Imagen de la Elbphilharmonie sobre el río Elba.

Imagen de la Elbphilharmonie sobre el río Elba.

Cultura Arquitectura

La Filarmónica más espectacular del mundo se hizo con una impresora 3D

Los arquitectos Herzog y de Meuron han creado el edificio que responde a las exigencias de una sala de conciertos del siglo XXI. 


27 enero, 2017 21:05

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Una caja de vidrio flota sobre el puerto de Hamburgo. En su interior acoge una imponente sala de conciertos y al exterior irradia luz sobre el río Elba. Se trata de la Filarmónica del Elba (Elbphilharmonie), y este pasado fin de semana ha sido inaugurada con un concierto de piezas clásicas y contemporáneas, al que acudieron las principales autoridades alemanas. Esta obra de los arquitectos suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron, galardonados con el premio Pritzker en 2001, es una de las más esperadas de la última década en Europa y pone la guinda a la operación de renovación urbana de una zona del puerto de Hamburgo.

El corazón de la Elbphilharmonie es la gran sala de conciertos. Todo el edificio gira en torno a ella y al modo de acceder a su interior. Destacan las formas curvas y la suavidad en la transición entre las distintas superficies. Pero uno de los aspectos más importantes no destaca a primera vista. Se ha puesto un especial interés en conseguir un espacio cuya acústica funcione a la perfección. Para ello se ha diseñado un revestimiento especial que ha sido calculado mediante sistemas informáticos, en los que un algoritmo determina la forma de cada uno de los 10.000 paneles que recubren su interior.

Los arquitectos querían que el acabado fuera suave y a agradable a la vista, por lo que el ingeniero acústico Yasuhisa Toyota diseñó el acabado de las piezas para que respondieran a los requerimientos que determinaba su ubicación en el espacio. Las necesidades acústicas aconsejaban que en algunas zonas el acabado debía de ser rugoso y profundo, pero no siempre era posible compatibilizarlo con el confort del público asistente, como exige la normativa para evitar arañazos y otro tipo de daños.

Las necesidades acústicas aconsejaban que en algunas zonas el acabado debía de ser rugoso y profundo, pero no siempre era posible compatibilizarlo con el confort del público asistente

Para ello se modificó el algoritmo y así todos los puntos se compensaban unos a otros. Se han calculado todos los elementos que conforman el espacio y posteriormente se han impreso en 3D para luego encajarlos en su ubicación definitiva. El material empleado también ha sido creado para este edificio. Esta piel altamente tecnificada (White Skin es el nombre que ha recibido) ha sido desarrollada por el equipo formado por arquitectos y los responsables de la acústica. Está formada por paneles de fibra compuestos de yeso y papel reciclado, y como se ha dicho, su acabado ayuda a crear un lugar cálido y agradable para el disfrute de la música, al tiempo que permite que funcione como un instrumento más, milimétricamente afinado.

También destaca en la sala la presencia del reflector acústico, una gran pieza circular sobre el escenario y que descuelga del techo. Este elemento ayuda a controlar el sonido y aloja en su interior el equipamiento técnico necesario para la ejecución y grabación de la música. Se garantiza así un perfecto sonido para un amplio espectro de composiciones que vayan a ejecutarse en la sala.

Nuevo espacio para la música

Tan importante para la acústica de un edificio de este tipo son los materiales con los que se recubre como la geometría de la sala. Un auditorio construido Alemania ha de poner su mirada en un edificio revolucionario, la filarmónica de Berlín. Proyectada por Hans Scharoun y símbolo de la libertad de Berlín occidental frente a la barbarie que suponía la construcción del muro junto al que se construyó. La forma de la sala dejó de utilizar el esquema de caja de zapatos tradicional, para proponer un recinto en el que la orquesta se sitúa en el centro del espacio y el público la rodea. Con esto se logra una mejor acústica, y permite crear espacios para la música de grandes dimensiones en los que sin embargo se establece una relación muy cercana entre los músicos y el público. La estructura ya no conforma el espacio sino que esta se subordina a la acústica.

Interior de la sala principal.

Interior de la sala principal.

En el caso de la Elbphilharmonie, se repite el esquema central. Pero mientras en la sala berlinesa se podría rastrear la formación expresionista de Scharoun, por la profusión de líneas quebradas, aquí las formas suaves colaboran a producir una sensación de bienestar.

