Puntería y misión

Por José Luis Cuadrado

Es una gozada ver a Jaycee Carroll cruzar la zona hacía su meta, la línea de tres. Como va sorteando los obstáculos hasta que el balón llega a sus manos. Entones, fénix en llamas, despliega una mecánica de tiro ultraveloz, fruto del instinto y el trabajo duro. Necesitas mucha disciplina y no menos paciencia, que él adquirió en sus dos años como misionero mormón en Chile, para retomar una carrera deportiva partida en dos por tu fe y llevarla a un punto en el que te sientas orgulloso. Para terminar con un jugador de casi veinte puntos por partido y emerger como una pieza clave del equipo con apenas la mitad. Para dejar de ser la referencia de tus compañeros durante todo el partido y salir desde el banquillo como un pirómano a tapar cualquier vía de agua. Para saborear las mieles ofensivas en un club humilde y de pronto apretar los dientes en la defensa de un grande.

He aquí las enseñanzas que aprendemos de Carroll: lo relativo de los números individuales, incluso en un deporte tan de calculadora en mano como el baloncesto, y la importancia del trabajo abnegado y oscuro en la consecución de la brillantez. Esta esclarecedora frase suya, propia de alguien que ha alcanzado la auténtica veteranía: “El día que más metemos es el que más defendemos”. Pero, aviso a la galaxia blanca, su adiós a la titularidad indiscutible y al liderazgo de las estadísticas no ha impedido que sea uno de los más queridos y aclamados por madridismo y por los amantes del baloncesto.

Ya no precisa de mucho tiempo en pista para desplegar sus facultades. Está en su sitio cuando su equipo le reclama. Es un especialista en romper una mala dinámica en ataque del Madrid con cinco o seis canastas seguidas. Como hizo en el fantástico Clásico de abril: diecinueve puntos al Barcelona en siete minutos, o sus tres triples y un doble consecutivos en el tercer cuarto de la final de la pasada Euroliga. También se ofrece a sus compañeros cuando el partido está perdido y la épica exige el triple ganador. Operación que el pasado jueves contó con la inestimable ayuda de la defensa del Bayern, que le que le abrió todos los portones.

Así es Jaycee Carroll, el tirador que cambió la cantidad por la calidad. Y siempre en movimiento, con esa agitación y entusiasmo tan propios de la naturaleza misional de la América pionera.