Ser hija del fundador de Inditex no ha impedido que Marta Ortega construya una vida propia, alejada del ruido mediático pero rodeada de poder. A sus 40 años, la heredera del imperio Zara es la mujer más influyente del sector textil en España… y una madre muy presente.
Aunque su nombre aparece en los principales rankings económicos del país, Marta ha optado por un perfil bajo para proteger lo que más valora: su familia y sus hijos. Con discreción y una agenda perfectamente diseñada, equilibra sus obligaciones como presidenta no ejecutiva de Inditex con el cuidado de sus pequeños.
Su estilo de vida, marcado por la sobriedad estética y la elegancia práctica, también se refleja en la forma en la que educa a sus hijos. Ni ostentación ni exposición pública, pero sí máxima calidad en cada aspecto: desde los colegios elegidos hasta sus viajes y rutinas familiares.
Marta Ortega y Amancio Ortega.
La casa de Marta Ortega en A Coruña está pensada para criar a sus hijos en un entorno seguro y lleno de comodidades. Dispone de jardines privados, espacios diáfanos, luz natural y acceso a la playa. Todo con un diseño contemporáneo y funcional que prioriza la intimidad.
Marta y su marido, Carlos Torretta, comparten la crianza de sus tres hijos, Amancio (fruto de su anterior matrimonio), Matilda y Manuel. Ambos padres son conscientes de la importancia de mantenerlos alejados del foco mediático, pese a que sus apellidos pesen en la esfera pública.
Los niños asisten a centros educativos privados de alto nivel, donde se prioriza el aprendizaje en varios idiomas, el respeto por la diversidad cultural y el desarrollo de la creatividad. La familia da mucha importancia a la formación integral, tanto académica como emocional.
Los fines de semana suelen disfrutar de escapadas a propiedades familiares o destinos internacionales, siempre con un perfil bajo. Evitan los eventos masivos y prefieren los entornos tranquilos donde los niños puedan desarrollarse con libertad y seguridad.
En el interior de sus viviendas, la estética es minimalista y cálida. Muebles funcionales, maderas claras, tejidos naturales y detalles artísticos cuidadosamente seleccionados. Todo pensado para crear un ambiente sereno y acogedor, alejado de lo ostentoso.
Pese a su papel como figura empresarial, Marta Ortega delega con inteligencia y sabe encontrar tiempo de calidad para sus hijos. Sus prioridades están claras: formar una familia unida y proporcionarles las herramientas para tener una vida estable, feliz y responsable.
También cabe destacar la pasión de Marta Ortega por la hípica: es una parte esencial de su vida y de su identidad personal. Desde muy joven ha estado ligada al mundo ecuestre, no solo como amazona amateur, sino como una competidora reconocida en el circuito internacional.
Para Marta Ortega, la hípica representa valores como el esfuerzo, la constancia y la conexión con la naturaleza. Unos valores que intenta transmitir a su familia. También ha confesado en alguna ocasión que montar a caballo le ayuda a desconectar del ritmo empresarial y a mantener el equilibrio mental.
Uno de sus principios como madre es proteger su privacidad a toda costa. No comparte imágenes de sus hijos en redes sociales ni permite que medios difundan fotos sin autorización. Cree firmemente en que la infancia debe vivirse en libertad, sin condicionamientos externos.
La discreción también forma parte de su estrategia educativa. Aunque es consciente del apellido que llevan sus hijos, intenta que crezcan con valores como la humildad, el respeto por el trabajo y la importancia del esfuerzo diario.
A diferencia de otras figuras del panorama empresarial, Marta Ortega no ha convertido su maternidad en un escaparate. Para ella, la familia es un proyecto vital que merece cuidado, atención y, sobre todo, protección frente al ruido del mundo exterior.
Más allá de los colegios y los viajes, Marta Ortega inculca a sus hijos el valor del tiempo en familia. Les dedica momentos sin dispositivos, paseos por la costa gallega o escapadas a otros destinos.
Su modelo de crianza también está influenciado por su propia educación. Marta estudió en centros británicos de prestigio y más tarde en Londres, lo que ha marcado su visión internacional. Ahora, intenta replicar esa experiencia para sus hijos, combinando raíces gallegas con una mirada global, abierta y moderna.