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Los niños con amigos imaginarios acaban siendo mejores resolviendo problemas

16 octubre, 2013 20:12

Io tenia razón. Mi viejo amigo siempre decía que en realidad era un poderoso dragón, pero claro, era tan pequeñito que solo yo le hacía caso. Él insistía una y otra vez que gracias a su sabiduría ancestral yo aprendería muchos trucos y podría enfrentarme a los demás niños. Io se podía esconder en cualquier rincón pero cuando tenía dudas y me enfrentaba a un problema muy difícil él aparecía y me ayudaba, hablar con él y discutir sobre lo que me pasaba me ayudaba mucho. Siempre me hacía preguntas pero nunca me las contestaba. Nunca supe porqué.

Descubrí con el paso del tiempo que entre los dos y los ocho años varios amigos míos también habían tenido ayuda, pero creo que sus compañeros no eran tan sabios como Io. Con el paso del tiempo he de decir que mis amigos sí contestaban a mis preguntas. Eso fue un cambio para mi. Cuando me hice mayor me di cuenta que pasaba más tiempo preguntando a mis amigos que a Io. Creo que se enfadó, porque llegó un punto en que ya no lo volví a ver. De eso hace ya muchos años… aun le echo de menos.

Ahora el Wall Street Journal ha publicado un artículo donde explica que unos investigadores han encontrado que aquellos niños que recibieron ayuda extra son mejores resolviendo problemas de mayores. Dice que son mejores resolviendo puzzles y organizándose. Yo la verdad es que no sé que creer. ¿De verdad Io me ayudó tanto de pequeñito? Pensé que simplemente los dragones se le aparecían a los niños y se divertían enseñándoles truquitos.

La investigación liderada por la Universidad de Durham ha hecho el experimento con 148 niños de cinco años. Pero falta algo, ya que en los resultados publicados en noviembre en el Journal of Experimental Child Psychology no se especifica el tipo de criatura que les apoya. Sospecho que varios de los niños tendrían compañeros dracónicos como Io pero según recoge el estudio también es posible que pequeños duendes, hadas o animales parlanchines sean quienes jueguen al escondite con ellos.

El Journal nos cuenta como observaron a los niños. Estos iban con sus madres pretendiendo que estaban visitando una heladería. Sin embargo la madre se queda leyendo, y el niño quedaba solo. En ese momento es cuando los investigadores observan. A la mitad de ellos les pillaron hablando con sus amigos. Los niños reconocieron que hablaban con alguien, pero los investigadores no fueron lo suficientemente rápidos como para discernir el tipo de criatura que les ayudaba. Es normal, pues aunque a mi me dijeron que no todos era tan escurridizos como Io,  más del setenta por ciento de los compañeros eran invisibles, de ahí que solo ellos y no los demás podían verlos.

Los psicólogos del Journal dicen que “mantener conversaciones facilita el desarrollo de las habilidades comunicativas, de la empatía y la creatividad, con un efecto positivo a largo plazo”. Y lo más interesante, que para la edad de siete años, cuando la mayoría de compañeros se van (¿?), los niños convierten esas charlas que tanto echan de menos en pensamientos privados y razonamientos complejos.

No encontraron ninguna correlación entre el género del niño y la posibilidad de tener un compañero. Siendo evidente que estas criaturas son lo suficientemente sabias como para no despreciarnos porque fuéramos niño o niña. Por la parte que corresponde a las madres de los 148 niños, estas estaban al corriente de si su hijo tenía ayuda extra o no. Aunque la mayoría decide no intervenir para no coartar la amistad del niño y dejarlo desarrollar sus aventuras tranquilamente. Yo debo agradecer profundamente que ella no viniera, ya que Io era muy asustadizo y desaparecía cuando otra persona cortaba nuestras conversaciones.

¿Os sorprende el estudio? ¿Echáis de menos vosotros también a vuestro pequeño amigo? ¿Creéis como yo que su ayuda fue inestimable?

Foto de “Io”: Chelsea StebarVia: TheVerge