Se han construido otros dos espacios auxiliares, de menor tamaño. La sala de recitales, un espacio flexible con capacidad para 500 personas, que puede ser modificado para ajustarse a distintas configuraciones. Para asegurar su correcta acústica está revestida con el mismo material que la gran sala. El tercer recinto se ha planteado para que se puedan ejecutar y desarrollar creaciones musicales experimentales.

Una gran caja de vidrio sobre el Elba

La caja de vidrio que aloja el auditorio sirve para dotar de una imagen reconocible al edificio y destaca en el perfil de la ciudad. Las formas onduladas pueden recordar a las velas de los barcos o al oleaje del cercano Mar del Norte. La filarmónica ha adoptado estas líneas como logo del centro.

El exquisito tratamiento de las superficies del interior de la filarmónica se traslada también al exterior de la piel de vidrio. Herzog y de Meuron han destacado siempre por el interés que han puesto en la resolución material de las fachadas de sus proyectos. Lamas de cobre, vidrios y hormigones impresos, chapas de acero, polímeros plásticos son alguno de los materiales que han empleado en sus proyectos más destacados.

Herzog y de Meuron han destacado siempre por el interés que han puesto en la resolución material de las fachadas de sus proyectos. Lamas de cobre, vidrios y hormigones impresos, chapas de acero... 

En todo caso, el paso de la maqueta original, en el que una pieza luminosa se situaba sobre el zócalo opaco del antiguo almacén a la realidad, implicaba un cuidado especial en el diseño de la fachada de vidrio, para evitar la imagen de un vulgar edificio de oficinas. Se ha conseguido una fachada ondulada, que altera los reflejos e introduce una vibración en su superficie. Para esto se han curvado los cristales de un modo aleatorio, produciendo superficies cóncavas de distinto tamaño.

Envolvente de vidrio de la Elbphilharmonie.

Envolvente de vidrio de la Elbphilharmonie.

En otros puntos se produce una interrupción en la envolvente para permitir la apertura de huecos y la ventilación del interior de los espacios. Cada pieza de vidrio se ha serigrafiado con partículas metálicas para evitar un excesivo calentamiento por la radiación solar, y así permitir un mejor comportamiento energético del edificio. De nuevo cada pieza ha sido tratada de forma individual y se ha insertado en un punto exacto del conjunto.

Este especial cuidado en la materialidad del proyecto tiene como pega que en muchos casos este aspecto destaque más que los espacios conseguidos, fin último de la arquitectura.

Una operación de rehabilitación urbana

Todo el conjunto del auditorio se posa sobre un antiguo almacén de fábrica de ladrillo a la entrada del puerto de Hamburgo, conocido como Kaispeicher A, y que era uno de sus. Construido en los años 60 para sustituir a un edificio de final del siglo XIX destruido tras la Segunda Guerra Mundial, destacaba en la entrada al canal norte del Elba con su aspecto severo y compacto. Como ya hicieran en la Tate Modern de Londres (que también sirvió como elemento revitalizador de las orillas del Támesis) o a una menor escala en la sede madrileña del Caixa Forum, Herzog y de Meuron respetaron el volumen original de ladrillo, lo que permite que se mantenga la memoria del lugar. También se han conservado las grandes grúas que servían a su funcionamiento como elemento que remita al edificio original.

En un proceso ya visto en otras ciudades, las autoridades de Hamburgo decidieron aprovechar el espacio que había dejado libre la modernización de los métodos de almacenaje y carga de las instalaciones portuarias para ganar ese terreno a la ciudad, y así abrir el centro histórico al canal norte del río Elba. Esta zona se denomina Hafen City y en ella se propuso una mezcla de usos que evitara la dañina zonificación del urbanismo de la segunda mitad del siglo XX, y lograra una ocupación continua a lo largo de la jornada.

Como el resto del barrio, se ha previsto que en la filarmónica se mezclen los usos y que en él se aloje una ciudad compacta, que se desarrolla en vertical. Al uso principal, que es el de sala de conciertos, se añaden un hotel y unas viviendas de lujo, y otros auxiliares, como restaurantes y tiendas, dentro de la caja de vidrio superior. Esta compacidad, y desarrollo en vertical viene determinado por la escasez y precio del suelo. Pese a que en las memorias del proyecto los arquitectos lo muestran como una situación novedosa, estos rascacielos multiusos ya han sido desarrollados a lo largo de la historia.

