la
capacidad de escucharnos, “Preludio del balbuceo” es el comienzo del fuego del idioma,
ese “lecho” previo a su caudal, al “tímido despertar de la palabra”. A partir de ahí
podemos levantar una identidad, un poema, un país, porque el lenguaje es la vida.

Tema de la semana: “Regreso a casa”. Volveremos a casa, con su fuego verbal.
Volveremos a nuestra propia Ítaca, que nos está esperando, después de atravesar
océanos de tejidos, de labios y palabras que pudieron nombrarnos, que fueron nuestros
gestos, nuestra alegría, el silencio. Volveremos a casa, dentro de la llama inaugural, y
recuperaremos nuestro sitio al calor de la mesa. Escribamos de esto en 3 versos y no más de 140 caracteres: sobre nuestra necesidad de volver donde todo empezó, donde
una vez pudimos ser felices -por momentos- y esperar de la lluvia su primera virtud.