Opinión

Para una nueva idea sobre la libertad y la propiedad

El Cristo de la libertad de expresión.

El Cristo de la libertad de expresión.

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Suele decirse que sin propiedad no hay libertad. Yo diría que la libertad es radicalmente propiedad. Con radicalmente quiero significar la vida misma en su raíz más plena. Ahí donde ella comienza a organizarse, a ser posible, y cobra sentido la vida moral, la vida política y sus funciones biológicas básicas. Puntualicemos.

Entendamos por propiedad un espacio no uniforme con tres componentes diferenciados y coordinados entre sí. A saber: el tangible, el intangible y el operatorio. Por ejemplo: tangible es un terreno. Intangible cierto valor (no el precio) y el operatorio hace referencia a todas las operaciones o actividades necesarias para conseguir una mercancía; por ejemplo, operaciones de mercado.

Apliquemos el mismo diferencial a nuestro propio cuerpo. En él hay una parte tangible, lo tocamos. Otra intangible, ética y moral. Y aquella que no es tangible ni intangible, la actividad operatoria, vg. las operaciones que hacemos con las manos, coger, soltar, escribir, etc. Ahora bien, nuestro cuerpo tampoco es una propiedad. Nadie es propietario de su propio cuerpo. De la misma manera, nadie es conciencia. Yo no puedo establecer una relación entre mi conciencia y el mundo, como si la conciencia fuera una jaula de la que libero no sé qué para obtener algún conocimiento. No es así. Nuestro cuerpo es pura acción existencial, un viviente que lucha para sobrevivir. Y sobrevivir supone hacerlo por medio de algo, este algo es la propiedad. Nadar supone el agua. Volar supone el aire. Vivir supone, por ejemplo, algo para comer, y comer supone la libertad para conseguirlo. Pero la libertad es un intangible, un valor. Un valor que no nos es dado como el aire, hay que hacerlo, la libertad no se regala. Si nos ataran las manos nada podríamos hacer, salvo pensar cómo librarnos de las ligaduras. Pero este pensamiento es pura especulación, es un agere, no es un facere. Pensar es hacer algo con las manos. El pensamiento es manual, la mano hizo al cerebro. La propiedad acoge, de algún modo, esta movilidad operatoria. Movemos las manos para hacer una mesa. La mesa, se dice, es el suelo de las manos. Pero la propiedad del suelo, sobre el que nuestras manos reposan, se ha llevado a cabo mediante un movimiento manual, libre y no obligado que consiste en acotar un espacio para nosotros y no para otros.

La idea de propiedad no es mercantil, aunque un objeto pueda ser mercancía. Un zapato lo es, pero siempre supone a quien lo calza. Y quien lo calza no es un fardo. Ni siquiera un consumidor o un usuario. Esta terminología es puro cacareo de mercado. Quien escribe con pluma no es un plumífero, no es ave. Consumir y usar son operaciones. Son actos que erróneamente concebimos como instrumentales. Un martillo no es un instrumento con que golpeamos algo, ni una prolongación de nuestra mano. Es un operador y quien martillea no es un usuario, es alguien que ejerce una actividad operatoria y que solemos llamar operario o como diría Heidegger: "un ser a la mano". Por eso, la tecnología consiste en operaciones, es operatoria, no instrumental.

La idea de libertad es, dado su enraizamiento operatorio, inseparable de la propiedad y de la vida. No debe ser pensada como mera relación que afecta a la economía política, sino como parte constitutiva de ella, como filosofía del Ser, como ontología vital y, por ende, como hilo conductor en las llamadas ciencias humanas.

Hay un asunto que no puedo desarrollar aquí. Me refiero a la parte intangible de los valores morales. Estos son intangibles pero a la vez corporales. No se tocan, pero afectan al cuerpo. Y entre ellos el valor de la libertad es el más importante pues no se puede disociar de la propiedad. No se esfuerce el ilustre lector en buscar entre los libros de ética y moral algún autor que proponga ontológicamente la libertad para poder hablar de la propiedad y de la vida. ¿Y qué decir de los economistas? Son ingeniosos. Pero ni en las teorías clásicas de economía política ni en las modernas se atisba perspectiva ontológica alguna. Sin embargo, hubo un personaje que afrontó este asunto teológicamente: Calvino.

Siempre me impresionó la pobreza en los países comunistas. ¿Por qué siendo comunistas el pueblo es tan pobre? No he encontrado otra explicación: la propiedad privada está prohibida y como la libertad depende de ésta, tienden a buscar propiedad y libertad en otra parte. ¿Y por qué en los países capitalistas existe también enormes bolsas de pobreza? El caso de Brasil. Porque la propiedad privada la ostentan las oligarquías y, por tanto, la libertad económica es nula. Es una locura no incorporar en los estudios de economía la idea de libertad como parte ontológica de la propiedad. Mientras no sea así, tendré que decirles a los economistas lo que Gustavo Bueno reprochaba a los frailes de Salamanca: "Yo no sé cómo se arreglan esos fraylones que se pasan todo el día estudiando y, pese a ello, no saben nada".