Un recorrido en busca del auditorio

El interior del almacén original se ha utilizado para aparcamiento y espacios de servicios, aprovechando que los muros perimetrales se mostraban ciegos al exterior, y los programas públicos se desarrollan a partir de su cubierta, en el nuevo volumen que corona el edificio. Sobre la cubierta original se ha creado lo que los arquitectos llaman una nueva plaza pública, desde la que se puede contemplar toda la ciudad.

Una gran escalera mecánica dirige a los visitantes desde el nivel de la calle hasta la cota de la plaza. Su desarrollo curvo asegura que el interior se descubra según se recorre y que solo en el tramo final se aprecie el espacio público. La escalera termina frente a un gran hueco abierto al oeste que permite una visión enmarcada del río Elba hacia su desembocadura. El hecho de que a la nueva plaza se acceda mediante estas escaleras mecánicas hace que sea dudosa la continuidad del espacio público de la calle con interior abierto, pero al fin y al cabo privado y controlado.

Una gran escalera mecánica dirige a los visitantes desde el nivel de la calle hasta la cota de la plaza

Una vez se accede a la coronación del bloque de ladrillo original, comienza un espacio fluido, en el que las visiones cruzadas dirigen la mirada tanto hacia el exterior, desde el que se domina la ciudad, como hacia las plantas superiores, donde se produce el acceso a la sala de conciertos. Este movimiento de ingreso hacia el complejo es uno de los aspectos más destacados del proyecto.

Espacio de la plaza, abierto a la ciudad y conectado con la sala.

Espacio de la plaza, abierto a la ciudad y conectado con la sala.

En la plaza elevada las formas que dirigen hacia el auditorio son curvas, anticipando el trazo que tendrá la sala principal, pero conforme se asciende y empieza a contemplar el volumen exterior de la sala de conciertos las formas de las escaleras y vestíbulos pasa a ser rectilíneas, dejando para el interior la suavidad de las líneas curvas. Esta diferencia se aprecia también en las luminarias, lámparas exentas a modo de bombillas en los espacios relacionados con la sala y tubos lineales en los espacios de circulación. Siguiendo el camino de las bombillas se llega al corazón del edificio. El espacio de relación en los auditorios es muy importante, allí se espera al inicio de las representaciones o se reúnen a la salida, y cumplen la función de lugar de intercambio social. Porque la música es un acto íntimo pero se produce rodeado de otra gente que disfruta al tiempo de la experiencia.

La Elbphilharmonie no se trata de una obra revolucionaria que determine el nuevo camino que ha de seguir la arquitectura en los próximos años, pero afianza la figura de sus autores, que consolidan una línea de trabajo experimentada en proyectos anteriores, y construye un nuevo espacio para la música, adecuado para el uso al que se destina. Una sala que es un placer para los sentidos, según las impresiones que se reciben de los afortunados que han podido asistir a la inauguración. Funciona como icono de la ciudad, con unas formas contenidas, es una estupenda sala de conciertos, pero sería deseable que su generara ciudad, que a su alrededor se consiguiera la mezcla de usos de la que presumen los arquitectos que dinamizara la vida de Hamburgo.

La Elbphilharmonie no se trata de una obra revolucionaria que determine el nuevo camino que ha de seguir la arquitectura en los próximos años, pero afianza la figura de sus autores

También es difícil obviar la polémica surgida por el coste de la obra. Al analizar el desarrollo del proyecto se puede apreciar que se partía de unas bases demasiado optimistas que permitían vender la operación a una administración pública dispuesta a colaborar en su financiación, y que una vez comprometida la ayuda no fiscalizó los diversos aumentos de presupuesto. Entre los factores que determinaban la optimista previsión inicial se encuentran aspectos técnicos, como confiar que la estructura de un almacén de cacao fuera capaz de soportar el peso de una filarmónica sin tener que reforzar su cimentación. Y en el capítulo de sobrecostes, los complejos procesos para la elaboración de los acabados del edificio con un resultado brillante, pero que al ser específicos para esta obra no permitían una seriación que permitieran reducir la inversión necesaria.

Todo esto hace dudar de estas grandes inversiones en equipamientos públicos que bajo la intención de servir de punta de lanza para la renovación de un trozo de ciudad deteriorado, se tratan en realidad un instrumento de las operaciones especulativas, que juegan la baza de la relevancia mediática atribuida a los autores y al espectáculo de la arquitectura como foco de distracción.